lunes, 17 de diciembre de 2007

CuentaCuentos nº 58 "Huída"

Huída

    “Se despertó con todo el cuerpo dolorido. Sentía un frío penetrante que la calaba hasta los huesos. Era incapaz de abrir los ojos y mucho menos de moverse. La verdad es que desde que habían empezado aquel viaje no recordaba un despertar así. Entonces un escalofrío recorrió toda su espina dorsal al darse cuenta de que no podía mover los brazos. Los tenía inmovilizados a su espalda, por las muñecas.

    ‘Tranquila Ana, tranquila’, pensó, ‘trata de recordar lo máximo que puedas. Algo tiene que haber’. Y puso su mente en pleno funcionamiento, aunque todavía sentía el letargo recorriendo la mayor parte de su cuerpo. Recordaba perfectamente que hacía un par de semanas se había trasladado a Bélgica por trabajo, para cubrir la noticia sobre un asesino en serie que llevaba más de un mes aterrorizando todo el país, y del que aún no habían descubierto prácticamente nada. Actuaba en el silencio de la noche belga, y sus víctimas eran muy variopintas. Tanto animales como ancianos, jóvenes o niños. No hacía distinciones y cada tres o cuatro días, aparecía un nuevo cadáver por alguna zona de la ciudad.

    Recordaba también haber participado en aquella tertulia televisiva que habían retransmitido por una tele local en la que colaboraban periodistas de distintas nacionalidades. Todos los que se encargaban de aquellos sucesos pero, ¿cuánto había pasado desde aquello? Ahora no era capaz de visionar en su cabeza una línea de tiempo secuencial de la que poder fiarse. Se sentía muy confusa todavía. Y sin darse cuenta, al cerrar los ojos para aclarar sus ideas, volvió a quedarse dormida.

    Despertó sobresaltada. Ya no había frío, ya no, pero la ausencia de él hizo que su cuerpo temblase aún más. Alguien la había transportado desde aquel húmedo lugar hasta otro mucho más cálido y mullido. Movió las manos. Nada, continuaban inmóviles, quizá había sido una tontería hacerse ilusiones, pero ahora mismo es lo único que le quedaba. La esperanza. Continuó moviendo las manos. Sentía la aspereza de la soga contra la suave piel de sus muñecas. Le dolía, pero todo daba igual. Tenía que salir de allí como fuese. Tenía que escapar. Sentía quemazón, y las lágrimas ya se estaban escurriendo por sus mejillas, siendo las silenciosas representantes del dolor y el miedo que estaba pasando.

    Sintió un ruido y con el susto pegó un respingo, pero luego se quedó quieta, inmóvil en la semioscuridad que la rodeaba. Casi ni respiraba para poder escuchar cualquier sonido que pudiese delatar lo que estaba ocurriendo. Necesitaba hacerse una imagen mental de todo, antes de tomar una decisión y crear un plan a seguir, pero ¿acaso podía pensar con claridad en aquel momento? No lo sabía, pero pronto lo averiguaría. Otro ruido más cerca hizo que casi pegase un grito, pero se contuvo, no quería delatarse y que supiese que estaba despierta. ¿Quién la tendría retenida? Esperaba que no fuese el asesino sobre el que estaba informando. Sabía lo que le hacía a sus víctimas y no quería acabar como ellas. Por su cabeza pasó el caso de aquel empresario ruso que se dedicaba a matar a todos aquellos que rechazaban hacer negocios con él. Al final había secuestrado a un periodista que escribía sobre el caso para que negase todo lo que había escrito hasta el momento y que le apuntaba directamente a él. Esperaba que ese no fuese el caso. No quería estar en manos de aquel psicópata sobre el que escribía.

    Todo volvió a quedar en silencio y Ana retomó la respiración calmada, pero con un apremiante dolor en su pecho. Se acarició el pelo y se lo apartó de la cara y entonces se dio cuenta de que tenía las manos libres. Tenía que haber sido por el susto de antes, cuando tembló por completo y con el miedo, no se había dado cuenta. Se quedó un rato más en silencio, por si volvía quien quiera que fuese la persona que había estado allí, cerca de ella. Durante minutos que le parecieron horas se mantuvo en la misma posición, sin mover un músculo. Estaba en tensión, tanto que hasta comenzaba a dolerle. Su cuerpo comenzaba a jugarle malas pasadas y no podía permitírselo, así que trataba de pensar en algo que la ayudase a olvidar el lugar en el que estaba para concentrarse mejor.

    Pensó en sus últimas vacaciones. Había estado en el área metropolitana de Manhatan con sus amigas. Habían visitado todos los lugares interesantes y también habían pasado tardes y tardes enteras de compras. Sí, en eso tenía que pensar. En el siguiente lugar al que se iría, porque iba a salir de allí con vida. ¡Como fuese! Se obligó a levantarse. Al principio casi ni podía mantenerse en pie. Seguramente por culpa de las drogas que posiblemente le habrían administrado para poder llevársela a aquel lugar. Estaba desorientada, aunque de todas formas no sabría hacia dónde ir. Se acercó a la pared y comenzó a palpar todo lo que encontraba a su alrededor hasta que encontró el pomo de una puerta.

    La abrió con cuidado, escuchando con atención, tanta que podría escuchar hasta el más mínimo sonido. Salió de la estancia en la que se encontraba y comenzó a caminar por aquel lugar que también estaba en penumbras. Escuchaba su respiración y en sus oídos martilleaba el sonido de su corazón, bum bum, bum bum... De repente un golpe a su espalda la hizo gritar. Había sido muy cerca, así que echó a correr entre las sombras, sin saber hacia dónde se dirigía. Todo daba igual, sólo le importaba correr y alejarse de donde estaba, y en su huída no se preocupaba de no chocar contra nada. Hacía mucho ruido y sería fácil dar con ella, pero no podía evitarlo. Chocó contra una especie de mesa que había en medio de aquel lugar. Al pasar la mano sobre ella sus dedos toparon con un objeto conocido, un destornillador. No supo por qué, pero tuvo la inminente necesidad de cogerlo, así que lo aferró con sus manos y continuó con su escapada.

    Sabía que iban detrás de ella, lo sabía, y por eso no podía dejar de correr. Tenía que salvar su vida y si quería hacerlo no podía dejarse vencer por el temor o el cansancio, pero casi ya la había vencido, tanto que sin darse cuenta tropezó con un tiesto que había allí y se calló al suelo. Cuando iba a levantarse notó que algo la cogía por el pie. La temperatura de su cuerpo descendió de repente. Sentía un frío ascendente desde el lugar que la tenía agarrada hasta el resto de su cuerpo. Se había quedado paralizada. Quería continuar su huída, pero el miedo era muy grande y la rodeaba por completo.

    ‘Venga Ana joder’, pensó para sí misma. ‘Tu instinto de supervivencia es mayor, haz algo’, y entonces sin saber de dónde había salido toda aquella fuerza comenzó a patalear y pudo sentir como su pie libre se topaba con algo blando y entonces notó que la opresión en su pierna se hizo más débil, y aprovechó ese momento para volver a levantarse y continuar con su huída. Corría sin saber hacia dónde se dirigían sus pasos. Tenía la sensación de estar girando todo el rato. Como si estuviese haciendo el mismo estúpido recorrido una y otra vez, pero entonces, al doblar una esquina pudo ver una luz al fondo. Sintió un rallo de esperanza en su pecho. Aquella debía ser la salida, lo había conseguido. Y mientras estaba absorta en estos pensamientos alguien la derribó haciendo que se diese un fuerte golpe en la cabeza.

    Tardó un par de segundos en recuperarse de la caída, pero no podía moverse. Alguien estaba sobre ella y le impedía casi toda su movilidad. Estaba aterrada y segura de que gritaba, porque le dolían ya los pulmones, pero no se escuchaba. En sus oídos sólo retumbaba el sonido de los latidos de su corazón, bum bum, bum bum... Sus ojos se acostumbraron a la pequeña claridad de aquella última estancia que la separaba de la libertad y pudo distinguir no muy claramente el rostro de su atacante. Era un hombre, no podría precisar su edad, pero por la fuerza que tenía y la complexión de su cuerpo debería estar entre los 25 y los 40 años. No era nada preciso, pero la luz era muy escasa y no la dejaba ver con precisión.

    El pánico volvió a apoderarse de ella. Consiguió soltarse la mano y con una destreza y aplomo que jamás pensó que tendría, le clavó el destornillador en un ojo haciendo regresar así todos los sonidos. Pudo escucharse gritar, así como pudo oír los gritos de dolor de su atacante, que ya no tenía fuerza para mantenerla inmóvil. Se escurrió como pudo y echó a correr hacia la luz. No quería mirar atrás. No le importaba quien era o por que lo hacía. Lo único que le importaba era salir de allí cuanto antes, nada más importaba en aquel momento, así que cuando llegó al final de aquel largo pasillo abrió la puerta y dejó que la luz la bañase por completo.

    La claridad del sol la había cegado temporalmente a causa de todo el tiempo que llevaba moviéndose entre las sombras. Escuchaba el cantar de los pájaros a su alrededor, y podía escuchar y notar las hojas crujiendo bajo sus pies. Sabía que estaba en el bosque, olía a verde, olía a esperanza. Seguía corriendo porque aún no se sentía a salvo, pero su corazón ya se había calmado. Escuchó un ruido a lo lejos, y no paró para averiguar de qué se trataba. Un dolor en el pecho la hizo perder el ritmo de la carrera. Estaba claro que tanto correr la tenía totalmente extenuada, pero no podía parar si quería salvar su vida. Podía oír el murmullo de las aguas bajando el río y sabía que tendría que seguir el cauce hasta llegar al pueblo, aunque aquel dolor amenazaba con no dejarla dar un paso más. Se llevó la mano al estómago, para tratar de aliviar el dolor mediante la presión y al quitar la mano pudo ver sus dedos manchados de sangre. El miedo se vio reflejado en todo su cuerpo y dirigió su vista hasta su abdomen. Levantó la camiseta y pudo ver un pequeño agujero del que no paraba de salir sangre a borbotones.

    ‘Está claro, este es mi fin’ pensó, pero no dejó de correr, aunque cada vez sus pasos eran más cortos y lentos. Se paró en seco al llegar al borde de un pequeño acantilado que dejaba paso al río. Estaba agotada, casi no tenía ya fuerzas. Se giró para ver a su perseguidor. Lo vio a lo lejos, entre un par de árboles, acercándose poco a poco, en silencio, pero consiguiendo que cada paso sonase atronador en los oídos de Ana. Se acercó lo bastante para que su ya cansada vista le pudiese ver mejor.

    -Tú...

    Esas fueron las últimas palabras que Ana pronunció antes de caer de espaldas por aquel acantilado y que su cuerpo terminase en el río. Encontraron su cadáver días después. Nadie achacó su muerte a aquel brutal asesino que tenía en vilo a toda Bélgica, simplemente dijeron que había salido a pasear por el bosque y que quizá un mal paso la había hecho terminar en el río y que la corriente se había ensañado con su joven cuerpo, estrellándolo contra las rocas durante días.

    Nadie supo nunca la verdadera historia de Ana. Nadie supo de la agonía que pasó los últimos minutos de su vida. Sólo él sabía la verdad. Sólo él sabía cómo habían ocurrido las cosas. Sólo él...”


    *Juego de creatividad.

2 comentarios:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Jara dijo:
    17 diciembre, 2007 en 5:48
    Bueno, sigo despierrta y como tu estrellita me anunciaba que habías actualizado pues aquí estoy a altas horas de la madrugada. Mis ojos no se cansan. Mis oidos tampoco…, pero a lo que vamos!!!

    SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!! me gusta!!!! y se me ha pasado volando joe!! Se nos está levantando la mente por el tema asesinatos e investigaciones… ejem!!
    Bueno el caso, que mira lo de las repeticiones que te decía e intenta buscar sinónimos (no sé porque soy tan pesada contigo ni porq voy de lista, que luego yo me repito mucho también… en fin!)

    Una cosita que llama mi atención!! cuando huyes no vuelves a ver a tu "asesino joder" al menos no en su estado! no caigamos en los tópicos de las típicas cosas que se hacen cuando existe miedo (te mando un monólogo muy chulo que hay al respecto si quieres y lo encuentro claro) pero es lo típico de las pelis de terror, siempre suben las escaleras y se meten en una habitación!! joder que allí no hay salida!!! y esos topicazos (me repito lo sé) son lo peor y tenemos que salir de ellos!

    Otra cosa extraña… de repente y sin más sus manos ya no están atadas (quizás yo me pierda ahí,pero es es tela raro)

    Y eso es todo. Ale que voy a intentar dormir.
    besines pegajosa!!!

    Alejandra dijo:
    17 diciembre, 2007 en 11:00
    Veamos… Lo de las manos… La chica estaba atada e intentaba soltarse y se conoce que con el ruido dio un respingo y con el movimiento repentino se soltó una mano… Conclusión: el asesino no sabe hacer nudos muy bien.
    Y lo de ver a su asesino pues… Tiene un tiro, está agotada, se está muriendo y está al borde de un acantilado. No tiene escapatoria posible y sabe que es su fin. Conclusión: si no puede hacer nada más por salvarse, ¿por qué no girarse para ver la cara del "hijo de puta" que va a acabar con su vida?
    Pues eso es todo… jijiji… He intentado no repetirme y buscar sinónimos y bueno, creo que poquito a poco voy mejor no??
    Me alegra que después de todo te haya gustado. Me costó escribirla y huir un poco de mis temas habituales. ;p
    Besitos a todos los que os paséis…

    Jara dijo:
    17 diciembre, 2007 en 14:39
    bueno…. pues otra cosa como es posible que la encontraran muerta y no se percataran de que tenía una balazo? estos forenses de hoy en día….

    ¿le estoy dando muchas vueltas al asunto verdad? (q pesada…)

    wannea dijo:
    17 diciembre, 2007 en 15:30
    jajajajajajaja adiviné dos palabras!!! Belgica y destorillador, es que cuando lei lo del destornillador te juro que me partía, y yo pensando joder, entre tanta oscuridad mira que ya es dificl cruzarse con un destornillador!!!! jajajajajajajajaj pero por lo demas me ha encantado!!! y si, yo tb me giraria a verle la cara al asesino… tia, parecia que estuvieras matando a Beleita…. cada vez que leia Ana me daba un no se que jajajajajajjajajaja y lo de las manos en un principio yo tb lo tube que leer dos veces pero supuse que del respingo se las suela sin querer ;P bessos wapa!!!

    María dijo:
    17 diciembre, 2007 en 16:54
    Me siento inútil… sólo había pillado "destornillador", del resto ná de ná… :\'(
    Y bueno, tras leer tus notas aclaratorias, jejeje, ya me ha quedado todo mucho más claro y no tengo nada que objetar (bueno… en realidad sí, pero en base a otro temas que tenemos pendiente tú y yo… ¡acaparadora! jajaja) :P
    Besotes y aplausos a montones!
    P.D. Hummmm… me gusta la palabra "respingo" xD
    Otra P.D. Deja de anunciar la mudanza y múdate yaaaaaaaaaaaa, que ni imaginas lo que tarda en salir cada letra desde que la tecleo hasta que aparece en este cuadrito… T.T

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  2. Asiria dijo:
    18 diciembre, 2007 en 22:41
    Le afectó más llegar a saber quien era su asesino que la mismísima bala perforándole el cuerpo. Buena narración llevándonos a través de los ojos de ella, sintiendo la misma penumbra,angustia y miedo a la vez que instinto y esperanza de supervivencia.Hasta el último momento. Conseguiste ensamblar muy bien las palabras!
    Un abrazo y ningún abucheo

    M. dijo:
    28 diciembre, 2007 en 20:34
    Yo no había pillado ninguna de las palabras, pero bueno… al menos he disfrutado leyendo la historia.Pues sí, nena, cada día lo vas haciendo mejor, qué le vamos a hacer? ;)Tan sólo un par de apuntes y son los del agujero de bala. Seguramente un forense como Dios manda hubiera encontrado el proyectil en el interior de su cuerpo y, si este hubiera traspasado, la coincidéncia de ambos agujeros, no? ;) Y el otro punto es sobre la Y y la LL, porque se puede caer al suelo, pero no hacerlo callar; o el rayo de luz que se "ralla". ^^ Ah! un tercero: lo de usar el verbo pegar, en lugar de dar… es más lenguaje de calle que de narrativa, pero bueno, eso es cosa de cada cual.Felicidades nena! Ah! Y siento pasarme por tu casa tan tarde!Un beso muy grande (gracias por la "postaliña" cielo, ha sido todo un regalo!!!)Hell.

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