lunes, 29 de enero de 2007

CuentaCuentos nº 12 "El fin de todo"

Hay que haber leído antes Que más se podía hacer El comienzo de todo en ses orden

El fin de todo

    “Recuerdo tu sonrisa de niña esculpiendo la mía, te recuerdo tan claramente mamá...

    Laura estaba acostada junto a Ricardo, y por sus mejillas resbalaban unas brillantes lágrimas, en parte dulces y en parte amargas. Junto a Ricardo había recordado a sus padres, olvidados tanto tiempo atrás... Ahora tenía una nueva vida. Era una mujer nueva. Por primera vez desde hacía muchos años Laura era feliz. Ella y Ricardo habían conseguido escapar, y los últimos cuatro años fueron un regalo para ambos. Quería hacerle un obsequio, algo que a él realmente le encantase.

    Tras unos cuantos días supo exactamente qué podía regalarle. Iba a comprarle un ejemplar nuevo del libro que él leía en aquella cafetería en la que años antes se habían conocido, además estaba de suerte, el autor iba a estar por allí cerca firmando ejemplares, celebrando la vigésima edición de su libro. “Si llueve” ese era el título del libro, una serie de relatos escritos por José Alberto, uno de los cuales daba título al libro y era una obra maestra. Fue a aquella enorme librería y cuando tuvo su ejemplar esperó a que fuese la hora. Se puso a la cola y pidió que se lo dedicasen a nombre de Ricardo. Seguro que le hacía mucha ilusión...

    Iba de camino a casa, con su ejemplar perfectamente envuelto, y pensando en la cara que pondría Ricardo al verlo. Dobló la esquina de su calle, y un gran estruendo la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza para confirmar sus peores sospechas. Su casa había volado por los aires. Echó a correr y al llegar cayó de rodillas sollozando. La policía y los bomberos llegaron pronto, pero sólo pudieron confirmar la muerte por quemaduras del hombre que estaba dentro de la casa... Ricardo había muerto pero... ¿Por qué? Su teléfono sonó, pero no supo que allí hallaría la respuesta.

    -Mi querida Laura, hemos tardado en encontrarte, pero al fin lo hemos logrado, y fíjate cual sería mi sorpresa al encontrar vivo a Ricardo... Bueno, no me ha quedado más remedio que concluir lo que tú no pudiste en su día, pero tranquila, tu secreto está a salvo conmigo, además te tengo un trabajito... Ven en cuanto puedas.

    Laura no sabía qué decir. Después de aquello la conversación se cortó sin que tuviese tiempo de decir nada. En su corazón la rabia volvía a latir, el coraje volvía a formar parte de ella y su único deseo era la venganza... No lo pensó dos veces. Se cogió un avión, no sin antes concertar una cita con un amigo que podía venderle un par de armas. El vuelo se le hizo eterno, y el trayecto hasta la zona de contacto aún más, pero nada le importaba más que saciar su ira, tenía que aplacar todo el dolor que sentía.

    Se compró dos armas, Un fusil de asalto y una pistola semi-automática. La pistola la guardó en la cintura de su pantalón, pero el fusil ni se molestó en ocultarlo. Ya no le importaba nada. El odio volvía a guiar sus pasos. Volvía a ser aquella despiadada asesina que años antes había matado a tanta gente, pero al contrario que aquella vez, ahora sí recodaba a sus padres, todo el dolor que pasó en el orfanato, y cómo le arrebataron el amor de su Ricardo, y recordar todo esto la hacía aún más peligrosa.

    Llegó a la nave industrial en la que  preparaba los negocios sucios su antiguo jefe. Se coló por una ventana, sin mayor complicación y comenzó con su venganza. Caminó por aquellos pasillos de mercancías. Unos pasos delante de ella había dos guardias. Sin pensárselo dos veces descargó una ráfaga de balas  con el fusil. Les disparó a las piernas. Cayeron al suelo antes de poder reaccionar. Se acercó a ellos y los remató. Iban a pagar todo el daño que le habían hecho.

    Minutos después se encontró con cinco guardias más, pero ya estaban avisados de su presencia. Los tiros la habían delatado, pero nada importaba ya... Rodó por el suelo y consiguió herir de muerte a dos de ellos, sólo le quedaban tres. Subió por unas cajas, y desde la altura consiguió disparar a dos de ellos antes de que el tercero le alcanzase con una bala. Se derrumbó con el dolor, pero había conseguido matar a aquel cabrón.

    De su costado salía un montón de sangre, pero no podía quedarse quieta. No había llegado hasta allí para rendirse. Dejó el fusil, ya que se le había acabado la munición. Cogió un cuchillo de uno de los cadáveres y siguió adelante por aquel sin fin de pasillos. Al fin vio a aquel hijo de puta. Había dos matones con él, pero estaban todos de espaldas, y con sigilo no le sería difícil acercarse y matarles... En el más absoluto silencio se acercó a uno de ellos, y con un rápido movimiento le partió el cuello. Al oír el ruido su compañero se giró, pero Laura ya se había abalanzado sobre él. Le asestó cuatro puñaladas en el pecho. Tiró el cuchillo al suelo. Estaba cubierta de sangre, alguna era suya (la mayor parte), pero también estaba cubierta de la sangre de todos aquellos a los que había matado.

    -Sabía que vendrías mi pequeña niña, pero no imaginé que vendrías así. Pensé que te había hecho un favor librándote de ese estorbo de Ricardo. A su lado no me valías para nada, eras inútil, pensé que me lo agradecerías, pero veo que no...
    -Estoy aquí para matarle jefe. Podría haberme dejado vivir feliz, pero su rencor y necesidad de dominio fue superior a usted. No me eche la culpa de lo que va a pasar, porque esto se lo ha buscado usted solito...

    Sacó el arma con una mano, en la otra sujetaba un objeto que la había acompañado durante todo el viaje.

    -Debe darse la vuelta –dijo Laura.- No quiero dispararle por la espalda, pero lo haré si no me deja más remedio…

    Él se dio la vuelta, y pudo ver en un reflejo el arma que llevaba. Después todo fue como a cámara lenta. Sintió el disparo, y luego un fuerte dolor en el pecho. El objeto que llevaba se le resbaló de las manos, pero aún así ella aguantó de pie.

    -Muy bien cabrón, tuvo su oportunidad, pero no supo aprovecharla. Y esto es de parte de Ricardo.

    Una bala salió de su pistola directamente a la cabeza de su antiguo jefe, que se desplomó al instante. Laura permaneció en pie el tiempo suficiente para verle morir, luego la oscuridad se hizo sobre ella y cayó rendida al suelo, muerta. Matar formaba parte de la naturaleza de Laura, había vivido matando, y había muerto por amor... Yacía boca arriba. Tenía dos heridas en su cuerpo. Su sangre manaba copiosamente y caía sobre aquel objeto que había traído con ella...

    “Si llueve”, ese era el título del libro que su sangre estaba empapando... “Si llueve”, e irónicamente comenzó a llover...”  


    *Frase Homenaje a Brian.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    maria jose dijo:
    29 enero, 2007 en 12:56
    Ya te lo dije una vez…Tarantino, a tu lado, un aficionado.
    Leyéndote entran ganas de matar, en serio!
    Por cierto, detalle genial el de la firma de libros jajajaja.

    miriam dijo:
    29 enero, 2007 en 13:14
    Y que gran final!!! No podía ser de otra forma… a pesar de que no sea un final feliz, creo que es el que mejor encajaba con tu historia ;) Y el detalle del libro buenisimo ;)

    M. dijo:
    29 enero, 2007 en 13:25
    Por fin!!!!!!!!!!!!!! argh……………:S jejejeje.Bueno nena!!!!!!Pero que peazo de final más asesino!!!! Es bien de hacer las partes de la historia, resulta simpático y escalado!^^Y el detalle del libro es genial también!Hay algunas cosas que se pueden pulir, pero poco a poco!!! Me encanta que hayas cambiado tanto de estilo!!! XDY gracias por lo que has hecho! ;)Mil besos nena!!!Hasta el domingo!!! ^^

    wannea dijo:
    29 enero, 2007 en 18:12
    el final no podia haberte quedado mejor en serio, murio matando, y con el libro ensangrantado, genial muchos bessos

    Miguel Ángel dijo:
    29 enero, 2007 en 19:26
    Wenas!! Vaya, te gusta la sangre eh!! jajaja relato al más puro estilo Tarantino! Esta wai, parece una especie de Kill Bill que se carga a todo lo que se pone en su camino. Me gusta mucho que Laura se enamorase de una de sus víctimas y no pudiera matarle. Pero joder, que putada, cuando por fin la tia es feliz va el jefe y le jode el invento! Grrrr, tuvo su merecido, por capullo!! Y muy bueno el final con el libro ensangrentado… Me gustó!!

    Un abrazo!!

    Aarón dijo:
    29 enero, 2007 en 19:52
    Ya sé que no soy nada priginal, pero es que Kill Bill está escrito por todas partes en este relato…Laura era una asesina, y habían conseguido dotarla de lo único que necesitaba para ser invencible. Un motivo, una razón….

    me gusta! de verdad que sí…ademas, muy en plan Shakespeare, muriendo hasta el apuntador…XD

    un beso!

    María dijo:
    30 enero, 2007 en 1:34
    Jolín! hay que ver cómo has sabido enlazar historia tras historia, frase tras frase, porque… en principio ninguna frase tiene nada que ver con las anteriores, o eso parecía, porque visto lo visto… jejeje
    Ainssss… es lo que tiene ser una despiadada asesina, que luego no la dejan vivir en paz. Y parecía que aquellos dos que una vez escaparon en un tren podrían ser felices, pero va a ser que no… Al menos antes de morir cumplió su venganza final, ¿no?
    El detalle del libro con el título de Brian… inmejorable. Muchos besotes wapa!!

    victor dijo:
    30 enero, 2007 en 9:53
    Pues mira… ganas tenía ya de que muriera esta tía… porque, aunque no siempre ocurre (eso de la llamada “justicia poética”) hay veces que quién a hierro mata a hierro muere… y Laura no me caía bien.Un beso.

    beatriz dijo:
    31 enero, 2007 en 12:54
    Pues a mí al final la pobriña Laura me da penita, vaya si me da…Muy bien escrito, me gustó mucho…ahora ya puedes unir todas las historias y proponerte hacer tú una novelita…
    La historia de Laura acaba enganchando…
    Un besiño, y hasta el domingo guapa!!

    Irati dijo:
    2 febrero, 2007 en 23:03
    Me ha recordado a la peli de "The Punisher"
    Con lo vengativa que soy yo… seguramente habría hecho lo mismo… pero le habría torturado para que sufriera…
    nos leemos, un besazo!

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