martes, 25 de diciembre de 2012

CuentaCuentos nº 107 "Historia de una vida"

Historia de una vida

    "He ejercido muchas profesiones a lo largo de mi vida. Mi primer trabajo fue como peón en una obra y lo único que hacía era acarrear para un lado y para otro lo que iban necesitando: sacos de arena, las herramientas, los arneses de seguridad, capachos llenos de ladrillos y demás enseres... Lo bueno era que a tu hora te ibas para casa, sin importar como estuviera el trabajo y los fines de semana eran sagrados.

    Pero cansado de ser como una mula de carga decidí cambiar de trabajo y encontré uno de camarero. El trabajo en si no era muy difícil: recordar los pedidos, utilizar la máquina del café, equilibrios imposibles con la bandeja, no equivocarte al servir, no tirar nada por encima de ningún cliente, no montar un lío con los precios... Como he dicho antes, no era excesivamente complicado, o al menos no hasta que ya llevas un turno de 10 horas seguidas y sabes que todavía te quedan un par por delante. Tanto tiempo de pie, después de un cierto tiempo termina por matar la espalda de cualquiera. Así que decidí cambiar otra vez.

    Volví a ser un operario, pero esta vez no quería ser el recadero, así que cambié un poco de especialidad y terminé como pintor. Un trabajo interesante. Si tocaba pintar una casa por fuera y llovía, no se podía trabajar. Cuando tocaba un interior daba igual que lloviese, siempre estábamos resguardados y calentitos. Lo difícil aquí era tratar con el cliente: que si ese color no es el que yo quería, que si cuidado no me pintes el rodapié, que si mucho ojo con el aplique, que si no has cubierto bien el suelo y le está goteando desde el techo en su magnífico suelo de madera de roble... Un caos, así que adiviné que se avecinaba otro cambio, y así fue.

    Siempre me habían dicho que los mejores trabajos eran aquellos que se hacían para los ayuntamientos, así que me presenté, rellené una solicitud y me llamaron. Así fue como comencé a trabajar ¡de barrendero! Sí, con exclamaciones, porque cuando me dijeron que el trabajo era mío me emocioné muchísimo, emoción que se desvaneció transcurridas tres semanas desde que empecé. No había sido consciente hasta ese día de lo mucho que ensuciamos y de toda la porquería que tiramos al suelo, incluso teniendo papeleras públicas cada X metros. Aunque esas papeleras a veces da miedo hasta vaciarlas, porque la gente ahí tira de todo y sin preocupación.

    Estuve de barrendero unos tres meses hasta que me ofrecieron un pequeño 'ascenso' ya que otro compañero se había ido de baja y así es como pasé de ser barrendero a ser basurero. Mejor salario, mejor horario, peores condiciones de trabajo. Si creía haberlo visto todo trabajando de barrendero me equivocaba, ¡y de que forma! En la basura sí que me encontré cosas horribles y que no querría haber visto jamás. Y los olores... Ya no olía tan mal la propia basura como el camión en el que iba. Los primeros días tenía que contener las arcadas y tener que bajar a por un cubo era toda una bendición. Como añoraba ser peón en aquellos momentos. Pero aquello duró poco, el compañero volvió de su baja y yo soñaba con volver a mi puesto barriendo las calles, pero resultó que ese puesto ya se lo habían dado a otra persona y me encontré una vez más buscando trabajo...

    Fui escayolista, repartidor de un supermercado, aprendiz en una panadería, limpia cristales, transportista, carpintero, marinero, repartidor de publicidad... Y ahora, con 52 años no hay trabajo para mi. Todos me consideran demasiado mayor o demasiado inútil y me veo obligado a vivir en la calle porque no pude seguir pagando mi casa. Al menos (y de momento) no me falta algo que llevarme a la boca, gracias a las monjitas del el comedor social, aunque no sea gran cosa, siempre hay algo caliente con lo que alejar el frío de mis huesos. Toda una vida rompiéndome la espalda trabajando de lo que fuese, sin rechistar demasiado y sin hacer ascos a ningún trabajo para que ahora me digan que no valgo para nada. ¿Qué será de mi vida en los próximos 10 años?"


    *Frase de Utopía de sueños rojos.

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Jara dijo...
    Bueno tanto como que no ponía pegas a nada.. muy contento no se le veía con sus trabajos y así iba cambiando poco a poco. La verdad es que no nos conformamos con cualquier cosa, nos cansamos de todo rápido y al final no valoramos las cosas hasta que las perdemos (como siempre).
    Un relato muy de hoy.
    besines
    25/12/12 13:41

    Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄ƷSeshatƸ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ dijo...
    Fiel a la realidad que hoy vivimos. Supongo que todos tenemos algún caso cercano, si no tan extremo sí de alguien que ha ido al paro y al que han indemnizado con una miseria tras años de trabajo en la empresa.
    25/12/12 14:12

    Juan Luis Galán Olmedo dijo...
    Real. Por propia voluntad o no ha pasado por un buen número de profesiones. Lástima que consideren que a partir de cierta edad no hay hueco para uno duro pero desgraciadamente muy real.
    Me ha dejado una sensación amarga. La vida es cruel, entre otras cosas, cuando se mira de frente como en este relato.
    Gracias por la dedicatoria.
    Un abrazo.
    Nos leemos cuentacuentos.
    25/12/12 19:28

    Carlos dijo...
    Trágica y tremenda pregunta la que deja tu relato, una completa travesía por cualquiera de las millones de situaciones que esta sociedad ha generado, y es que se vive tan deprisa que en lugar de alegrarnos por lo que queda aun de vida causa miedo si lo que quedan son todavía muchos años.
    Hay que cambiar esta tendencia.
    Un portazo!
    25/12/12 20:33

    Sara dijo...
    Pues a mi me parece un relato muy necesario en estos tiempos, que no olvidemos a toda esa gente que ahora parece no servir para nada y que, durante años, dieron lo mejor de sí mismos.
    Gracias por recordárnoslo.
    ;)
    26/12/12 12:44

    María Sur dijo...
    Ciertamente es un poco triste que la realidad de esta sociedad sea que para trabajar hay que esperar un milagro, ya no basta con desear hacerlo, ni con haberlo hecho durante años. Da igual haber tenido mil trabajos o siempre el mismo y ser un experto. Ojalá esto solo sea un bucle pasajero y podamos cambiar esta inercia hacia algo mejor! Un besazo Niobiña!
    28/12/12 20:36

    Manuel dijo...
    Aunque no sea alegre, es muy real. Muchas personas podrían contar una historia similar hoy en día.
    La forma de contarlo es entrañable y deja un halo de desesperación por parte del protagonista en el último párrafo.
    Me ha gustado tu relato.
    Un abrazo.
    P.D.: Gracias por la corrección :). Son lapsus muy propios de mi jeje.
    30/12/12 13:12

    wannea dijo...
    Duro, real y cargado de desesperanza, así es como están viviendo actualmente muchas familias que ven que de un día para otro se quedan sin nada, en fin, esperemos que este año las cosas cambien, aunque solo sean un poquito, muak!
    3/1/13 16:09

    El mundo de Yas (Andrés) dijo...
    Lo primero es lo primero, siento el retraso, pero es que tengo poco tiempo hasta para respirar... En segundo lugar, espero que a nosotros no nos pase lo de tu historia, porque nosotros podemos cambiarla, para nosotros y venideras generaciones. Besotes guapa.
    11/1/13 22:39

    ResponderEliminar

Siéntete libre de compartir tus impresiones de lo que has leído. Un Feedback nunca viene mal y siempre es bien recibido.