Imprescindible leer antes Carrigan y Sam para entender la historia.
Lo que pasó con la canción
“-Me he tragado una canción. –
susurró Carrigan.
-Bueno
muchacha tranquila, no pasa nada. Muchas veces yo también he tenido que
aguantar más de una canción – le dijo Sam.
-Pero es
que gggggg...
-¿Qué
dices niña? – y se dio la vuelta justo a tiempo para ver como el final de un
estribillo desaparecía por la boca de la chica. - ¿Qué era eso?
-La
canción que me he tragado...
-¿Pero te
la has tragado de verdad?
-¡Ya te lo
había dicho! ¿Acaso no me escuchas cuando te hablo?
-Sí, pero
no pensé que sería algo así... ¿Y como ha sido?
-Pues que
estaba cantando y...
-¿Cantando? ¿Qué canción?
-¿Eso
importa?
-¡Pues
claro! ¿No se te ha ocurrido pensar que podemos estar ante un claro caso de
canciones asesinas?
-¿Qué?
Cacaca... ¿Canciones asesinas?
-Sí,
piénsalo bien. Un grupo de canciones que se aprovecha de los descuidos de los
jóvenes cantantes aficionados para colarse dentro de ellos y hacerse con el
control de su cuerpo.
-¿Y por
qué querrían hacer eso?
-Pues
supongo que para dominar el mundo – dijo Sam mientras se pasaba lentamente una
de sus alas sobre su cabeza. - Sería la
opción más lógica, ¿no?
-Pues no
sé... ¿Para qué querría una canción dominar el mundo? No tiene mucha lógica.
-En la
época en la que estamos nada tiene mucha lógica... Soy un cuervo que habla y tú
una muchacha que se acaba de tomar de desayuno una canción cualquiera...
-No era
una canción cualquiera, ¿vale?
-Bueno,
como quieras señorita. No diré nada más al respecto, pero sólo dime. ¿Cómo lo
has hecho?
-Pues
estaba cantando y me dio una especie de estornudo, y en vez de exhalar, pues
inspiré por la boca, y las palabras se metieron dentro rápidamente, y para no
ahogarme...
-Te las
tragaste – esperó a que Carrigan asintiese. – Eres muy rara, ¿lo sabías?
-Eso me
habían dicho, si...
La nave
aterrizó suavemente y entonces abandonaron aquella extraña conversación.
Carrigan se acercó al panel de mandos y se fijó en la pantalla. Roma siglo XIV
ddC.
-Bueno, al
menos habían avanzado un poco más en la historia – dijo Carrigan. – Ven Sam.
Tenemos que cambiar tu chip de habla. (Aunque la verdad no sé para qué, les
asustará de todos modos un cuervo parlante...)
-No está
bien farfullar por lo bajito – dijo Sam con superioridad.
-Bueno
tranquilo. Ahora tenemos que ser un equipo. Estamos en Roma, en busca de la
obra de Tito que sucumbió a los terremotos... ¿Alguna idea?
-Pues la
verdad es que con sólo estos datos no se me ocurre nada. Ni siquiera por dónde
empezar a buscar.
-Pues
tendremos que salir a explorar. Oye, ¿tú crees que en el siglo XIV llamará
atención una pelirroja?
-Supongo
que no, pero deberías vestirte como una esclava. No creo que hubiese muchas
señoras con tu color de pelo en esta época.
-¡Mierda
de prejuicios!
-¡Es lo
que hay pequeña!
-¡Machista! – gritó Carrigan al tiempo que trataba de darle un manotazo
a Sam.
-¡Zoofoba!
– gorgojeó Sam aleteando por escapar de los manotazos.
-jajaja...
¿Zoo qué?
-Ya me has
entendido, así que vamos – dijo con orgullo.
Salieron
de la nave, que estaba oculta en un pequeño bosque. Activaron el camuflaje de
la nave y fueron a inspeccionar la zona, a ver si podían sacar algo en claro. Carrigan
encontró una ropa que podía ayudarla a pasar desapercibida y la tomo ‘prestada’
diciéndose a sí misma que la devolvería, aunque sabía que no sería así... No
veían a nadie por las calles. Todo estaba desierto y aquello comenzaba a darles
mala espina. ¿Dónde podría estar toda la gente? ¿Qué podía haber capaz de
congregar a todo el mundo en un mismo lugar y a la misma hora? Estaba pasando
algo raro, y tenían que averiguar el que... A lo lejos vieron a una mujer que
caminaba muy apresurada y corrieron para alcanzarla y poder hacerle un par de
preguntas. Llegaron junto a ella a la carrera y la mujer se asustó un poco.
-Perdone,
¿a dónde ha ido todo el mundo? – preguntó Carrigan.
-¿Cómo?
Debes de ser de fuera... – dijo mirándola de arriba abajo. – Hoy hay entrada
libre en el Anfiteatro Flavio. Hoy todo el mundo puede presenciar la
representación programada para hoy, por gentileza del emperador – y rápidamente
se fue de allí.
-¿El
Anfiteatro Flavio? – preguntó extrañada Carrigan.
-Claro
niña... Roma, Tito, anfiteatro... ¡El Coliseo! ¡El Cristal de Cuarzo debe de
estar en el Coliseo!
-¿Pues a
qué estamos esperando? ¡Allá vamos!
Y se
dirigieron corriendo hasta el lugar donde se alzaba majestuoso. Todavía se
conservaba entero y Sam se preguntó por cuanto tiempo seguiría así, porque
aquel año había sido el del terrible terremoto. Entraron por la zona reservada
a los esclavos y la gente del pueblo, y se buscaron un lugar en el que
sentarse. Encontraron un buen asiento desde el que podían ver la mayor parte
del anfiteatro y comenzaron a hacer cábalas sobre donde podría estar escondido
el cristal. Sonaron las trompetas y en el altar apareció el emperador. Todo el
mundo se levantó y comenzó a vitorearle y Carrigan les imitó en cuanto se dio
cuenta de que llamaba la atención allí sentada. El emperador estuvo recibiendo
los elogios un buen rato y luego hizo un ademán para que empezase la
representación.
No tenían
ni idea de dónde podía estar escondido y aquello empezaba a ser preocupante...
Hoy estaba abierto a todo el mundo, pero después sólo podrían entrar las
personas acomodadas de Roma y tal vez con suerte, sus esclavos más fieles. Y
ella ni era una de esas personas acomodadas, ni tenía tiempo de convertirse en
la esclava de confianza de nadie. Miraba nerviosa para todos lados, y entonces
escuchó a Sam graznar. Como todo el mundo alzó la vista para ver que ocurría y
pudo verle haciendo una danza circular sobre sus cabezas, a una altura prudente
como para que a la gente no le extrañase, pero aún así comenzaba a haber
murmullos, siempre los había en cuanto Sam entraba en escena.
Carrigan
miró a su alrededor y a lo lejos vio un par de guardias que se movían entre la
gente, así que imaginó que aquello era una señal de peligro, se levantó y
comenzó a ir hacia la salida más cercana que tenía. Gracias a dios consiguió
llegar antes que los guardias se acercasen lo suficiente para que todo el mundo
supiese que la perseguían a ella, y así no había levantado sospechas, y menos
cuando le preguntó a un señor que estaba sentado cerca de la entrada, dónde
quedaban las letrinas. Se escabulló entre aquellos pasillos de piedra, más
fríos que el acero y más oscuros que las plumas de Sam. Entre la oscuridad
consiguió distinguir la puerta que le habían indicado, pero prefirió seguir
corriendo un poco más y esconderse en los siguientes. No sabía muy bien por qué,
pero lo hizo.
Casi había
dado otro cuarto más de vuelta al Coliseo cuando encontró otra puerta y se
metió allí dentro, y se encerró dentro de uno de aquellos rústicos antecesores
de los baños. Se quedó callada, inmóvil, esperando lo que pudiera suceder a
continuación. La espera se le hizo eterna, pero tal y como esperaba, al final
se abrió la puerta y entraron dos personas a la carrera. Tenían que ser los
soldados, porque pronto pudo escuchar como abrían las puertas de los otros
baños. Estaba acorralada, en cuanto llegasen a aquel, estaría perdida. Cada vez
estaban más cerca, temblaba y Sam, que estaba en su hombro lo notaba
perfectamente. Él también estaba asustado, pero no temblaba. No sabía si era
porque se controlaba mejor que ella o si porque los cuervos no saben temblar.
Nunca se había parado a pensarlo, y estaba claro que aquel no era el mejor
momento para empezar a hacerlo... Llamaron a la puerta y Carrigan se tapó la
boca para no gritar. Volvieron a llamar una vez más.
-¿Quién
está ahí dentro? ¿Quiere hacer el favor de identificarse? – dijo a voz en grito
uno de los guardias.
-Perdón,
me llamo Marco. Soy un hombre del pueblo que ha venido a ver la representación,
pero ahora había venido a... Bueno, ya se puede imaginar... – dijo Sam con la
voz temblorosa. - ¿He hecho algo mal? ¿Este baño es para las personas ricas? Si
es así lo siento mucho.
-No, no se
preocupe, las personas importantes no vienen a estos cuchitriles. Sólo era que
estábamos buscando a una mujer.
-Pues aquí
no hay ninguna.
-Perdona
las molestias aldeano.
Los
escucharon alejarse, pero no querían correr riesgos, así que se quedaron allí
mucho rato, callados. Tanto que cuando al fin tuvieron valor de salir, la
representación ya había terminado y no quedaba nadie allí dentro.
-Bueno, al
menos así podremos inspeccionarlo sin molestias de ningún tipo.
-Tienes
razón. Y Sam... Gracias por lo de antes.
-Tranquila, si tú fueses una cuervo bocazas y yo un humano con
propensión a meterme en líos, seguro que harías lo mismo por mí.
-¡Estúpido!
Caminaron
por la zona abierta del anfiteatro y encontraron la forma de colarse en la zona
reservada para el rey. Seguro que el cristal debería estar escondido por allí,
ya que supuestamente es la zona más segura de todo aquel lugar... Rebuscaron
por todos lados, pero no encontraban nada. Ya no sabían por donde más continuar
y Carrigan se dejó caer sobre el trono del rey, para descansar un rato. Se
arrellanó todo lo que pudo en el mullido asiento y dejó caer los brazos
lánguidamente por los laterales, y comenzó a acariciar el trono, suavemente
tallado en oro. Entonces sus manos tropezaron con una protuberancia en una de
las patas y sin pararse a pensar en las consecuencias, la apretó. A su espalda
escuchó a Sam soltar una maldición a causa del susto que se había llevado
cuando en medio de una pared se abrió un pequeño compartimento. Se acercó a
examinarlo, y tras una rápida inspección metió la mano dentro. Sus dedos se
toparon con algo sólido, lo cogió suavemente y con destreza lo sacó de aquel
angosto recoveco. Lo miraron con escepticismo. Aquello no era el Cristal de
Cuarzo ni se le parecía lo más mínimo. Era otro tubo de madera y que
rápidamente Carrigan abrió, para encontrarse con otra nota... ‘Una vez más
estáis en el lugar indicado. Sólo os queda hacer que la historia sea real, y
después ir en busca del lugar en el que encerrar al que traicionó a Luís XV’
-¿Sólo nos
queda hacer que la historia sea real? – masculló Sam. - ¿Qué querrá decir eso?
-No lo sé,
pero sí sé cuál es nuestro próximo destino, Sam.
-Yo
también, y de verdad espero que nos toque estar del bando adecuado por una
vez...
Se
disponían a marcharse cuando Carrigan vio el primitivo altavoz que usaba el
emperador para dirigirse a los actores o al pueblo y no pudo evitar la
tentación de decir algo por él, al menos, ya que no tenían el cristal, hacer
algo divertido.
-¡Vámonos
niña! No hagas ninguna insensatez.
-No es
ninguna insensatez – dijo colocándose delante de aquel artilugio. – gggggg...
-¿Qué?
¿Eso es un nuevo insulto ininteligible para pájaros?
-No, es
que me ha dado un dolor en la barriga, así de repente... argggg...
Y entonces
comenzó a sonar atronadoramente en todo el anfiteatro una música atroz.
-Dios mío,
¿qué es eso?
-‘La carga
de las Valkirias’... Es la canción que me he tragado...
-¿Y tenías
que echarla fuera justo ahora? – dijo Sam a gritos.
-¡No he
podido evitarlo! No ha sido a posta.
Y entonces
todo comenzó a temblar bajo sus pies, mientras aquella música seguía resonando
y cogiendo más fuerza cada vez que rebotaba en las paredes del anfiteatro, y
antes de que pudiesen darse cuenta, la zona sur comenzaba a derrumbarse poco a
poco...
-¡Mierda!
– dijo Carrigan. - ¡Fui yo quien se lo cargó!
¿Qué pensará la gente de mí ahora?
-Tranquila
pequeña inconsciente. Recuerda las clases de historia. El coliseo se vino abajo
por un terremoto, nadie te nombra... Puede que la música les asustase tanto en
este tiempo, recuerda que Wagner no la compuso hasta 1870... Tenemos que irnos
antes de que nos vean, sino sí que nos cargaremos la historia.
-¡Mierda,
se refería a eso con lo de hacer que la historia fuese real! Tenía que cargarme
el Coliseo… Pero, ¿por qué?
-Ya lo
adivinaremos a salvo en la nave... Ahora tenemos que salir de aquí...
Y salieron
de allí a toda prisa. Luego, en la nave con aquella nota entre sus manos, miles
de pensamientos se agolpaban en sus cabezas, sin saber que alguien les
observaba y que tenía unos planes muy concretos para ellos dos.”
*Frase de Kloverkirov.
Comentarios de la entrada original:
ResponderEliminarRicardo dijo...
Estoy a la mitad de la lectura, tengo que partir, en un rato vuelvo. Pero me va gustando. Hace rato q no vengo por aqui. Pero hay algo nuevo en tu escritura
Cariños des las pampas
9/2/08 20:37
Tormenta dijo...
hala! qué bueno tía! siento haber tardado tanto en venir a leerte, cada vez que he pasado esta semana por este blog pasaba algo raro ^^ pero ha merecido la insistir, el deroche de imaginación que has hecho en este cuento es brutal. me ha encantado, o sea que ole, no dejes nunca que esa imaginación privilegiada tuya se pierda.
voy a seguir con el otro cuento. un besillo preciosa
14/2/08 20:12