¿Y ahora qué?
Imprescindible haberse leído antes la historia anterior titulada
"-Quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro. - pensaba Níobe mientras entraba por la puerta de su casa. - Que mi vida, mi historia real se publicase en un libro. Sí, eso estaría muy bien..
Se dirigió a
la habitación del fondo del pasillo, donde tenían a Aarón inmovilizado. Entró y
tiró la chaqueta sobre la cama mientras se dirigía al cuarto de baño, y
entonces lo escuchó... Nada... Ni un ruido, ni un insulto, ni siquiera un
comentario soez y malintencionado a los que ya se había acostumbrado con el
paso de los meses. Aarón había tratado día tras día de sacarla de quicio, de
molestarla, tanto a ella como a Mj y Beleita durante este largo año.
Salió del
cuarto de baño para ver cual era el motivo de su silencio esta mañana y lo que
vieron sus ojos la aterrorizaron... ¡Aarón no estaba allí! Las esposas seguían
en su lugar, ahora llenas de sangre, colgando de la cabecera de la cama. Y
aquello no era lo peor, la visión de las esposas no fue lo que hizo que su
sangre se helase en sus venas... La cama estaba desecha, únicamente tenía la
sabana de abajo y sobre ella, escrito con sangre estaba aquel mensaje que la
hizo estremecerse una y otra vez...
“VOY A VENGARME
Y DESEARÉIS
NO HABERME
CONOCIDO JAMÁS”
Cuando fue totalmente consciente de lo que
estaba pasando corrió a coger su pistola de su bolso. No sabía si todavía
estaba en la casa y si tenía que matarle lo haría, no lo dudaría ni un solo
instante... Recorrió toda la casa con el arma en alto lista para usarla si
fuese necesario. No se iba a dejar matar por él. Por protegerse sería capaz
hasta de acabar con su vida de un disparo, pero en aquella casa no había nadie,
estaba sola... Trató de tranquilizarse, Mj y Beleita llegarían en cualquier
momento y entre las tres solucionarían el problema. Pero ¿y si Aarón había ido
a denunciarlas? ¿No sería mejor que escapasen de allí cuanto antes?
Estaba perdida
entre sus pensamientos cuando la puerta del piso se abrió. Se escondió un poco
más en el sillón y casi ni respiraba, para no delatar su presencia a quien
quiera que fuese el que acababa de entrar. Le quitó el seguro a su arma y
sacando fuerzas de flaqueza pegó un salto y se puso de frente al intruso con el
arma dispuesta para disparar...
-Tía, ¿pero
qué coño haces? – dijo Mj pegando un respingo.
-Lo siento –
le respondió Níobe bajando el arma. – Aarón ha escapado y pensé que podía ser
él o la policía...
-¿Que ha
escapado? Pero, ¿cómo?
-No lo sé...
Llegué de mi entrevista con el editor y ya no estaba, pero eso no es lo
mejor... Vete a la habitación y mira lo que nos ha dejado como regalo de
despedida – y tras decir esto se desmoronó en el sofá.
-Voy a ver...
Mj estaba
llegando a la habitación cuando escuchó la puerta y la voz de Beleita
anunciando que había llegado, y luego un murmullo que a cada paso que daba se
hacía menos audible y entró en la habitación. Beleita se acercó a Níobe al
verla así en el sofá... Se la veía como sin fuerzas para nada y en sus ojos
había un mar de agonía y miedo que la asustó a ella también...
-Níobe cielo, ¿que
pasa?
-Aarón...
-Aarón, ¿qué? ¿Te
ha hecho algo ese cerdo? Le mato... – y en ese momento se escuchó el grito que
dio Mj y que hizo que Beleita se levantase y se precipitase por el pasillo –
Mj, ¿qué pasa?
-Aarón...
-Joder, ¿Aarón
qué? Qué coño pasa hoy con en el princi…
Y al entrar en
la habitación y ver la escena que se presentaba antes sus ojos, la última
palabra se quedó atascada en su garganta. La visión de la sábana ensangrentada
con aquel macabro mensaje casi no la dejaba respirar... Salió de la habitación
y se dirigió a donde estaba Níobe y entendiendo ya aquel estado de completo
desconcierto la abrazó sin decir nada... Al rato apareció Mj en el salón y se
abrazó a ellas también.
-¿Y ahora que
haremos? – preguntó Níobe sin levantar la cabeza.
-No sabemos
cuanto hace que ha escapado, pero si la policía no ha venido es buena señal, ¿no?
– dijo Mj.
-No estoy yo
tan segura – respondió Beleita. – Yo casi prefería que viniese la policía a que
Aarón se tome la justicia por su cuenta. Es un chico muy inteligente y le hemos
cabreado...
-Ya le he
cogido una vez – dijo Níobe. – Podré cogerlo una vez más...
-Pero antes no
sabía que ibas detrás de él – suspiró Beleita mientras apoyaba su cabeza en la
de Níobe. – Ahora lo sabe casi todo sobre nosotras y es muy peligroso...
-¿Y qué
podemos hacer? – preguntó Mj.
-De momento
separarnos... – apuntó Níobe. – Juntas somos un blanco más fácil... Quiere
venganza y no debemos ponérselo fácil...
-¿Qué
sugieres? – preguntaron al unísono Mj y Beleita.
-Que las tres le busquemos por separado,
siguiendo diferentes vías de investigación, y cuando una de nosotras dé con él,
trazaremos un plan para volver a pillarle. ¿Estáis de acuerdo chicas?
-¡Sí!!
-¡Pues en
marcha!
Cada una se
fue a su cuarto a preparar las maletas y en menos de una hora estaban listas
para irse... Cada una tomó un camino, una dirección y se prometieron andar con
cuidado y llamarse todos los días. Níobe volvió a Galicia, a su tierra de
meigas, sabía que allí la encontraría fácil, pero no tenía miedo. Si la
encontraba a ella primero, Mj y Beleita sabrían donde esta él, y quizá pudiesen
cogerle... Eso era lo único que les importaba, y ellas habían echo lo mismo.
Habían vuelto a sus casas. Entró en su casa y agudizó el oído, por si detectaba
algún sonido sospechoso, pero no fue así. Inspeccionó toda la casa a conciencia
antes de dejarse caer tranquila sobre el sofá. Durante un buen rato estuvo sin
hacer nada, simplemente quedarse quieta, pensando cual podría ser su siguiente
paso.
Era martes,
así que decidió sacar su portátil y conectarse a Internet. Seguramente, por la
hora que era, el Señor de las Historias ya habría publicado la frase de la
semana. Nunca había faltado a una cita en Cuentacuentos, y no iba a empezar
ahora. Y como se había imaginado allí estaba la frase... Su corazón se aceleró,
sus pupilas se dilataron y no fue capaz de articular más que un pequeño susurro
al leer la frase: “Echó un ultimo vistazo a la estación antes de comenzar a
andar”. Era su frase, ¡aquella semana tocaba su frase! Y una frase muy
familiar, porque hacía poco más de una hora que había abandonado la estación de
Vigo... Escribió un mensaje plasmando toda la emoción del momento. Quería
compartirlo con todo el mundo, pero antes de darle a publicar sonó el teléfono.
Dio un respingo en la silla y se apresuró a contestar.
-¿Sí?
-Hola, soy
yo...
-Mj, que tal
el viaje, ¿has llegado bien?
-Sí... Espera
que tengo a Beleita en la otra línea y os junto a las dos. – Se escuchó un
pitido. – Bele, ¿me escuchas?
-Sí, estoy
aquí... A ver, ¿que es eso que nos querías decir?
-He llegado a
casa y he encontrado un sobre en el buzón del correo... Contiene una foto de
las tres... Aquella foto que teníamos en el salón de casa...
-Bueno, ¿y? –
dijo Níobe.
-Pues que no
tiene remitente y va sin sello...
-¿Crees que
podría ser de...? – preguntó Beleita.
-Puede... Y si
está sin sello quiere decir que lo tuvo que entregar en mano y ha escapado
justamente esta mañana, lo que supondría que... – la voz de Mj se entrecortó.
-Supondría que
está ahí... – terminó Níobe. – Ten mucho cuidado niña, y a la más mínima
sospecha escapa...
Colgaron el
teléfono y Níobe le dio a publicar el mensaje que había escrito. Le apareció un
pequeña ventanita diciéndole que tenía un mensaje privado nuevo. Fue a verlo.
Su cuerpo se tensó por completo. Era un mensaje de Aarón. ‘Voy un paso por
delante de vosotras... Sé donde estáis, y puedo ir a por cualquiera en cuanto
quiera... Os he estado observando todos estos meses. Sé como actuáis, y que
paso daréis antes de que lo hagáis, pero ¿y tú? ¿Tú sabes cual será mi
siguiente paso?’
Las náuseas se
apoderaron de su cuerpo, pero logró contenerse. Tenía que mantenerse fría y
serena para pensar con claridad. Lo que él quería era desarmarla, conseguir que
no pudiese pensar con claridad. Estaba en Cáceres. ¿Sería fácil localizarle? ¿Y
si lo que él quería es que pensase que estaba en Cáceres? Todo era posible, no
iba a desechar ninguna opción hasta que estuviese del todo segura. Le propuso a
Beleita dos vías de investigación distintas pero parejas. Beleita trataría de
localizar el lugar donde podría estar alojado, mientras Níobe investigaría la
dirección IP de la terminal desde la cual le había enviado el mensaje...
El resto del
día lo tuvieron muy ocupado. Beleita llamando a hoteles, hostales y albergues.
Sabía que era muy listo, pero podría habérsele pasado algo por alto. Lo intentó
con Aarón, Principito, Elvis, Freddy... Ninguno dio resultado. ¿Cuál sería el
pseudónimo que estaría utilizando? Níobe por su lado había ido a un experto en
informática, pero no había sacado nada en claro... La dirección IP estaba
desviada a lo largo de cientos de ordenadores y finalmente se perdía la
pista... No había nada que hacer. Níobe se acostó a la una de la madrugada. El
sueño tardó en acurrucarse con ella en aquella cama, pero al fin llegó...
De repente un
ruido la despertó. Miró el reloj, las 6 de la mañana, había dormido más de lo
que creía... Y otra vez aquel ruido la sacó de sus pensamientos. Se vistió la
bata y sacó de debajo de la almohada su pistola. Caminó por el pasillo, con
pasos cortos y silenciosos, otra vez aquel ruido, y al fondo del pasillo
una luz tenue, que no sabía muy bien de donde provenía... Continuó avanzando
hasta acercarse a la esquina, tomó aire y dio el último paso...
Sus ojos
pasaron por toda la estancia hasta posarse sobre su ordenador. Creía haberlo
apagado, casi podría jurarlo, pero allí estaba encendido. Iluminando con su
suave luz toda la habitación, y entonces escuchó de nuevo aquel ruido y al fin
supo de donde provenía. La luz anaranjada de una conversación de MSN la llamaba...
Se acercó al ordenador y abrió la conversación y pasó sus ojos por todas
aquellas palabras para constatar lo que temía. Aarón se estaba poniendo en
comunicación con ella.
-Tengo algo
que te interesa... Ven y te lo mostraré... Te espero...
-¿Qué quieres?
– dijo Níobe. – ¿Qué es eso que tienes?
-Mira – dijo
al tiempo que le enviaba una invitación para ver su cam.
Esperó en
silencio los largos segundos hasta que por fin se realizó la conexión y le vio.
Tenía una sonrisa en los labios, una sonrisa que hizo que se le erizase toda la
piel en un instante.
-Ya te veo, ¿que
es eso que según tú me interesa?
-¿Tanta prisa
tienes? ¿No quieres disfrutar un rato de mi compañía?
-No gracias,
ya la he tenido durante casi un año y ya me he aburrido de ti...
-Te
arrepentirás de todo lo que has hecho y empezarás hoy...
Se apartó de
delante de la cámara y los ojos de Níobe se perdieron en la imagen que tenía
ante ella. Al principio no encontraba una forma lógica a lo que estaba viendo,
pero hasta que hubo movimiento no logró comprender. Sus ojos curiosos se
toparon con la mirada atemorizada de Mj. Estaba atada en una especie de potro y
sobre sus ropas se podían ver manchas de sangre. Se movía frenéticamente, seguramente
estaba sufriendo el mayor de los tormentos y ella no podía hacer nada por
ayudarla. Pudo ver una sombra y al instante Aarón volvió a aparecer en la
imagen, junto a Mj que había empezado a moverse con más fuerza que antes. Se
acercó un segundo al ordenador y le envió una invitación para poder escucharle.
Estuvo unos segundos mirando aquella invitación. Temía lo que pudiese oír si la
aceptaba, pero temía hacerle enfadar si no lo hacía, así que la aceptó sin
estar preparada para lo que iba a escuchar...
Mj gritaba,
pedía clemencia a gritos con la voz desgarrada, y Níobe al otro lado del
ordenador comenzó a llorar al ver a su amiga en aquella situación y maldijo a
Aarón una y mil veces.
-¡Eres un
cabrón! Déjala marchar, es a mí a quien quieres.
-Es a ti a quien quiero, pero antes tienes
que sufrir lo que sufrí yo, ver muertos a tus amigos...
Pudo ver como
algo brilló en su mano y entre los gritos de Mj fue testigo de cómo él la
degollaba lentamente.
-Te mataré
Aarón. Te mataré... – y rompió a sollozar.
-¿Qué dices?
Con todos estos gritos no puedo escucharte – y en ese momento alzó el cuchillo
y lo clavó varias veces con furia en el abdomen de su presa.
-¡Noo! Joder, ¡no!
Vio como su
amiga exhalaba su último aliento y al rato él cortó la conexión y desapareció.
Níobe corrió a llamar a Beleita.
-Nena, Mj está
muerta.
-¿Qué? ¿Qué ha
pasado?
-Aarón la ha
matado... Y he sido testigo.
-¿Que has sido
testigo? Espera, que me han mandado un mail... – se hizo un silencio. – Es un
mail suyo, con un video adjunto...
-¡No lo veas! ¡Beleita
no lo veas!
Silencio, nada
más que silencio al otro lado del teléfono. Un silencio que de repente se vio
truncado por un grito y un llanto incontrolado...
-¡Beleita!
-¿Porque me ha
enviado esto?
-Sólo quiere
venganza...
-Hay algo más
– dijo entrecortadamente. – Me ha escrito algo...
-¿Que te dice?
-Tú serás la
siguiente... – y otra vez se hizo el silencio entre ambas. – Tú serás la
siguiente...
-Haz las
maletas y vete, vete ahora mismo, ¡a donde sea! No le digas a nadie a donde te
vas. Sólo vete, escapa...
-¿Y tú?
-Yo haré lo
mismo. En una semana no podremos estar en contacto. Llévate el móvil que
compramos para emergencias y cuando sea seguro me pondré en contacto contigo.
-Muy bien... ¡Neni!
-Dime...
-Ten
cuidado...
Y la
comunicación se cortó. Durante unos segundos se quedó sentada delante del
ordenador, pero al rato se levantó a toda prisa y en menos de 48 horas estaba
haciendo otra vez las maletas para salir corriendo a ningún lugar...
Aarón salió de
la habitación de aquel edificio dejando tras de sí un fuego que tardarían horas
en apagar y que destruiría todas las pruebas que se negaba a recoger. Quería
venganza y no tenía tiempo para planear nada más... Ahora pensaba en el
siguiente paso. ¿Qué hacer ahora? Tenía que trazar un buen plan y le llevaría
un par de días...
París. Más de
dos millones de habitantes entre los que confundirse. Dos millones de
habitantes que la hacían pasar inadvertida, pero también dos millones que
podían ocultar el peligro en cualquier lugar, donde menos se lo esperase... Había
pasado casi una semana, cinco largos días en los que no había podido pegar ojo.
Cada vez que se dormía a su cabeza volvían las imágenes de los últimos minutos
de vida de su amiga y la amenaza hacía Beleita se tornaba más peligrosa.
Entró en su edificio y como cada día, con temor abrió el buzón de correos...
Nada. Eso la hizo respirar con un poco más de tranquilidad. Subió las escaleras
y entró en su piso. Dejó las llaves sobre la mesa de la entrada y se dejó caer
sobre el sofá del salón pensando en Beleita. ¿Estaría ella bien? ¿Debería
llamarla ya o esperar un par de días más? El teléfono comenzó a sonar e hizo
que Níobe diese un grito mientras salía disparada del sofá... Al menos ya no
tendría que pensar mucho más que hacer. Ya la llamaban a ella.
Contestó al teléfono, pero al otro lado no escuchó nada. La línea volvía a
fallar. Es lo que tienen los móviles baratos, que cuando realmente te hacen
falta no funcionan. Siguió un rato más al teléfono, por si se establecía la
comunicación, pero le fue imposible. Sonó el timbre y desde el salón vio como
un pequeño sobre se deslizaba por debajo. Tiró el móvil al sofá y corrió hacia
la entrada. Abrió el sobre y se encontró con lo que más temía. Una foto de
Beleita, atada y amordazada en algún lúgubre lugar...
Cogió su arma y salió a la calle en busca de la persona que le había echo
llegar el sobre. Al salir a la puerta vio una sombra doblar la esquina de la
calle y se dirigió hasta allí. Lo vio a lo lejos y le gritó que parase. La
carrera continuó durante varias calles más. Se habían internado en la zona
conflictiva de París. Allí no había justicia y nadie preguntaba así que dio un
tiro al aire para intentar que su perseguido se detuviese, pero no fue
efectivo.
Un par de calles más adelante ya estaba lo bastante cerca para tratar de darle
un tiro sin que resultase mortal, así que se paró, apuntó y apretó el gatillo
justo en el instante en el que su presa daba un giro fatal, ya que la bala
predestinada para su hombro acabó alojándose en su pecho. Vio como se desplomó
en el suelo y se acercó, ahora con paso más calmado. Se arrodilló ante su
víctima y se dispuso a quitarle la capucha que ocultaba su identidad, y al
hacerlo todo su cuerpo se paralizó.
-¡Klover! ¿Tú? Por qué…
-Aarón nos dijo que nos ibas a matar a todos, que teníamos que ayudarle.
-A ti no miniña, a ti no... – y rompió a llorar.
-A mí no, pero ya lo has hecho...
-¡Ha sido culpa suya! No tenía que enviarte a ti a hacer su trabajo... ¡Maldito
cobarde!
-No ha sido él... – dijo Klover mientras un hilo de sangre carmesí comenzaba a
brotar de la comisura de sus labios. – Yo me ofrecí para entregar el mensaje,
para que te rindieses, pensé que no me harías nada...
-Sabes que no te haría daño, ¿porque no has dado la cara?
-En el último momento me ha entrado miedo...
-Y lo que me entregaste no era una carta para que me rindiese – y le enseñó la
foto que llevaba guardada en la chaqueta. – Mira, tiene a Beleita. Él es igual
que yo...
-Entonces igual me habría matado a mi regreso, ¿no?
-Puede ser... ¡Klover! ¡Klover!
Y con el cadáver de su amiga entre sus brazos juró venganza. De una u otra
forma la vengaría, aunque la misma venganza la llevase a ella a la muerte...
Dejó el cadáver sobre el suelo frío, con cuidado y se dirigió a su casa. Cogió
el teléfono y marcó. Parecieron pasar minutos hasta que sintió como descolgaban
al otro lado de la línea.
-Aarón... Sé que eres tú...
-jajaja... Así que ya has recibido mi mensaje. ¿Y Klover?
-Está muerta, ¡la maté por tu culpa!
-Míralo por el lado bueno, mejor morir en tus manos rápidamente, que sufrir el
tormento que le tenía reservado...
-Eres un cabrón y me las vas a pagar!
-¿Te las voy a pagar yo a ti? ¡Tú has matado a mis amigos para escribir un
libro! Me has tenido retenido durante casi un año ¿y dices que yo te las voy a
pagar a ti? ¿Sabes que me estás enfadando?
-Tú ya me has enfadado a mí... Y eso no es nada bueno...
-Ah, ¿no? Escucha esto...
Y por el teléfono se empezaron a oír los gritos de dolor de Beleita. No podía
imaginarse que clase de sufrimiento estaría padeciendo, pero seguro que él se
estaría saciando con ella. Disfrutando de cada segundo como si fuera a ella a
quien tenía allí.
-Es a mí a quien quieres. ¿Por qué le haces esto a ella?
-Porque tienes que sufrir antes de morir...
-¿Y como estás tan seguro de que me
matarás?
-¿Aún no te has dado cuenta de que sé donde
estás? He mandado a Klover exactamente tu casa. Puedo localizarte en
cualquier momento...
-¡Pues ven a por mí!
Escuchó su risa, que hizo que todo el vello de su cuerpo se erizase. También
escuchó la voz de Beleita pidiendo clemencia, un grito desgarrador y después
nada. Silencio otra vez...
-Una cabeza menos. Ahora sólo estamos tú y yo pequeña.
-¡Y si te estropeo la diversión capullo!
-¿Y cómo lo harías?
-Puedo suicidarme, y te joderías.
-No creo que vayas a hacer eso...
-¿Ah no? ¿No me crees capaz? Deberías conocerme mejor...
-No te equivoques. Sí te creo capaz de hacerlo, pero no lo harás cuando sepas
la última sorpresilla que te tengo preparada...
-¿Y cuál es esa sorpresa?
-¿Que me dirías si te dijese que la semana que viene no habrá frase?
-¿Qué?
-Que no habrá quien publique esa frase que todos esperan y que será por tu
culpa...
-¿Qué le has hecho al Señor de las Historias?
-¿Yo? Nada. ¿Qué le has hecho tú? Su vida depende de la tuya... Si te suicidas,
él muere. Si me matas él muere. Si mueres de repente y sospecho que ha sido una
trampa, él muere... No tienes escapatoria.
-Serás hijo de...
-Shhhh, pequeña. Cuidado con lo que dices.
Y en ese instante se cortó la comunicación. ¿Que iba a hacer ahora? Estaba
claro que volver a España. Tenía que salvar al Señor de las Historias como
fuese, el resto daba igual. Hizo las maletas, y una vez más recogió todas sus
cosas. Iba a volver, iba a encontrar al SdlH y después iba a torturar a Aarón
hasta que le pidiese clemencia. Y luego le mataría sin piedad.
Abrió la puerta de su piso y su maleta cayó al suelo, como un peso muerto. Se
quedó petrificada sin poder mover ni un solo músculo de su cuerpo. Dentro de su
cabeza fluían mil ideas, pero ninguna acción era realizada...
-¿Qué pasa? ¿No esperabas encontrarme aquí? – dijo Aarón con sorna.
-¿Y Beleita? ¿Qué le ha pasado a Beleita?
-Míralo tú misma... – y tiró una bolsa al suelo, ante los pies de Níobe.
Las manos de ella temblaban cuando se arrodilló. Abrió la bolsa con cuidado,
temiendo lo que iba a encontrarse allí. Terminó de abrir la cremallera y de un
golpe abrió la bolsa. Un grito de terror escapó de sus labios cuando sus ojos
se cruzaron con otros sin vida...
-Esta no es Beleita...
-¿Ah no? Jajaja... Me habré confundido de
bolsa entonces, ¿quien es la afortunada?
-¿Afortunada? ¡Has matado a Wannea cabrón!
-¡Ah! Wannea... Tan dulce, tan inocente...
-Serás...
-Cálmate, recuerda a quien tengo y que depende de ti... Sólo quería verte a los
ojos y saber que te tengo en mi poder... - y dicho esto se fue.
Níobe salió a la calle, pero ya no le vio. Estaba desconcertada. Cogió un taxi
hasta el aeropuerto y regresó a España, a Madrid. Allí tenía que estar y allí
debería tener al SdlH, iba a encontrarle costase lo que costase... Puso su
empeño durante días, pero no encontraba ninguna pista viable. Deseaba morirse,
pero ello significaría la muerte del SdlH y sería una pérdida terrible para los
futuros Cuentacuentos. Tras una semana de búsquedas infructuosas se había
rendido. Cogió el teléfono e hizo lo que estaba segura de que él esperaba,
rogarle...
-Haré lo que me pidas. Lo que sea, pero a él no le hagas daño...
-¿Lo que te pida? Está bien. Ven esta noche a mi casa. Ven sin armas y ponte
guapa...
Esa tarde, mientras se arreglaba, trataba de esconder bajo el maquillaje y
aquella ropa todo el odio que sentía hacia él. No le hacían falta armas, porque
las más mortales que poseía iban siempre con ella. Miró sus manos y decidió que
las utilizaría si fuese necesario... La llevó a cenar a un restaurante francés.
Ella tenía que fingir que se lo pasaba bien, que era una mujer feliz, cuando en
cambio deseaba verle sufrir mientras derramaba gota a gota su sangre. Después
la llevó a su piso y allí la obligó a acostarse con él. Durante todo el tiempo
en la cabeza de ella sólo había un pensamiento. Encontrar al SdlH y después
matar a Aarón. Matarle lentamente, alargando su agonía todo lo que pudiese,
para hacérselo pagar todo...
Salió de allí de madrugada, entre lágrimas y con la promesa de él de que al
llegar a su casa tendría un mail con la dirección en la que se encontraba el
SdlH. No estaba segura de poder fiarse de él, pero en aquellos momentos es lo
único que podía hacer... Llegó a su casa, se sentía sucia, pero lo primero que
hizo fue encender el ordenador. Vio su correo y allí estaba el mensaje. Le daba
la dirección exacta y las indicaciones precisas para llegar. Así como también
la informaba de que esa misma noche se marchaba de allí y que no le buscase,
que sería una pérdida de tiempo, porque no le encontraría.
Se dio una ducha rápida y salió en busca del polígono en donde se encontraba
encerrado el SdlH. Gracias a las indicaciones no le costó encontrarlo. Se
detuvo delante de la nave en la que debería estar, bajó del coche y buscó una
forma de entrar. La puerta estaba abierta, así que entró con cautela. Estaba
muy oscuro. Palpó en busca de un interruptor que encendiese la luz, pero no lo
encontró, pero cerca de ella encontró un par de linternas y probó unas cuantas
hasta dar con una que funcionaba. Inspeccionó la nave desde la oscuridad, con
el haz de luz iluminando más allá de lo que podía distinguir y a lo lejos,
creyó vislumbrar una forma humana. Se acercó con pasos sigilosos hasta que pudo
ver con claridad que sí, que se trataba de una persona que estaba tumbada en el
suelo, durmiendo. Era él.
Se acercó corriendo esta vez y empezó a mecerlo para despertarle. Su tacto era
frío, casi podría decirse que gélido. Entonces vio sus ojos vítreos abiertos y
sus labios de color azulado. Estaba muerto. No presentaba heridas de ningún
tipo, había muerto de hambre... ¡Le había dejado morir de hambre! Y por el
aspecto que presentaba al menos llevaba ya un par de días muerto.
-¡Serás cabrón! – gritó Níobe entre lágrimas. – Me la has jugado y ahora vas a
saber quien puedo llegar a ser... ¡Te lo juro!
Pasaron las semanas amanecía un día tranquilo y soleado. Los pajarillos piaban
en las ramas de los árboles, le piaban al sol que recién estaba saliendo, le
piaban al alba. Era un día de esos, extraño... Un día en el que no se
despertaba con el sonido de pistolas o escopetas, con el bullicio de alguna
pelea, o con la tímida sirena de los pocos coches policía que se atrevían a
integrarse en las favelas de Río de Janeiro.
Abrió los ojos y se desperezó. Estiró los brazos lo más que pudo y al bajarlos
hizo caer un papel de la mesita. Lo recogió del suelo y leyó lentamente.
“AHORA YO TAMBIÉN
SÉ DONDE ENCONTRARTE…”
A su espalda Aarón escuchó un ruido y supo
que su vida se había terminado para siempre...
-¿Bueno, qué le parece? – le pregunté al redactor.
-Sensacional señorita. Creo que se venderá
aún más que el otro... ¿Y no se plantea una tercera parte?
-No, no... Nada de terceras partes... No creo que mis personajes pudiesen con
una tercera parte... jajajaj...
-Muy bien, no insistiré. Pero sí puedo decirle que vaya pensando en otro
argumento, porque la editorial quiere que firme con nosotros su próximos tres
libros.
-¿Tres libros más? Dios, es increíble...
-No, lo que es increíble son sus relatos señorita.
Me fui a casa con una sonrisa en la boca. No podía creerme que me fuesen a
publicar el segundo libro, ¡y además querían que firmase por tres más! ¡Increíble!
Tenía que contárselo a alguien. Entré en casa y me dirigí por el pasillo a la
habitación del fondo. Aarón estaba allí, en la cama, y se lo contaría todo con
pelos y señales... Entré en la habitación y dejé mi chaqueta sobre una silla.
Me giré hacia la cama y me la encontré vacía... ¿Y Aarón? ¿Dónde estaba?
Entonces me agarraron por sorpresa por la espalda y di un respingo y un pequeño
grito.
-Te he dicho mil veces que no me des estos susto imbécil – dije mientras le
daba un golpe en el estómago. – ¿A que andabas?
-A darme una ducha, iba a esperar por ti, pero se hacía muy tarde y no me
apetecía seguir en la cama...
-Bueno, ¡tengo muchas cosas que contarte! ¡Les ha encantado! ¡Y me han pedido
que firme un contrato para tres libros más!
-¿Sobre lo mismo?
-No, ya les he dicho que no, que esta historia ha terminado aquí.
-Mejor cielo.
-Sí, es una lástima que hayan tenido que morir Mj y Beleita y todos los demás
para esto...
-Y ha sido magistral que las tuvieses engañadas desde el principio... Nena, nuestro
libro será un éxito. – dijo Aarón mientras me abrazaba.
-Mi libro Aarón, mi libro – le digo mientras le doy y dulce beso y siento como
su vida se va escapando entre mis manos. Al fin me había cobrado mi última
víctima...”
*Frase de Larisavel.
Comentarios de la entrada original:
ResponderEliminarwannea dijo:
17 septiembre, 2007 en 18:28
nunca crei que mi muerte fuera tan brutal, y luego se queja Aaron que lo maté en su relato, si es que…. al final me acaba matando él!!!! jajajajajajajajajaj nena, majistral!!!!! me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaporfavor….. otro libro mas!!!!!!!!!!!! muaka!
wannea dijo:
17 septiembre, 2007 en 18:29
perfecto
wannea dijo:
17 septiembre, 2007 en 18:29
quiero mas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! jajajaja
luzdeluna dijo:
17 septiembre, 2007 en 20:15
Solo puedo decir !AGG que miedo!!, sigue please. ;)
Sandra dijo:
17 septiembre, 2007 en 20:16
Bueno niña… yo soy muy sosa comentando, además, que ya te lo he dicho todo por el msn… jejejePero que me ha gustado mucho, más esta parte que la otra, la lucha es más personal y más cruel, y eso me mola. El final es muy inesperado, cosa que me gusta, odio cuando todo se ve venir de lejos.Un beso enorme y no mates muchos cuentacuentos más. (¡¡¡Yo sigo viva!!! Muahaha…)
maria jose dijo:
18 septiembre, 2007 en 23:43
Me has matao :(
Asiria dijo:
20 septiembre, 2007 en 3:57
Y desde ultratumba resuena una voz!! Y mi libro? Aún no han hablado de mi libro! (Umbral) :)
Menudo historión!! Dificil era llevar a cabo una obra con tantos personajes y al mismo tiempo seguir el hilo de la trama y consigues realizar un muy buen trabajo. La narración va oscilando entre el creer el caso resuelto y nuevas circunstancias que lo reabren en situaciones y personajes nuevos hasta llegar al desenlace final.
Pero mira que hay muertes ehh!! Aunque todo sea por la literatura y la edición de un libro! :)
Te lo has currado! Enhorabuena. Un abrazo!
Cris dijo:
20 septiembre, 2007 en 18:11
En vez de corazoncitos tu espacio debería tener puñales,pistolas y gotitas de sangre…Te queda alguien por matar? XD Yo hoy he muerto dos veces: una en tu historia y otra de la vista…^^Ya estás hecha toda una expecialista en cargarte cuentacuentos…
Cuídate!
Kloverkirov
Jara dijo:
21 septiembre, 2007 en 21:25
vaya paranoia que has montado aquí en un momento!!! la verdad que nos da por matarnos a todos de una manera… tú no crees que detrás de esto hay un mensaje oculto? deberíamos investigar!!! yo por si acaso voy a dejar de fiarme de vosotros que cualquier día me veo asadita y cortada en trocitos.
que descasen en paz-
así sea.
besotes
Duendecilla-Mun dijo:
19 septiembre, 2007 en 19:28
¿No podéis hacer una historia sobre los Cuentacuentos en la que no muera nadie y que a todos nos pasen cosas chupiguays XD? Una idea original, como ya te dije^^ Y la foto de la nota acompaña muy bien la historia^^Besos,Mun