lunes, 4 de abril de 2011

CuentaCuentos nº 87 "Encuentro en el Ahal"

Encuentro en el Ahal.

    "Nunca antes había visto una mirada como la del tuareg que tenía en frente en ese momento. Se le heló la sangre en las venas. Ella que siempre había presentado su rebeldía hacia las tradiciones, que siempre se había negado a seguir las leyes establecidas, que era considerada una mala hija. Ella que nunca me había fijado en ningún hombre de Igharghar, aunque todo podía ser porque no había encontrado a ninguno con aquellos ojos. Sólo eso. Unos ojos de un color intenso, del verde más increíble que jamás había visto. Estaba segura de que a su lado, cualquier esmeralda palidecería en contraste con ellos. ¿Pero qué le pasaba? No conseguía entenderlo. ¿Por qué se sentía de repente así? Ella siempre había sido de las que no creían en esos matrimonios concertados, que no entendía que un simple encuentro pudiese valer para acceder a contraer nupcias.

    Desde niña soñaba con conocer al hombre que sería para ella. Un hombre culto, atento, cariñoso, que la tratase con respeto. Nunca se había parado a pensar en el aspecto físico, porque eso era lo que menos le importaba. ¿De qué valía un esposo galante si no podía hablar con él o si la trataba mal? No, ella nunca había soñado con un marido hermoso, simplemente quería que ese hombre la tratase como una igual. Sabía que eran sueños imposibles. Las cosas estaban cambiando mucho y muy rápido, pero en el Sahara todavía estaban muy arraigadas las viejas costumbres y tardarían siglos en conseguir cambios. ¿Entonces por qué se sentía así? Volvió a mirarle y en ese instante el tuareg se giró en su dirección y sus miradas se cruzaron. Sintió subir el calor del rubor a sus mejillas y por primera vez en toda su vida se alegró de llevar puesto el Niqab, ya que así aquel desconocido de increíble mirada no podría comprobar la turbación que producía en ella. No se atrevía a apartar la mirada por temor a que él no volviese a mirarla más, así que reunió valor y se la sostuvo lo que le pareció una eternidad, hasta que al final aquellos ojos color hierba que tan nerviosa la ponían se retiraron a contemplar la inmensidad del cielo.

    Recordó lo mucho que había llorado aquella mañana cuando su padre le había dicho que tenía que acudir quisiera o no a un Ahal. No entraba en sus planes convertirse en la esposa del primero que pasase. Al menos, la sociedad Tuareg no era tan cerrada como otras y las mujeres tenían cierto peso en los campamentos y los consejos. Además sabía que las reglas del Ahal implican que para poder proceder con un matrimonio, ella debe aceptar al pretendiente sin ningún tipo de coacción, pero también sabía que su padre no le permitiría rechazarlos a todos. Y ahí se encontraba en medio del Ahal, entre otras mujeres y hombres, conversando, cantando, interpretando música... Pero con la cabeza en otra parte. Con todas sus creencias por los suelos y un único pensamiento que no paraba de rondarle la cabeza. Que ojalá aquel apuesto tuareg le pidiese su mano a su padre en matrimonio, porque ella no pensaba poner objeción ninguna a ese matrimonio... ¿Pero se atrevería el hombre de los ojos de jade a pedirla en matrimonio?"



    *Frase de Sechat.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    wannea dijo...
    Lo que puede hacer el poder de una mirada.... si es que... ains, que decirte, que me voy de aqui con una sonrisa e intrigada con el resultado de la elección, continuará?
    bessos!
    3/4/11 19:24

    Jara dijo...
    cambiando de registro, eso está bien!
    A veces a aquello a los que nos obligan tiene su lado bueno, y tu protagonista lo encontró de inmediato.
    ;)
    3/4/11 20:56

    Roc dijo...
    No hay nada que más atraiga a una mujer que el mundo árabe. Te lo digo por experiencia....
    Comprendo perfectamente la turbación de tu protagonista. Yo de ella me hubiera descubierto el rostro para llamar la atención de su galán.
    Que tengas una semana estupenda!!
    4/4/11 10:12

    atenea dijo...
    Pues para ser algo diferente no te ha quedado nada mal :)
    Tiene un poco de todo: tradición, rebeldía en la forma de pensar de la prota, emoción con lo que siente y piensa al ver esa mirada... me dejas con las ganas de saber qué pasó después jeje
    Besos!!
    5/4/11 16:44

    Carlos dijo...
    El poder del amor irrumpe en plena batalla entre ascentrales tradiciones y la rebeldía que habita en ella. Desarmada ante ese instante imprevisto nos muestras el momento en que ve que no puede escapar a la mirada del desierto.
    Me gustó la historia, como describes su mente y enhorabuena por la labor de documentación que la acompaña.
    Un portazo! :)
    5/4/11 21:03 Eliminar
    Blogger Hell dijo...
    Me gusta como interpretas la mentalidad de esa sociedad en algo como el amor. Sí es símbolo de rebeldía para una mujer de aquella cultura pensar como tu protagonista; aunque imagino que cuando hablas sobre ellos te remontas en años ha.
    Una mirada... y simple y poderosa mirada...
    Enhorabuena, Níobe.
    La semana que viene quiero más!

    Hell.

    6/4/11 14:54 Eliminar
    Blogger Nuncajamás dijo...
    Me ha encantado, además me parece que te lo has currado, introduciendo en el texto palabras árabes. Se nota que ha habido una labor investigativa por detrás y eso aporta más credibilidad e intensidad al relato. ¿Habrá continuación? Me gustaría mucho que así fuera. Un besote, guapa.
    9/4/11 15:54

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