lunes, 21 de marzo de 2011

CuentaCuentos nº 85 "La odisea"

La odisea

    "Tras varios días de espera, decidió reanudar la marcha sola. No quería continuar sola, pero no le quedaba más remedio, tampoco podía permitirse esperar más. Ya no quedaba agua en aquel charco y llevaba casi tres días sin comer. Las opciones estaban claras: quedarse a esperar y morir o continuar adelante. Hacía una semana que habían atacado su casa y habían tenido que huir en medio del caos. Todavía recordaba con horror como muchos de sus amigos y familiares no tuvieron tanta suerte como ella. Su madre se la había llevado a rastras sin dejarla si quiera rechistar. Con el último vistazo que echó a lo que quedaba de su hogar pudo ver como mataban a su padre. Le vio intentando escapar, pero todo fue inútil. La última imagen que se quedó grabada en su retina era como le prendían fuego, y pese a lo lejos que estaban ya, podría asegurar que había escuchado sus gritos de dolor.

    No entendía por qué les tenía que suceder aquello. Ellos no le hacían daño a nadie. Nunca buscaban líos, más bien al contrario, preferían pasar desapercibidos por lo que pudiera pasar. Desde pequeña le habían enseñado mil técnicas de huida y mil sitios en los que esconderse "por si acaso" decían, pero ella no lo había entendido nunca, hasta aquel día en el que la realidad le dio un soberano golpe en toda la cara y la había traído de vuelta a la realidad. Ella solía salir a jugar y su madre siempre le pedía que no se alejase mucho, no comprendía el por qué de tanto temor, pensaba que sus padres eran sobreprotectores, hasta hubiera dicho que demasiado, quizá porque nunca le contaron la verdad. Porque nunca le habían contando todo lo malo que se escondía fuera de la protección de su casa. No entendía por qué no la habían preparado por si algo así sucedía. Ahora se encontraba en medio de una odisea de la que no sabía si podría escapar.

    Ahora estaba sola. Su madre había vuelto para ver si conseguía encontrar a alguien más con vida y poder ayudarles. A ella la había obligado a quedarse agazapada entre la hierba, en silencio. Le había traído un poco de comer y tenía aquel charco cerca, por si necesitaba agua. Pero ya habían pasado tres días y seguía sin tener noticias. Además tenía frío, se sentía sola y hambrienta. Sabía que tenía que seguir adelante, pero su cuerpo no le respondía, tenía demasiado miedo. ¿Y si volvían los que les habían hecho aquello? ¿Y si la estaban buscando? ¿Podría ser? Escuchó un ruido y todo su cuerpo se puso tenso. Se agazapó aún más y ralentizó su respiración lo más que pudo. Aunque hubiera querido echar a correr no lo hubiera conseguido, sus piernas no le respondían. De hecho, ninguna parte de su cuerpo le respondía en aquel momento. Ahora simplemente tenía alerta el instinto de supervivencia. Recordaba cuando salía con su padre a las excursiones, que siempre le enseñaba algo nuevo de camuflaje y técnicas de evasión. Siempre lo tomó como una tontería más, pero ahora se estaba dando cuenta de lo mucho que le debía a su padre ahora mismo...

    Otra vez el ruido, esta vez más cerca, quizá demasiado... De repente se sintió como una tonta. Vio aparecer un topo entre las hierbas, pasando por delante de su cara sin hacerle ni caso. ¡Qué feliz era ese topo sin saber lo que estaba ocurriendo! Ojalá ella pudiera estar tan ciega como él para no haber visto todos los horrores que habían tenido lugar ante sus ojos. Parecía que había pasado tanto tiempo ya... Rugieron sus tripas, tenía mucha hambre, y ahora que se fijaba hasta había caído la noche. Intentó moverse y todos sus músculos se quejaron. Debía llevar horas en aquella postura de alerta. Tenía que encontrar otro lugar donde esconderse para pasar la noche y necesitaba encontrar algo para comer... Con una sonrisa recordó a su hermano mayor. Él era el que le había enseñado a robar comida. ¿Quizá por eso les habían atacado? ¿Porque les habían descubierto?

    Lo que hacían no era tan malo. Simplemente robaban lo necesario para sobrevivir, no hacían daño a nadie. Además solían llevarse lo que ya nadie quería. Los despojos que encontraban en las papeleras o en bolsas amontonadas en las aceras. ¿A quién podía valerle aquello? Vale que a veces también se metían a escondidas en las casas y robaban comida recién hecha, ¡pero es que tenían hambre! ¿Podían culparles por aquello? ¿Podían ser tan crueles por un simple pedazo de comida? Comenzó a llorar. Pensó en sus padres, estaba segura de que no volvería a verles. Tampoco a sus hermanos. Ahora estaba sola. ¿Y qué podía hacer? Desde pequeña le habían dicho que ella estaba destinada a hacer grandes cosas, que se preparase muy bien, porque algún día ocuparía el lugar de su madre y estaría al frente de su propia familia, y ahora estaba sola. ¿De qué familia se iba a ocupar? Se secó las lágrimas, llorar tampoco servía de nada, tenía que ser fuerte. De repente fue como si en medio de la noche una luz brillante le diese la respuesta. ¡Su tía! ¡Eso había dicho su madre! Sí, estaba segura... ¡Si no volvía tenía que ir a casa de su tía!

    Se sintió con fuerzas renovadas. Además su madre ya la había puesto en ruta y ella recordaba perfectamente bien el camino. Quizá estaba a poco más de 8 horas de camino. No tenía pensado pararse a descansar hasta llegar y estar a salvo. Pensó con alivio que al menos le quedaba alguien, que no estaba completamente sola. Así que se puso en marcha con energías renovadas sabiendo que al día siguiente tendría un lugar cómodo y calentito en el que dormir y que estaría con gente que la quería... Caminó durante la noche y gran parte de la mañana con la ilusión de llegar a su nuevo hogar, con sus tíos y sus primos. Esperaba ser bien recibida allí. Cuando se estaba acercando se sintió asustada, no sabía muy bien por que... ¿Quizá por miedo a que no la dejasen quedarse allí? Bueno, al menos tenía que intentarlo. Siguió caminando, ya estaba cerca. Salió al claro donde estaba la casa de su tía y se quedó congelada... Vio el pequeño cráter del que surgía una marabunta roja entre miedos, gritos y atropellos. De vez en cuando se veía algún fogonazo de luz y más chillidos histéricos. Allí estaban otra vez aquellos niños con su lupa. Los mismos que habían terminado con sus padres y hermanos, los mismos que venían a terminar con el resto de su familia..."


    *Frase de Pistachita.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Roc dijo...
    Casi todo tu relato he pensado que tú también te había inspirado en cosas que sucedieron hace mucho tiempo, concretamente durante la Guerra Civil Española o quizás en la Segunda Guerra Mundial. Hechos que por desgracia eran muy comunes en aquel tiempo y que rara es la persona que no los vivió y mucho menos que los haya podido olvidar.
    Pero como siempre, tus giros me dejan un poco perpleja y ahora me queda la incógnita de quién era esos niños de la lupa, que eran capaces de cometer esas horribles masacres....
    Reconozco que no me gustan los relatos que no acaban cada semana, pero necesito saber de dónde procedían esos demonios con cuerpos y caras de inocentes capaces de matar a las personas que roban para comer..
    Has mantenido mi interés desde la primera letra hasta la última y quizás vayas a continuar con la historia. Tiene pinta de ello....
    También para ti abrazos y besos de todos los sabores y de todos los colores.
    21/3/11 03:08

    Shaylee dijo...
    Jooo que niños tan malos...
    A mitad del relato pensé que era otro tipo de animal pero por lo que veo me he equivocado.... jejejeje
    Me gusta mucho el relato
    Te veo en unas horas... jejejeje
    besines
    21/3/11 08:40

    Hell dijo...
    ¡Vaya!
    Según iba leyendo me sentía niña atemorizada. Hasta que llegó a casa de su tía... pensaba que habían construido allí algún almacén gigantesco, con una puerta igual de grande que rezaba en la parte supierior: "arbeit macht frei".
    ¡Pero al final resultó ser un insecto!
    Al menos, la tensión me la llevaba sobrecogida.
    Enhorabuena!!!
    A ver qué más la semana que viene, eh???
    Un beso.
    Hell.
    21/3/11 19:05

    Niobiña dijo...
    Hell, mientras escribía el relato no dejaba de pensar en Ana Frank. Quizá son de especies diferentes y de épocas diferentes, pero compartían los mismos temores...
    Shaylee, otro tipo de animal? María pensó en topos ;)
    Roc, te digo lo mismo que a Hell, quizá no fuese una persona, pero su miedo y su temor está inspirado en el mismo temor que Ana y muchos como ella sufrieron durante años... Y la historia, no sé si continuará o no, yo la había trazado como que su final ya fuese este, el miedo de comprender que estaba sola, que no había nada que hacer...
    21/3/11 21:17

    Jara dijo...
    ME HE PERDIDO CON EL FINAL ... :(
    21/3/11 23:23

    El bardo dijo...
    Me gusta como todo encaja al final, el robar comida que ya no quieren, el que ella tendria su propia familia...
    Un saludo.
    21/3/11 23:36

    Carlos dijo...
    Esta mañana en uno de los trayectos que recorría pensando en cualquier cosa vi una hilera de hormigas bajo diminutos trozos de hojas y demás cosinas que probablemente triplicarían sus pesos, y seguí mi camino sin volver a pensar en ello hasta ahora tras leer tu relato.
    Sé que sería casi desesperante estar pendiente de ello, pero pienso la de veces que sin darnos cuenta hemos matado animales.
    Claro que no es lo mismo caballo que hormiga, pero ¿por qué si son todos animales, no?
    Una historia, que lejos de productos disney,pixar y demás, muestra otra forma de ver lo que sucede, a diario, a cada momento.
    No quiero pensar si en lugar de un planeta de los simios fuera de las hormigas, meca lo que nos harían! :)
    Un abraciño!
    22/3/11 21:53

    atenea dijo...
    Pues yo he pensado al principio que era una niña de algún lugar de África en medio de una guerra civil, viendo como mataban a su familia y teniendo que escapar para sobrevivir.
    Me ha encantando porque, además del final inesperado, vas explicando muy bien lo que piensa, lo que siente, lo que le ha ocurrido antes y lo que ocurre al final.
    Genial guapa! Muuua! :)
    24/3/11 21:25

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