miércoles, 27 de junio de 2007

CuentaCuentos nº 33 "En algún lejano lugar"

En algún lejano lugar
      
    "Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera cuando era un niño. Valandil escuchaba embobado las historias que su abuelo le contaba. Le hablaba de seres imaginarios increíbles... Le contaba las peripecias de piratas en los mares del sur, de egipcios construyendo enormes pirámides, de humanos que vivían en un lejano país... Su abuelo le contaba historias increíbles, y él soñaba con vivir alguna de aquellas aventuras, porque sabía que no podría hacerlo nunca...

    Ahora, Valandil Tinúviel tenía 29 años, y las leyes de los elfos le obligaban a casarse antes de erigirse como rey. Era una ardua obligación, puesto que no hallaba la elfa perfecta a la que pedir en matrimonio. Todas estas confidencias las compartía con la única persona en la que confiaba plenamente, Isil, su mejor amiga. Isil Tasardur tenía 19 años. Era hija de un siervo de su padre. De niños habían estado juntos y siempre había estado a su lado en los malos momentos. El padre de Isil luchó por darle a su hija todo lo que pudo. Tuvo una buena educación y casi sin que se diese cuenta se convirtió en una hermosa joven.

    Valandil e Isil habían descubierto muchas cosas juntos y habían aprendido el uno del otro. A Valandil le encantaba la forma de ver la vida de Isil y a ella le gustaba lo imaginativo que podía llegar a ser él. Ahora Valandil tenía que escoger esposa y sabía que tendría que alejarse de ella para siempre, y eso le llenaba de tristeza. No quería hacerle daño ni verla sufrir, así que poco a poco fue cambiando su actitud con respecto a ella. Isil notaba que él había cambiado. No por su forma de actuar, sino porque ya no estaba aquel brillo en sus ojos, aquel brillo que tenía de niño cuando soñaba que era un legendario pirata. Algo en él había cambiado y no quería compartirlo...

    A falta de una semana del anuncio de su compromiso, Valandil se sentía acorralado. No sabía que hacer y pensó que la única solución era huir, así que esperó a que anocheciese para que la oscuridad fuese su amiga. Se puso unos ropajes viejos de uno de los sirvientes del palacio y salió a escondidas. Pasando por los jardines escuchó un llanto y casi pudo asegurar que era la dulce voz de Isil la que lloraba sin hallar consuelo. No podía irse sin saber si aquella era ella, y si lo era, necesitaba conocer la razón... Se acercó silenciosamente a la elfa, que temblaba inclinada ante la majestuosa fuente que presidía el jardín. Y ella se asustó al notar la presencia de aquel extraño.
 
    -¿Quién eres?
    -¡Qué importa eso Isil! - dijo disimulando la voz. - Dime porqué lloras. Cuál es el motivo por el cual derramas tus lágrimas.
    -El amor... El amor es el dueño de todas ellas y por ese mismo amor las ves caer...
    -¿El amor? - dijo él tristemente. - ¿Quieres decir que el amor ha conquistado tu corazón?
    -Sí, pero es un amor prohibido, que no puede ser... El amor que más duele, ese que das sin esperar nada a cambio.
    -¿Y el sabe lo que sientes? Seguro que lo daría todo por estar contigo... Cualquiera lo haría...
    -No puedo decírselo... ¡No puede saber lo que siento por el jamás! Además mañana contraigo matrimonio. Un matrimonio concertado por mi padre, con alguien a quien no amo...
    -¿Cómo puede tu padre hacerte esto? ¿Y quién es el cobarde que te toma por esposa sin tu consentimiento?
    -Aegnor Súrion... Siempre me quiso... Es rico y mi padre pensó que él podría darme una mejor vida...
    -Así que él es el que te separa de tu amado.
    -Sí, Aegnor Súrion es quien me separa de Valandil...
 
    Entonces él se quedó sin palabras... No sabía que decir en aquellos momentos. Ella le amaba, y él a ella, pero no sabía que podría hacer. Como ayudarla en aquellos momentos...
 
    -Tranquila Isil, el destino es sabio, y mañana estas lágrimas de tristeza se tornarán de alegría, confía en mí...
    -¿Que confíe en ti? Si ni siquiera sé quien eres...
    -Lo sabrás en su momento...
 
    Y desapareció de allí en la oscuridad de la noche. Isil se sentía reconfortada tras haber hablado con aquel desconocido, y algo extrañada, porque le resultaba curiosamente familiar... Por su lado, Valandil entró en el castillo a toda prisa y mandó llamar a su consejero.
 
    -Mi querido Orodreth Ciryatan. Me encuentro en una situación un tanto complicada...
    -Dime Valandil, ¿qué te tiene tan turbado?
    -La mujer que amo se casa mañana con otro. No le ama a él sino a mí. Ese matrimonio fue concertado por su padre y no sé que hacer para librarla...
    -Muy simple mi querido Valandil... Eres el futuro rey, impide esa boda y di que ella es tu futura esposa, que por eso no se puede casar con nadie más...
 
    Pasaron toda la noche hablando y organizando un plan que culminó con la salida a caballo de Alatáriël, la hermana de Orodreth, con la primera luz del alba.

    Alatáriël llegó a casa de Erestor y llamó presurosa a la puerta.
 
    -Mi señor, su hermano necesita de su ayuda inmediatamente.
    -Cada día que pasa estás más hermosa mi querida Alatáriël - dijo mientras le acariciaba dulcemente la mejilla.
    -Erestor mi señor, este no es el lugar ni el momento indicado, su hermano le necesita. Además recuerde que nuestro amor es secreto...
    -Como deseéis Alatáriël.
 
    Cada uno partió hacia su destino. Había mucho por hacer y poco tiempo antes de que al fin saliese el sol... Alatáriël se presentó en casa de Isil como había prometido a su amiga y la ayudó a prepararse para su boda. Por las mejillas de Isil todavía podían adivinarse los surcos que las lágrimas habían dejado aquella noche. Por otro lado, Erestor había ido a casa de Aegnor para explicarle la situación y tratar de hacerle entrar en razón.

    Unas horas después, en la otra punta de la ciudad, Isil estaba a la puerta de la iglesia, temblando. Sabía que su felicidad se terminaría cuando atravesase el portón de aquella iglesia y con el último paso hacia el interior Alatáriël pudo ver como se desvanecía la sonrisa de su amiga... Podía ver a su futuro esposo de espaldas en el altar y con cada paso que daba sentía que estaba matando a su corazón. Dirigió una mirada a Alatáriël, que le sonrió dulcemente, aunque no entendía porque... Siguió su camino y vio allí también a Orodreth y Erestor. ¿Qué hacían ellos allí? ¿Dónde estaba Valandil? ¿Le habría pasado algo? Llegó al altar y bajó la mirada al suelo. No tenía fuerzas para nada más. Entonces una mano se posó en su barbilla e hizo que levantase la vista despacio...
 
    -¿Creíais que iba a permitir que se borrara de sus ojos ese brillo tan especial? - dijo Valandil sonriente.
    -Pero, ¿cómo...?
    -No digáis nada más mi señora. Anoche ya me lo dijisteis todo...
    -¿Eras tú? ¿Y por qué me hablas ahora así? - preguntó sollozando...
    -Porque así es como se le habla a una esposa, a mi esposa... Y espero que estas lágrimas sí que sean de felicidad... - y la besó tiernamente en los labios.
 
    Orodreth y Erestor se daban palmadas de aprobación por el buen término que habían conseguido, pero Erestor casi no le prestaba atención. No tenía ojos más que para Alatáriël, y se preguntaba cuando podría estar al fin con ella. Y cuando ella pasó por su lado dijo muy débilmente como si hubiese leído sus pensamientos:
 
    -Algún día mi señor, algún día..."


    *Frase de Oski.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Cris dijo:
    26 junio, 2007 en 20:36
    Wuauuuu!!! De larga nada, que me la he leido del tirón…¡Con lo que me gustan a mi las historias a lo "señor de los anillos" !(es una faceta un poquito desconocida de mi…pero me gusta mucho Tolkien…pero solo los libros ^^ ) y encima tan linda como esta!!! Estas hecha toda una expcialista en historias de amor mi neni! ¡Y … dedicado!¡Menudo lujazo! Muchas gracias!Un besito presiosa:
    Lúthien Tinúviel …klover para entendernos!

    Jara dijo:
    27 junio, 2007 en 11:56
    los dedos de la elfa Nessa Tinúviel recorren el teclado una vez que sus ojos fueron posados por una historia de amor que le recuerda que siempre deberían hacerse realidad los sueños respecto al corazón.
    Los finales felices sólo ocurren en las películas y en los cuentos, pero nosotros podemos hacer de la nuestra el mejor, sí realmente queremos vivir sonriendo.
    Me agobia tanto nombre élfico, no lo puedo remediar, los libros de tolkien los tengo apartados por ese motivo, pero bueno eso ya es algo personal mio.
    muchos besos

    Sara dijo:
    28 junio, 2007 en 11:35
    mira q me gustan a mi las historias de elfos, duendes y seres encantados!! =) jiji… tu querias salir en mi relato??? jijiji… necesito un/a voluntario/a.
    besitos!!

    Mari dijo:
    28 junio, 2007 en 18:02
    Hola, paseando por la red he encontrado tu space,y me ha gustado mucho, este cuento lo encuentro muy bonito. A mi también me gusta mucho escribir historias, pero de misterio. Te mando un saludo

    Asiria dijo:
    28 junio, 2007 en 23:03
    Un cuento, como diría mi abuelo, de estirpe pedigrera, de los entrañables cuentos de antaño, en donde el amor triunfa al final no sin antes superar trabas y obstáculos con la ayuda de la amistad y el poder del corazón sobre la razón. Un cuento que sucede en el mundo élfico pero que como el amor puede darse en cualquier dimensión, mundo o época. Con una narración llena de emoción y sensibilidad nos trasladas a través de la historia hacia un final felíz que desafortunadamente suelen darse solo en los cuentos.
    Magnífica historia y mejor contada. Un abrazo!

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