En la biblioteca
"Las palabras vuelan, lo
escrito permanece. Se lo habían dicho en el
colegio, pero nunca hasta ahora había pensado en lo acertada que era esa frase.
Miles de libros se alzaban ante él, ansiosos de estar en sus manos y que David
les diese vida por unas horas. Al fondo de la sala tenían cómodos sofás en los
que poder sentarse durante largos periodos de tiempo a leer y embargarse... Allí,
en los sofás, había una niña. Debía tener su misma edad. Tenía sobre sus
piernecitas un grueso libro que leía con mucha atención, tanta, que no se
percató de la presencia de David hasta que sus ojos hicieron un alto en la
lectura. Le encontró en un sofá cercano, también con un libro y absorto en
aquel mar de letras que lo transportaba muy lejos de allí... Coincidieron
muchas veces en aquellos mismos sillones y pasaron meses hasta que cruzaron la
primera palabra. Un día, sus descansos coincidieron y sus miradas se cruzaron.
Empezaron a hablar y entablaron amistad. Sólo se veían en la biblioteca, puesto
que era lo único que les unía y el sitio dónde se habían conocido y que tantas
historias increíbles les había regalado. Lentamente pasaron los años y David y
Mercedes seguían viéndose en la biblioteca. Siempre la encontraba en el mismo
sillón, leyendo incesantemente un libro tras otro, como si no tuviese más
preocupaciones en su vida...
David había empezado el instituto, lo que le dejaba pocos ratos libres para
acudir a la biblioteca, pero siempre que lo hacía ella le esperaba allí, con su
radiante sonrisa y aquellos ojos tan deseosos de saber más y más. Muchas veces
le había preguntado por su vida. Mercedes le dijo que desde pequeña no asistía
al colegio, y que todo lo que necesitaba saber lo tenía allí. Su familia era
muy sencilla y no se podían permitir los gastos de enviarla a colegios, así que
recibió el carnet de la biblioteca como regalo, y empezó a empaparse con todos
los libros que tenía a su alcance. David desistió de preguntar nada más. La
cara triste que se había reflejado en el rostro de Mercedes le había hecho
pasar un mal rato. No quería hacerle daño, empezaba a sentir algo más que
amistad por ella, y cada instante que tenía libre, cada momento, lo pasaba en
la biblioteca junto a ella... Varias veces le había pedido que saliesen a tomar
algo, pero ella se negaba una y otra vez a dejar los libros. Un día él dejó de
insistir y decidió que si ella no quería salir él pasaría los días allí con
ella.
Años después, David ya había ingresado en la universidad y apenas tenía un día
libre para pasarse por la biblioteca y ver a Mercedes. Cuando cumplió 22 años
fue a buscarla, pero no la encontró. Llevaba más de dos meses sin pasar por
allí y quizá Mercedes se había cansado de esperarle... Volvió día tras día
allí, pero nada. Parecía que se la hubiese tragado la tierra. Además ni
siquiera sabía dónde vivía. Ahora se daba cuenta de que después de tantos años
nunca se habían visto fuera de la biblioteca. Ella se negaba y él nunca le
había preguntado dónde vivía o dónde pasaba las noches. Para él era normal
entrar en aquel lugar y verla donde siempre, en aquel sillón, con un nuevo
libro entre sus delicadas manos. Durante los últimos años había ido cambiando
ante sus ojos y casi ni se había dado cuenta hasta que comenzó en la
universidad y empezó a verla sólo muy de vez en cuando. Fue consciente de lo
hermosa que era y lo bien que se lo pasaba con ella. Necesitaba verla una vez
más y decírselo. Esperaba que ella sintiese lo mismo que él y poder llenarla de
amor y alegría... Pasó allí varias semanas, pero no apareció. Estaba impaciente
y angustiado, pero tampoco podía denunciar su desaparición porque no sabía
mucho de ella.
En la facultad le mandaron hacer un trabajo de investigación, y el tema era a
elegir. Decidió que escribiría sobre la biblioteca. Año de fundación,
responsable de la administración, patrocinadores... Así podría pasar allí más
tiempo y tendría alguna excusa que murmurarle a sus compañeros, a los que
extrañaba que se encerrase allí durante tantas horas... La biblioteca no era
muy antigua, había sido reconstruida en el año 1871. Estaba buscando entre los viejos
legajos de una zona particular a la cual, tras años de incesantes visitas, le
habían permitido el acceso. Encontró un viejo periódico, arrugado y que casi se
caía a pedazos. Era del día en que se había acabado la reconstrucción de la
biblioteca.
Decidió hacer un descanso y ojear aquel viejo periódico por diversión. Leyó la
noticia: 'Acabada la reconstrucción de la biblioteca. Hoy se da por terminada
la obra de reconstrucción. Por fin volveremos a tener un centro en el que
embriagarnos de saber y embarcarnos a nuevos mundos con todos los libros que
lleguen a sus estanterías. Todavía hoy, meses después, recordamos a la pequeña
Mercedes Paz, de tan sólo 9 años. El día que se produjo el incendio no pudo
escapar y pereció entre las paredes de la antigua biblioteca, por eso, y en su
memoria se colocará una placa conmemorativa que...'
No pudo seguir leyendo. Nunca se había fijado en el nombre que estaba
escrito en aquella vieja placa hasta ahora, y jamás lo habría asociado con su
adorada Mercedes. Sintió una mano en su hombro, y un aliento frío en la nuca.
Al girarse la volvió a ver, como tantos otros días, radiante, aunque una sombra
de tristeza se había apoderado del brillo de sus ojos.
-Nunca encontré el momento ni el valor para decírtelo...
-Pero...
-No hables. Ahora sólo escúchame... Desde que se levantaron estas paredes estoy
aquí. No sabía qué hacer o a dónde ir y empecé a leer estos libros. Me di
cuenta de que cuando leía era visible para los demás, mientras que si intentaba
salir de aquí me desvanecía en el aire. Tú fuiste la primera y única persona que
me dirigió la palabra y eso me llenó de alegría. ¡Llevaba tantos años sin
hablar con nadie! Aunque habían pasado muchos años jamás cambié ni crecí hasta
que te conocí a ti. Tenías la misma edad que yo cuando me morí y gracias a ti
empecé a madurar, y aunque en el fondo sigo siendo una niña, mi aspecto físico
ha ido cambiando contigo. Ahora que sabes todo esto supongo que no volveré a
verte. No te preocupes, siempre te estaré agradecida.
-Yo no sé qué pensar. Necesito tomar el aire.
David fue a dar un paseo y no volvió por la biblioteca en días, pero al fin
pudo tomar esa decisión que no dejaba libre a su corazón. Se esforzó en las
clases para acabar la carrera, y luego luchó con todas sus fuerzas para
conseguir aquel puesto de trabajo... Había decidido ser bibliotecario allí
mismo. Así siempre podría estar junto a su amada Mercedes, a la que podría
mirar hasta que la muerte le llevase a sus dulces brazos, para poder estar juntos
al fin, por toda la eternidad."
*Frase de Scry.
Comentarios de la entrada original:
ResponderEliminar10 respuestas a En la biblioteca
María dijo:
28 noviembre, 2006 en 13:59
¿Sabes? es que no me extraña que te haya costado tanto el poder publicar tu relato… ¿No has oído nunca eso de que lo bueno siempre se hace esperar? pues eso es lo que ha pasado con tu historia…
No he podido evititar que se me escapasen las lágrimas, tanto cuando se da cuenta de lo de la placa, el periódico el nombre de ella, como con la decisión que toma. Es brutalmente enternecedor y muy dulce. Me ha gustado muchísimo… Uffff y me has dejado con la piel de gallina y un nudo en la boca del estómago. Yo ya soy muy llorona de por si y además estoy especialmente sensible hoy, pero… este cuento es realmente una maravilla.
Mi más sincera enhorabuena, te dejo mil besos pero no aplausos, que ya se te han quedado cortos (y mira que hace bien poquito que te leo…)
P.D. Si te vuelve a pasar esto de no poder publicar… manda a MSN a freir monas y créate un Blog en otro sitio. Antes, a mí tb me iba bastante mal y me he mirado cómo funcionan otro tipo de Blogs, pero claro… ahora parece que va bien y me da penita irme y dejar mi blog avandonado, jejeje. Así que ya sabes, si te pasa… ya sabes donde encontrarme, me lo dices y si lo necesitas te echo un cable.
De corazón te lo digo: es un relato precioso y cargado de magia.
Unknown dijo:
28 noviembre, 2006 en 16:46
sí, muy bonito y muy bien resuelto… enhorabuena!
Ana dijo:
28 noviembre, 2006 en 20:39
Que buena, madre, que buena!!!!!! Hacía tiempo que no leía un historia como la tuya, y la verdad es que es preciosa. Felicidades!!!! bss
LUC-ROC dijo:
ResponderEliminar29 noviembre, 2006 en 1:36
Menos mal que tu ordenador te ha dejado publicar y nosotros nos hemos podido deleitar con una maravillosa historia como la tuya. También hemos podido llorar a moco tendido, porque no creo que dejes indiferente a nadie con esta belleza. Un abrazo.
Elena dijo:
29 noviembre, 2006 en 16:37
QUE PRECIOSIDAD!!!
siento haber tardao tanto en poder pasar … y no m lo perdono, me ha encantado y no he podido evitar emocionarme …
te ha quedao de fabula!!!!
Unknown dijo:
29 noviembre, 2006 en 20:02
:OZelako preciosaaadddd!!!Me ha gustado muchísimo y me ha traído bonitos recuerdos de tardes enteras que pasé siendo más pequeña en la biblioteca infantil de mi pueblo, me he imaginado toda tu historia en los silloncitos que allí había y todo.Es una historia increíblemente bonita, muy tierna. Me gusta el final, es tan romántico… ainxxx… estas cosas ojalá sucedieran realmente.Oye, por cierto, no esperes a que publique con esta frase porque no he escrito nada, no tuve casi tiempo y tampoco se me ocurrió nada bueno; pero espero escribir algo con esa frase en otro momento, quizá para la semana que viene publique dos relatos en vez de uno, no lo sé, tampoco es que tenga mucho tiempo ultimamente para escribir y este finde lo tengo bastante bastante ocupado, pero me alegra saber que tengo a alquien a quien le gusta leerme ^^
Cuídate, besitos y nos leemos la semana que viene si eso.
Bego dijo:
2 diciembre, 2006 en 17:24
Bonita historia… y es que la magia de los libros nos embriaga…Infinitos besos!!!
Alejandra dijo:
2 diciembre, 2006 en 20:46
Impactante!! La verdad es que sabes como llegar a esa zona sensible que tenemos todos. Lo he leído y he llorado, y mi novio tambien. Es el mejor relato que he leido hasta el momento, y espero con mucha impaciencia la llegada del siguiente.
Tienes mucho talento y deberias aprovecharlo.
Besos.
Irati dijo:
4 diciembre, 2006 en 17:16
¡Ai qué bonito seguida del de la presentación! Pero qué triste… esperar a la muerte para que le reuna con su amada…
Por cierto la chica de la foto encajaba perfectamente con la de mi imaginación, me imaginaba a una especie de Matilda cuando era pequeña.
Un besito de fresa!
Mª José dijo:
2 octubre, 2007 en 1:13
te envidio un monton, no te conozco de nada y la verdad que siento unos celos, moderados, eso sí, de lo que escribes, bueno a mi siempre me ha gustado escribir y mi sueño pues es el de publicar algun dia una novela… que ilusa! en fin, que me encanta como escribes, de verdad.