martes, 8 de enero de 2008

CuentaCuentos nº 61 "Conversaciones"

Conversaciones

    “-Los muertos no necesitan aspirina...
    -¡Vaya por dios! Y eso lo has descubierto tú solita ¿o has necesitado ayuda?
    -¡No seas tonto! ¿Acaso no ves que estoy tratando de escribir un relato?
    -¿Empezando por esa frase?
    -Pues sí, con esta frase. Es difícil y será un gran reto a batir, pero conseguiré escribir algo.
    -¿Y no puedes empezar con otra cosa? Es que esta no incita a mucho, la verdad.
    -Y por eso mismo no quiero comenzar de otro modo... Acaso ¿qué mérito tiene escribir algo comenzando como yo quiero? Para hacer eso, no estaría aquí ahora mismo. El reto consiste en ser constante y venir semana tras semana en busca de una frase.
    -¿En busca de una frase?
    -¡Claro! A ver, déjame que te lo explique... Todas las semanas vengo aquí en busca de la frase nueva, y tengo que escribir algo con ella.
    -¡Ah!
    -No asientas como si me entendieses. Que no soy tonta y me doy cuenta de que sólo lo haces para callarme... O para que no note lo ignorante que eres.
    -Perdona bonita, pero yo simplemente soy todo lo ignorante que tú quieres...
    -¿Qué? No te entiendo...
    -Ssssshhhhh...Viene alguien por las escaleras... Debe de ser tu madre.

    En ese momento se abrió la puerta despacio, haciendo chirriar las bisagras de aquella vieja puerta de pino. Alejandra miró a su madre y le dedicó una dulce sonrisa que fue correspondida.

    -¿Qué haces?
    -Escribir un cuento. Hoy está siendo más difícil que otras veces...
    -Bueno, no te agobies, ya saldrá algo. Confía en ti. ¿Te traigo algo de merendar?
    -Sí, gracias. Me apetece un bocadillo enorme de jamón.
    -Muy bien – dijo su madre entre risas. – Y el señor Osito ¿quiere algo?
    -¿El señor Osito? ¿De qué hablas mamá?
    -Upsss, perdona hija. De nada, de nada...

    Alejandra vio como su madre desaparecía detrás de la puerta de su habitación, otra vez con el atronador sonido de las bisagras. Y se quedó callada un par de minutos, mirando hacia ningún lugar, y entonces pareció volver en sí.

    -¿Qué habrá querido decir?
    -Pues lo que ha dicho. Que si yo quería algo.
    -¡Pero te ha llamado señor Osito!
    -Es que soy un oso de peluche...
    -¿Qué?
    -¿Acaso no ves mi mullida barriguita de felpa?
    -Pero...
    -Y por lo que veo, tampoco recuerdas el día que tu madre me trajo, ¿verdad?
    -Yo... Es que...
    -Tranquila, no pasa nada.
    -Llegué cuando cumpliste seis años. Yo y unos libros fuimos tus regalos estrella. Recuerdo muy bien que me cogiste en tus brazos, y que te fuiste a un sofá conmigo y con un libro, y nos pusimos a leer juntos. Por aquel entonces yo sólo era un osito de peluche, pero en aquel momento tú me diste vida...
    -¿Qué? No puede ser...
    -Pues sí... Cuando a los niños pequeños os regalan libros, me dais vida. Y ese primer contacto hará que en un futuro me encontréis.
    -¿Qué te encontremos?
    -Sí, porque establecemos un vínculo irrompible. Aunque por la seguridad de todos, me vea obligado a borrar mi recuerdo de vuestras mentes al cumplir los 10 años.
    -¡Eso será mañana! ¿Por qué tengo que olvidarte?
    -Porque es necesario para nuestra supervivencia. No pueden encontrarnos o nos quitarían el poder de la imaginación.
    -¿Pero cómo voy a encontrarte?
    -Habrá más como tú, que me buscarán y sin saber muy bien como, llegaréis hasta mí. No te preocupes por eso...
    -Y dime, ¿cuál es tu nombre?
    -Ya lo sabes... Todos me habéis puesto el mismo nombre a lo largo de los años. Busca dentro de ti y lo encontrarás...

    Entonces desperté en mi cama, entre sudores y encendí la luz. Dios, menudo sueño había tenido. Me senté en la cama, encogí las piernas y puse mis brazos alrededor de ellas. Apoyé la barbilla en las rodillas. A los pies de la cama vi aquel pequeño osito, que me miraba expectante con sus ojitos de plástico, y dejé escapar un suspiro.

    -Señor de las Historias...

    Me tumbé de nuevo, me tapé hasta la cabeza y apagué la luz en el mismo instante que en la cara de mi viejo peluche, se esbozaba una sonrisa...”


    *Frase de los Duendes.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Rose dijo:
    8 enero, 2008 en 20:27
    Me encantó!!!! Es que la niñita del cuento es tan dulce e inocente, como tod@s los que estamos acá….
    Y si, gracias a los cuentacuentistas, a los duendes y al jefe por este mundo de magia que creamos cada semana

    Synn dijo:
    9 enero, 2008 en 12:16
    Me ha costado mucho dejarte comment, que mi pc no cargaba tu página ni a la de tres… :S

    Me pareció un relato muy tierno. Adoro los peluches :D Y me recordó un poco al Matilda Grim!

    Un abrazo

    Ana dijo:
    9 enero, 2008 en 16:15
    Ohhh una historia genial! si es que de boca de los niños, las cosas, como que suenan mejor…

    Gracias por visitarme. Un beso!

    Jara dijo:
    10 enero, 2008 en 0:55
    estoy con synn según te leía me recordó a matilda….

    LUC-ROC dijo:
    10 enero, 2008 en 3:55
    Me encanta el cuento que has escrito y me gusta cuando recurres a tu osito. No es el primer relato que te leo con él de protagonista y creo que es para tí una fuente de inspiración cuando las frases se hacen rebeldes. Un muso que te saca la parte más tierna y como te digo al principio me gusta mucho cuando escribes así.Un abrazo y que 2008 te traiga amor, acción y paz.

    Asiria dijo:
    11 enero, 2008 en 18:31
    Pasan como objetos, desechos que el tiempo va llevando de un lugar a otro de la casa, hasta que un día cuando no queda nada, adquiere presencia, y en ese momento nos regala su mirada, y entonces descubrimos que tiene vida guardando entre sus telas y alambres nuestros recuerdos mas entrañables. Y sucede magia.
    Un abrazo!

    Pedro dijo:
    12 enero, 2008 en 12:41
    Jajjajajajja (risas bobaliconas) ¡Así que ese era el secreto del señor d elas historias! XDXDXD Un cuento enternecedor Niobe :)

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