lunes, 22 de enero de 2007

CuentaCuentos nº 11 "El comienzo de todo

Hay que haber leído antes Que más se podía hacer

El comienzo de todo

    "Al cerrar los ojos, despertó. Sé que suena extraño, pero así fue. Cuando cerró los ojos lo vio todo claro, por primera vez en mucho tiempo se volvía a sentir viva, y sabía exactamente  lo que tenía que hacer... La conocéis bien, ella es Laura, y este es el comienzo de su historia. Laura se quedó huérfana a los tres años. Tuvieron un accidente de coche en el que murieron sus padres, y cuando la encontraron al día siguiente estaba abrazada al cadáver de su madre.

    Se la llevaron de allí y no dijo ni una palabra. No mostraba emoción alguna, como si todo aquello no fuese con ella. Por más que le preguntaron nunca dijo nada. No encontraron a nadie que pudiese hacerse cargo de ella y tuvo que ingresar en un internado, lo que no mejoró las cosas. Allí, las otras niñas la maltrataban un día sí y otro también. Nadie hacía nada por ayudarla, y si se defendía la castigaban. Por muy mal que se sintiese o por muy dolorido que tuviese el cuerpo jamás dijo una palabra. Cada año que pasaba era peor. Las palizas continuaban y como nunca decía nada, las profesoras y la directora no la estimaban lo más mínimo.

    Años después y recién cumplidos los 18, Laura salió del orfanato. No tenía nada ni a nadie, y no sabía que hacer. Fue a un albergue, y estuvo allí un par de días, pero no fue bien. A la gente le ponía nerviosa que jamás dijese nada, y eso la hizo crearse muchos enemigos. Pasó un par de noches en la calle, durmiendo en portales o bajo puentes, al frío. Una de esas noches, en las que dormía bajo las estrellas se despertó sobresaltada. A su lado había un hombre desconocido. Intentó gritar, ¿pero para qué? Allí, apartada, nadie oiría sus gritos. Aquel hombre se abalanzó sobre ella e intentó violarla. Laura no sabía que hacer, no tenía fuerza para resistirse.

    Al cerrar los ojos, despertó. Ya no era una niña indefensa, era una mujer. Toda su vida la había pasado entre palizas y vejaciones, pero ya no más... ¡Ni una más! Sacó fuerzas y logró escaparse de su atacante. Estaba llena de rabia, llena de dolor. Tenía el resentimiento por todas las palizas que le habían dado, por todo el daño que le habían hecho. La ira había borrado a sus  padres de su cabeza, en su corazón ya no quedaba ni un resquicio de amor.

    Cogió una piedra y cargó contra su atacante. Le golpeó tan fuerte que cayó al suelo al momento, pero no cesó ahí. Siguió golpeándole una y otra vez mientras sentía la sangre en sus manos y su corazón empezaba a calmarse. Paró. Había matado a un hombre, y no sentía nada... Así fue su primera vez, pero no sería la última.

    Días después se enteró de que aquel hombre pertenecía a una banda organizada y que se pensaba que podía haber sido un ajuste de cuentas. Cuando salía del comedor social tres hombres la cogieron, y la metieron en un coche y se la llevaron, no sin antes vendarle los ojos. La llevaron hasta su jefe, que resultaba ser el jefe del hombre que ella había matado.

    Aquel hombre la miró de arriba abajo, le hizo varias preguntas, entre ellas, la edad que tenía, y al fin preguntó por qué había matado a su hombre. Laura contó lo sucedido. Al “jefe” le hizo gracia, pues se puso a reír, y tras una charla le ofreció dinero y protección a cambio de que le hiciese unos trabajitos. Nadie sospecharía de una inocente y hermosa muchacha. Laura aceptó, ya era hora de sacarle partido al dolor y al rencor. Así se convirtió en la mejor asesina a sueldo. La más hermosa y la más mortífera.

    Un par de años después, tuvo que trasladarse por motivos de trabajo. Se cogió un piso y empezó a hacer una vida normal. Todos los días almorzaba en le mismo lugar, y a ser posible, en la misma mesa. Muchas veces había coincidido con la misma gente, personas de costumbre, como ella. Un día al salir notó como si alguien la persiguiese. Casi al doblar la esquina la cogieron por el hombro. Se giró y casi le asesta un golpe a aquel hombre. El pobre, pálido, le ofreció lo que tenía en su mano. Era su pañuelo, se lo había dejado atrás...

    Le pidió disculpas, y para demostrar su arrepentimiento lo invitó a cenar. No sabía muy bien porqué, pero aquel hombre tenía algo especial. Salieron un par de días más. Definitivamente él era especial. Ricardo era el único hombre que la había tratado con respeto y que no había intentado propasarse con ella. Sin darse cuenta recordó aquel sentimiento, amor, y también recordó las caras de sus padres. Junto a Ricardo todo tenía otro color, pero no iba a abandonar su trabajo por nada del mundo...

    Así fue la vida de Laura, y el resto de la historia... Ya la conocéis..."


    *Frase de Cendra.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    wannea dijo:
    22 enero, 2007 en 13:40
    Jo, que intriga de historia no? desde luego es que le gente hace mucho daño pero no me habia planteado yo la idea de Laura, aunque a partir de ahora me lo pensaré :P jajaj en fin, que pases un buen lunes, aunque mas de un lunes me convierto yo en Laura pero matando con la mirada muchos bessos!

    Unknown dijo:
    22 enero, 2007 en 14:43
    Buf!!! Cualquiera no entiende, después de esto, cómo acaba Laura haciéndose una coleccionista tan extravagante!

    beatriz dijo:
    22 enero, 2007 en 16:10
    Muy original con otra frase diferente contar el comienzo de una historia anterior….si es que Galicia gana puntos, está claro

    Un saludo desde as terras meigas

    Jara dijo:
    22 enero, 2007 en 18:33
    lo que da de sí la dichosa laura eh?
    todo final tiene que tener un principio y aquí estaba el suyo, el de esa asesina que tanto dolía y al final pudo sentir lo que era el sentirse querida..
    un besote guapa.

    Cris dijo:
    23 enero, 2007 en 0:41
    Ainhs…si es ue matar formaba parte de la naturaleza de Laura. Buen historia. Explica bien el porque…El dolor siempre se exterioriza de una forma u otra.

    Gracias por tu ayuda!Eres una informatica genial y mejor persona! Por cierto…nu me has comentado tu referencia jijiji (besos de todos los sabores y abrazos de todos los colores…esta vez no me he equivocado….) Y a los colores y sabores…añado yo besos de esquimal!

    miriam dijo:
    23 enero, 2007 en 12:42
    Gracias por aclararnoslo!!! jaja. Me ha encantado! Dicen que los maltratados se convierten en maltratadores pero a mi no me gusta pensar eso. Me gusta pensar que la gente que ha sufrido valora mucho más un poco de cariño y confianza, igual que le pasó a Laura.
    Muchos besotes!!

    POPI dijo:
    23 enero, 2007 en 16:48
    Al final el amor,siempre el amor viene a salvarnos de nuestras miserias aunque, en ocasiones, te deja para que le des importancia a su existencia.

    Irati dijo:
    24 enero, 2007 en 17:19
    Yo si fuera Laura, es que soy de lo más rencorosa, iría en busca de las chicas del orfanato…
    Pero es que yo un poco retorcida… :)
    un besito de fresa!

    Unknown dijo:
    24 enero, 2007 en 23:44
    Holas nena!!Jo… no había leído la otra hª de Laura, menos mal que he sido lista y he visto que era una continuación, asi que lo he leído en el orden debido. Por cierto… se parece mucho a la historia que escribí yo también con la frase de "Matar formaba parte de la naturaleza de Laura", si no la has leído pásate y compara, jejeje. Aunque supongo que con esa frase como comienzo no es raro que hayan salido historias parecidas, ¿no crees?Coincidencias aparte… muy dura tu historia pero me ha emocionado mucho, muchísimo… tanto dolor… y de pronto de nuevo el amor, que todo lo puede, todo y a todos. Ese pensamiento es uno de mis favoritos, me gusta recordarlo en mis malos momentos.Un besito muy grande y un abrazo muy fuerte.

    Miguel Ángel dijo:
    25 enero, 2007 en 20:36
    Bufff qué historia más triste…pobre Laura, no me extraña nada que tenga esa profesión ahora!! Es posible que entendiendo la vida de un asesino uno pueda llegar a comprender por qué mata, aunque no se esté de acuerdo con ello…. que fuete!

    Un abrazo!!

    Asiria dijo:
    26 enero, 2007 en 16:01
    Escalofriante escenario, nada ficticio mas bien cercano a los arrabales de la realidad que pretende ser ocultar antes que asimilar vidas de supervivencia como la que tan bien describes en tu historia. Presa facil de quienes la terminaron por contratar, no contaron con que en nuestra protagonista aún no había desaparecido del todo el amor de su corazón. Y este dicen que siempre triunfa!
    Un abrazo!

    victor dijo:
    30 enero, 2007 en 9:48
    Vaya… ya sabemos de donde salió Laurita….
    Es cierto que las circunstancias nos marcan pero……….. no se no se….como para convertirla en una asesina a sueldo…
    otros ante tantas injusticias dedican su vida a luchar contra ellas y por los demas…
    Un beso (voy a ver como sigue esto…).

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