sábado, 31 de marzo de 2007

CuentaCuentos nº 21 "Al fin juntos"

Es necesario haber leído el relato anterior Donde nace el amor

Al fin juntos

    "Y allí estaba, entre mis manos temblorosas... Recordaba Elvis aquella mañana. Había soñado con ella justo el día que al fin iba a tenerla, lo que le demostraba lo mucho que la deseaba... Fue al sitio convenido, a la hora acordada. Estaba nervioso, no podía negarlo. Sus manos temblorosas deseaban tocarla, y al mismo tiempo tenía miedo de que finalmente ella se echase atrás...

    Estaba absorto en sus pensamientos cuando levantó la vista y la vio acercarse a él. Silvana vestía una minifalda vaquera que se ceñía a sus curvas, y lucía un generoso escote. Su larga melena caía sobre sus hombros y sobre parte de su angelical rostro, lo que la hacía aún más deseable para Elvis. Los dos se quedaron frente a frente un buen rato, sin decir ni hacer nada. Al final Silvana tomó la iniciativa y le abrazó con ternura, pegando su cuerpo al de Elvis, sintiendo su calor y dejando escapar un pequeño gemido de placer al poder sentir al fin su cuerpo... Le dio un par de besos y dedicándole la más bella de sus sonrisas le dijo:

    -¿Listo campeón?
    -Claro que sí, preciosa - atinó él a decir.

    Se metieron en el coche y pusieron rumbo a su destino. Rumbo a aquel hotel en dónde harían sus sueños realidad. De repente Elvis aparcó el coche en el arcén, se giró hacia Silvana y le dio el primer beso que compartirían. Fue muy apasionado, pero también muy dulce por todo el tiempo que llevaban deseándolo... Continuaron su camino ya con el sabor del otro en los labios. Se estaba haciendo tortuoso llegar hasta el hotel, parecía que estaba tan lejos...

    Al fin habían llegado. Subieron a la habitación cogidos de la mano, nerviosos, temblando... Antes de abrir la puerta, Elvis le dio a Silvana un tierno beso en los labios. Después entraron y en cuanto él cerró la puerta y se giró, ella se lanzó a sus brazos y le dedicó el más apasionado de los besos que se podía imaginar. La sentía contra su cuerpo. Olía tan bien y la sentía tan cerca al fin que notó como se estaba excitando... Ella también debió de notarlo, porque separó sus labios de los suyos, lo miró a los ojos y le dijo:

    -Caramba cielo, que calladito te lo tenías...
    -Tú me pones así...

    Y sus labios volvieron a juntarse para no despegarse ya en todo el día... Dieron rienda suelta a todas sus pasiones, a todos sus deseos y fantasías. Eran amigos y se prometieron que sólo sería ese día. Un día para recordar y volver a él en los momentos difíciles, por eso tenía que ser el más especial de todos. No podrían olvidarlo jamás...

    Después de todo aquel día en el que habían saciado su sed del otro, ya era hora de volver a sus vidas normales. Cuando ya estaban a punto de irse Silvana se abrazó a Elvis. No quería dejarle, pero no tenían otra opción. Se separó de él, bajó la cara y se dirigió a la puerta. Él la cogió por la cintura y girándola pudo ver cómo dos lágrimas resbalaban por sus mejillas.

    -No llores mi niña... Siempre te querré, lo sabes...
    -Yo también te querré siempre...

    Otro beso selló aquellas palabras, era un beso convertido en promesa. Una promesa que cumplirían durante toda su vida, porque no podrían olvidarse nunca...”


    *Frase de Miki.

martes, 27 de marzo de 2007

CuentaCuentos nº 20 "Donde nace el amor"

Donde nace el amor

    "Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios cuando al fin escuchó aquel sonido tan característico que anunciaba que alguien del Messenger quería hablar con él... Elvis rápidamente se levantó de un salto de la cama y corrió hasta el ordenador. Esperaba que fuese ella... Durante toda la mañana él había tenido el ordenador encendido. En cuanto se había conectado le envió un mensaje, muy escueto, pero que  con aquellas dos únicas palabras lo decía todo... "Te quiero".

    Elvis y Silvana se habían conocido a través de un chat. Desde el principio congeniaron muy bien. Hablaban casi a diario y poco a poco fueron entablando una gran amistad. Un día, ella en un arrebato, le envió por el Messenger su número de teléfono. Sabía que quizá fuese muy osada, que Elvis quizá podía malinterpretarla y no sabía como reaccionaría él...

    Casi al instante el teléfono de Silvana comenzó a sonar... Era un número que no conocía. Su corazón se alteró. Sabía que sería él, pero necesitaba unos segundos antes de contestar. Al otro lado del teléfono, Elvis estaba muy nervioso, escuchaba los tonos, uno tras otro, imaginándosela con el móvil en la mano, pensando si contestar... Cuando ya casi iba a desistir la dulce voz de ella le sacó de su ensoñación. Ella había contestado al fin a su llamada... Al principio y tímidamente apenas cruzaron unas palabras. Al rato colgaron con una sensación de nerviosismo, y se saludaron otra vez por el Messenger. Por allí se dijeron todas aquellas cosas que habían deseado decirse antes, pero que no habían sido capaces...

    Después de aquella primera charla vinieron otras más, pero en las sucesivas ya se decían todo lo que deseaban, ya habían vencido la vergüenza inicial. Un día, echándole mucho valor, él le hizo una proposición que ella no dudo ni un instante en aceptar... Así comenzó su particular cuenta atrás... Planearon con calma el día en el que ambos podían verse sin levantar sospechas. No querían que nadie más lo supiese. Aquel sería su día especial. Un día sólo de ellos, de nadie más. Un día que recordarían todas sus vidas, un día al que poder volver cuando los malos momentos hiciesen aparición...

    Ya faltaba poco para que llegase el día, y él le había mandado aquel  conciso mensaje... Mientras se acercaba al ordenador su corazón latía fuertemente. Vio en la barra de tareas el nombre que anunciaba la conversación... Era ella... volvió a sonar, le había dicho algo más... Su corazón se aceleraba cada vez más mientras se sentaba delante del ordenador. Cogió el ratón e hizo clic sobre el icono luminiscente que anunciaba que ella quería decirle algo... Se abrió la ventana y sus ojos pasaron dulcemente sobre aquellas palabras...

    'Yo también te quiero, lo sabes... Ya queda poco mi amor...'

    Silvana sabía como hacer que se sonrojase. Ella, podía convertirle en el chico más tímido del mundo casi con sólo dedicarle unas palabras... Elvis sabía que quedaba poco para tener a Silvana entre sus brazos, y sabía que quizá los nervios le traicionarían..."


    *Frase Anónima.

martes, 20 de marzo de 2007

CuentaCuentos nº 19 "Homenaje a una letra"

Homenaje a una letra

    "He estado haciendo muchos quehaceres mentales, sobre que dichosa letra podía merecerse un homenaje... Husmeaba el diccionario en busca de esa letra... Muchas de ellas se sintieron hostigadas por mis continuos cacheos, y si he de seros honesta, estaba harta de comportarme como una chiquilla inquieta en busca de una chocolatina, un dulce o cualquier otra chuchería...

    Quizá mi honor y mi honradez me prohibían seguir machacando a aquellas indefensas letras... Soy una chica hacendosa y luchadora, así que hallaría otra forma de exhibir la grandeza de una letra... ¿Pero cuál?

    Estaba harta de buscar con ahínco entre miles de palabras aquél carácter al que halagar. Ninguno parecía necesitarlo. Todas ellas eran intachables, honorables y con una notoriedad irreprochable en nuestro vocabulario.

    Pero el hado (destino) es caprichoso y entonces la hizo emerger de entre mis recuerdos... Ella había sido maltratado por el hombre, sobre todo por los chavales. Siempre había sufrido un trato inhumano y vehemente por nuestra parte...

    Por eso decidí homenajearla a ella, la gran desconocida y exhortaros a que jamás digáis esa frase tan temida por ella...

    ¿Esta palabra se escribe con H??”


    *Juego de Klover.

martes, 13 de marzo de 2007

CuentaCuentos nº 18 "En silencio"

En silencio

    "La última imagen que quedó plasmada en su retina fue la de su asesino... Aquella frase rondaba por su cabeza. Aún no había podido escribir nada. Lo había intentado varias veces pero nunca le salía nada decente. Empezaba a desesperarse y decidió acostarse a dormir. Estaba extenuado y se quedó dormido pensando en la frase, como le pasaba casi todas las semanas. Cayó en un sueño profundo. Ni se dio cuenta de cuando ella entró en su casa.

    Llegaba silenciosa, como tantas otras veces. Era hermosa. Tenía la piel pálida y una rubia y larga melena cubría su espalda y parte de su rostro. Llevaba un vestido blanco de gasa, muy vaporoso y que la hacía parecer aún más bella. Paseó por la casa en silencio, como tantas otras noches. Reconocía cada rincón, cada mueble, ¡todo! Para ella era tan conocido y tan extraño al mismo tiempo. Quizá porque a él lo amaba y a los demás no. A los demás los visitaba por compromiso, pero cuando sabía que él la necesitaba todo su cuerpo se estremecía. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer y cómo.

    Paseaba por la casa para sentirle más cerca. Aunque sabía que lo suyo jamás podría ser. Al fin se acercó a su habitación. Abrió la puerta y se adentró en su cuarto cerrando la puerta tras de sí otra vez. Cogió la silla que él tenía ante el ordenador, como hacía siempre, y silenciosamente la llevó cerca de la cama y se sentó allí para verle. Como en casi todas sus visitas, se quedó callada al lado de su cama, viéndole dormir. Notaba su respiración calmada. ¡Estaba tan guapo cuando dormía!

    Entonces él se removió en la cama y dijo algo entre sueños, pero lo dijo tan bajito que ella no pudo entenderlo. Quería saber que había pronunciado en sueños, para así guardarlo en su memoria para siempre. Volvió a decir algo, pero continuaba hablando en susurros y no conseguía entender nada. Decidió acercarse un poco más a sus labios para que la próxima vez que dijese algo poder escucharlo con claridad. Al acercarse más a él, el dulce aroma de su cuerpo la rodeó. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo... Necesitaba sentirle cerca, pero no se atrevía. Entonces él volvió a suspirar en sueños y le pareció escuchar que la llamaba a ella.

    No pudo reprimir sus instintos y le besó muy suavemente en los labios. Entonces pareció como si él se calmase otra vez, y una leve sonrisa asomó en sus labios. Una locura pasó por su cabeza y la desechó al momento. No podía hacerlo, ¡no debía hacerlo! Pero en aquel momento él volvió a hablar y esta vez pudo entenderlo perfectamente.

    -Te quiero...

    No pudo resistirlo más. Ya todo le daba igual, aunque luego le prohibiesen volver a verle, pero tenía que sentir su cuerpo al menos una vez. Se desnudó lenta y silenciosamente. Dejó caer su vestido de gasa al suelo y su cuerpo relucía bañado por la luz de la luna. Se acercó a la cama y con mucho cuidado se metió entre las sábanas y se recostó junto a él.

    Apoyó su cabeza en el pecho de él, sintiendo su respiración, con el aroma de su cuerpo rodeándola por completo. Dejó la mente en blanco y entonces notó como el brazo de él se posaba sobre su hombro, y el otro sobre su cadera. ¡La estaba abrazando! No podía ser más feliz. Levantó la vista y vio tan cerca sus labios que necesitó besarlos otra vez, pero ahora con más pasión. No se dio cuenta de que le estaba acariciando todo el cuerpo. Ya no era dueña de sus actos, ahora sólo la guiaba la pasión.

    Él le respondía a las caricias, pero continuaba durmiendo plácidamente. No podía despertarse, no podía verla, o ella tendría que irse en aquel mismo instante en que sus miradas se cruzasen... Hicieron el amor en el silencio de la noche, con la luna como único testigo. Él seguía sumido en sus sueños, con una sonrisa dibujada en los labios, y ella se sentía feliz por primera vez en mucho tiempo.

    Pensó que no estaría mal quedarse allí un rato, y con el cansancio se quedó dormida entre sus brazos, el mejor lugar que ella conocía, el mejor cobijo para una noche fría. En mitad de la noche él se despertó y vio tumbada a su lado, entre sus brazos a aquella belleza. Tantas noches había soñado con ella que le parecía increíble que estuviese allí. Aquella noche no lo había soñado todo. Aquella noche la había hecho suya por fin.

    Volvió a dormirse sabiendo que por la mañana no la vería, que ella ya no estaría allí, pero con la certeza de que cuando volviese a necesitarla ella volvería a su lado. Porque ella era su Musa, ella era la Inspiración...” 


    *Frase de Darka_Treake.

martes, 6 de marzo de 2007

CuentaCuentos nº 17 "Cosas de la vida"

Cosas de la vida

    "Apenas dos días después de mi cumpleaños, él me dejó. Los dos sabíamos que sería así. Que las cosas no podían seguir otro rumbo. Desde aquel día en  que nos enamoramos sabíamos que él acabaría dejándome... Al principio quisimos luchar contra todo y contra todos, pero siempre nos decían que no había forma de escapar de ello, que era nuestro destino y que no podríamos eludirlo de ninguna forma.

    Éramos jóvenes y no entendíamos que nuestro amor tuviese que acabar tan trágicamente, creíamos que podríamos conseguir cambiar el destino, pero estábamos equivocados. El destino te persigue allá donde vayas y sin que te des cuenta, traza una delgada línea bajo tus pies. Una línea que sigues inconscientemente hacia tu futuro. Un futuro incierto, un futuro que no queríamos conocer...

    Se acercaba el día de mi cumpleaños y aprovechábamos el todo el tiempo que podíamos para estar juntos, ya que en unos días nuestras vidas se separarían. Él se iría para siempre y yo me quedaría sola. Bueno, sola del todo no... Antes de irse me dejará embarazada, será entonces cuando se marche y no le vuelva a verle jamás...

    Sé que quizás suene paradójico el hecho de que me tenga que dejar embarazada antes de irse, pero la vida es así... Si tengo que seros sincera, yo tampoco lo entendía... ¿Acaso no podíamos seguir como hasta ahora? ¿No tener hijos pero seguir juntos? No lo entendía porque todavía era muy joven para ello, y el tiempo se haría cargo de hacerme ver las cosas claras.

    Justo el día de mi cumpleaños alcancé mi madurez sexual, y entonces lo comprendí todo. Lloré durante casi dos días, no pensé que aquello pudiese suceder, pero tenía que ser así... No había otro modo...

    Él y yo nos reunimos en nuestro sitio especial, aquel rincón que sólo él y yo conocíamos. Íbamos a entregarnos el uno al otro, y pensé que si tenía que ser la primera y última vez, al menos que fuese un lugar maravilloso.

    Nos entregamos a la pasión, al amor que sentíamos el uno por el otro. Le quería tanto... Pero entonces mis instintos fueron mayores que mi amor ¡y le ataqué! Sí, le ataqué. Le estaba quitando la vida poco a poco mientras él se afanaba por todos los medios en terminar su faena, sabía que daba la vida por ello.

    Unas lágrimas caían de mis ojos mientras miraba como exhalaba aquel último aliento. Sabía que nuestro amor le había llevado a la muerte y me sentía mal, pero no podía hacer nada... Esa era mi naturaleza y al fin la entendí... Quizá éste sea el mayor problema de ser una Mantis Religiosa, ¿no?”


    *Frase Anónima.