“Recuerdo tu sonrisa de niña
esculpiendo la mía, te
recuerdo tan claramente mamá...
Laura estaba acostada junto a Ricardo, y por sus mejillas resbalaban unas
brillantes lágrimas, en parte dulces y en parte amargas. Junto a Ricardo había
recordado a sus padres, olvidados tanto tiempo atrás... Ahora tenía una nueva
vida. Era una mujer nueva. Por primera vez desde hacía muchos años Laura era
feliz. Ella y Ricardo habían conseguido escapar, y los últimos cuatro años
fueron un regalo para ambos. Quería hacerle un obsequio, algo que a él
realmente le encantase.
Tras unos cuantos días supo exactamente qué podía regalarle. Iba a comprarle un
ejemplar nuevo del libro que él leía en aquella cafetería en la que años antes
se habían conocido, además estaba de suerte, el autor iba a estar por allí
cerca firmando ejemplares, celebrando la vigésima edición de su libro. “Si
llueve” ese era el título del libro, una serie de relatos escritos por José
Alberto, uno de los cuales daba título al libro y era una obra maestra. Fue a
aquella enorme librería y cuando tuvo su ejemplar esperó a que fuese la hora.
Se puso a la cola y pidió que se lo dedicasen a nombre de Ricardo. Seguro que
le hacía mucha ilusión...
Iba de camino a casa, con su ejemplar perfectamente envuelto, y pensando en la
cara que pondría Ricardo al verlo. Dobló la esquina de su calle, y un gran
estruendo la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza para confirmar sus
peores sospechas. Su casa había volado por los aires. Echó a correr y al llegar
cayó de rodillas sollozando. La policía y los bomberos llegaron pronto, pero
sólo pudieron confirmar la muerte por quemaduras del hombre que estaba dentro
de la casa... Ricardo había muerto pero... ¿Por qué? Su teléfono sonó, pero no
supo que allí hallaría la respuesta.
-Mi querida Laura, hemos tardado en encontrarte, pero al fin lo hemos logrado,
y fíjate cual sería mi sorpresa al encontrar vivo a Ricardo... Bueno, no me ha
quedado más remedio que concluir lo que tú no pudiste en su día, pero
tranquila, tu secreto está a salvo conmigo, además te tengo un trabajito... Ven
en cuanto puedas.
Laura no sabía qué decir. Después de aquello la conversación se cortó sin que
tuviese tiempo de decir nada. En su corazón la rabia volvía a latir, el coraje
volvía a formar parte de ella y su único deseo era la venganza... No lo pensó
dos veces. Se cogió un avión, no sin antes concertar una cita con un amigo que
podía venderle un par de armas. El vuelo se le hizo eterno, y el trayecto hasta
la zona de contacto aún más, pero nada le importaba más que saciar su ira,
tenía que aplacar todo el dolor que sentía.
Se compró dos armas, Un fusil de asalto y una pistola semi-automática. La
pistola la guardó en la cintura de su pantalón, pero el fusil ni se molestó en
ocultarlo. Ya no le importaba nada. El odio volvía a guiar sus pasos.
Volvía a ser aquella despiadada asesina que años antes había matado a tanta
gente, pero al contrario que aquella vez, ahora sí recodaba a sus padres, todo
el dolor que pasó en el orfanato, y cómo le arrebataron el amor de su Ricardo,
y recordar todo esto la hacía aún más peligrosa.
Llegó a la nave industrial en la que preparaba los negocios sucios su
antiguo jefe. Se coló por una ventana, sin mayor complicación y comenzó con su
venganza. Caminó por aquellos pasillos de mercancías. Unos pasos delante de
ella había dos guardias. Sin pensárselo dos veces descargó una ráfaga de
balas con el fusil. Les disparó a las piernas. Cayeron al suelo antes de
poder reaccionar. Se acercó a ellos y los remató. Iban a pagar todo el daño que
le habían hecho.
Minutos después se encontró con cinco
guardias más, pero ya estaban avisados de su presencia. Los tiros la habían delatado,
pero nada importaba ya... Rodó por el suelo y consiguió herir de muerte a dos
de ellos, sólo le quedaban tres. Subió por unas cajas, y desde la altura
consiguió disparar a dos de ellos antes de que el tercero le alcanzase con una
bala. Se derrumbó con el dolor, pero había conseguido matar a aquel cabrón.
De su costado salía un montón de sangre, pero no podía quedarse quieta. No
había llegado hasta allí para rendirse. Dejó el fusil, ya que se le había
acabado la munición. Cogió un cuchillo de uno de los cadáveres y siguió
adelante por aquel sin fin de pasillos. Al fin vio a aquel hijo de puta. Había
dos matones con él, pero estaban todos de espaldas, y con sigilo no le sería
difícil acercarse y matarles... En el más absoluto silencio se acercó a uno de
ellos, y con un rápido movimiento le partió el cuello. Al oír el ruido su
compañero se giró, pero Laura ya se había abalanzado sobre él. Le asestó cuatro
puñaladas en el pecho. Tiró el cuchillo al suelo. Estaba cubierta de sangre,
alguna era suya (la mayor parte), pero también estaba cubierta de la sangre de
todos aquellos a los que había matado.
-Sabía que vendrías mi pequeña niña, pero no imaginé que vendrías así. Pensé
que te había hecho un favor librándote de ese estorbo de Ricardo. A su lado no
me valías para nada, eras inútil, pensé que me lo agradecerías, pero veo que no...
-Estoy aquí para matarle jefe. Podría haberme dejado vivir feliz, pero su
rencor y necesidad de dominio fue superior a usted. No me eche la culpa de lo
que va a pasar, porque esto se lo ha buscado usted solito...
Sacó el arma con una mano, en la otra sujetaba un objeto que la había
acompañado durante todo el viaje.
-Debe darse la vuelta –dijo Laura.- No quiero dispararle por la espalda, pero
lo haré si no me deja más remedio…
Él se dio la vuelta, y pudo ver en un reflejo el arma que llevaba. Después todo
fue como a cámara lenta. Sintió el disparo, y luego un fuerte dolor en el
pecho. El objeto que llevaba se le resbaló de las manos, pero aún así ella
aguantó de pie.
-Muy bien cabrón, tuvo su oportunidad, pero no supo aprovecharla. Y esto es de
parte de Ricardo.
Una bala salió de su pistola directamente a la cabeza de su antiguo jefe, que
se desplomó al instante. Laura permaneció en pie el tiempo suficiente para
verle morir, luego la oscuridad se hizo sobre ella y cayó rendida al suelo,
muerta. Matar formaba parte de la naturaleza de Laura, había vivido matando, y había
muerto por amor... Yacía boca arriba. Tenía dos heridas en su cuerpo. Su sangre
manaba copiosamente y caía sobre aquel objeto que había traído con ella...
“Si llueve”, ese era el título del libro que su sangre estaba empapando... “Si
llueve”, e irónicamente comenzó a llover...”
*Frase Homenaje a Brian.
Comentarios de la entrada original:
ResponderEliminarmaria jose dijo:
29 enero, 2007 en 12:56
Ya te lo dije una vez…Tarantino, a tu lado, un aficionado.
Leyéndote entran ganas de matar, en serio!
Por cierto, detalle genial el de la firma de libros jajajaja.
miriam dijo:
29 enero, 2007 en 13:14
Y que gran final!!! No podía ser de otra forma… a pesar de que no sea un final feliz, creo que es el que mejor encajaba con tu historia ;) Y el detalle del libro buenisimo ;)
M. dijo:
29 enero, 2007 en 13:25
Por fin!!!!!!!!!!!!!! argh……………:S jejejeje.Bueno nena!!!!!!Pero que peazo de final más asesino!!!! Es bien de hacer las partes de la historia, resulta simpático y escalado!^^Y el detalle del libro es genial también!Hay algunas cosas que se pueden pulir, pero poco a poco!!! Me encanta que hayas cambiado tanto de estilo!!! XDY gracias por lo que has hecho! ;)Mil besos nena!!!Hasta el domingo!!! ^^
wannea dijo:
29 enero, 2007 en 18:12
el final no podia haberte quedado mejor en serio, murio matando, y con el libro ensangrantado, genial muchos bessos
Miguel Ángel dijo:
29 enero, 2007 en 19:26
Wenas!! Vaya, te gusta la sangre eh!! jajaja relato al más puro estilo Tarantino! Esta wai, parece una especie de Kill Bill que se carga a todo lo que se pone en su camino. Me gusta mucho que Laura se enamorase de una de sus víctimas y no pudiera matarle. Pero joder, que putada, cuando por fin la tia es feliz va el jefe y le jode el invento! Grrrr, tuvo su merecido, por capullo!! Y muy bueno el final con el libro ensangrentado… Me gustó!!
Un abrazo!!
Aarón dijo:
29 enero, 2007 en 19:52
Ya sé que no soy nada priginal, pero es que Kill Bill está escrito por todas partes en este relato…Laura era una asesina, y habían conseguido dotarla de lo único que necesitaba para ser invencible. Un motivo, una razón….
me gusta! de verdad que sí…ademas, muy en plan Shakespeare, muriendo hasta el apuntador…XD
un beso!
María dijo:
30 enero, 2007 en 1:34
Jolín! hay que ver cómo has sabido enlazar historia tras historia, frase tras frase, porque… en principio ninguna frase tiene nada que ver con las anteriores, o eso parecía, porque visto lo visto… jejeje
Ainssss… es lo que tiene ser una despiadada asesina, que luego no la dejan vivir en paz. Y parecía que aquellos dos que una vez escaparon en un tren podrían ser felices, pero va a ser que no… Al menos antes de morir cumplió su venganza final, ¿no?
El detalle del libro con el título de Brian… inmejorable. Muchos besotes wapa!!
victor dijo:
30 enero, 2007 en 9:53
Pues mira… ganas tenía ya de que muriera esta tía… porque, aunque no siempre ocurre (eso de la llamada “justicia poética”) hay veces que quién a hierro mata a hierro muere… y Laura no me caía bien.Un beso.
beatriz dijo:
31 enero, 2007 en 12:54
Pues a mí al final la pobriña Laura me da penita, vaya si me da…Muy bien escrito, me gustó mucho…ahora ya puedes unir todas las historias y proponerte hacer tú una novelita…
La historia de Laura acaba enganchando…
Un besiño, y hasta el domingo guapa!!
Irati dijo:
2 febrero, 2007 en 23:03
Me ha recordado a la peli de "The Punisher"
Con lo vengativa que soy yo… seguramente habría hecho lo mismo… pero le habría torturado para que sufriera…
nos leemos, un besazo!