Para leer este relato es necesario haber leído Encuentro en el Ahal , Acto de rebeldía y Tomando las riendas para ver la historia completa.
Buscando el lado bueno de las cosas
Buscando el lado bueno de las cosas
"Hogueras de acordes arden fugaces en el aire, mezclándose entre el humo de las mismas. La gran mayoría de las personas que habían asistido a aquel Ahal se encontraban fuera, entre las hogueras, cantando, hablando, riendo... Los hombres trataban de impresionar a las mujeres y ellas se dejaban asombrar, en definitiva, para eso era un Ahal, para encontrar un buen esposo, para elegir una buena mujer. Aunque para Farah nunca había dejado de ser una mera transacción comercial encubierta, ahora podía ver un matiz diferente que hasta ese momento se le había pasado por alto. Se fijaba en ellos y se notaba que disfrutaban realmente con aquellos días. No era simplemente un encuentro para emparejarse, sino un modo de conocerse, una forma de evitar la situación en la que seguramente habían caído sus antepasadas teniendo que casarse con hombres a quienes no conocían siquiera.
Quizá tener que participar en un Ahal fuese para ellas la mejor forma de conocer a alguien. Allí podían hablar con los hombres, podían comer juntos, pasear, hablar con ellos... Cosas que serían impensables cualquier otro día, en cualquier otro lugar. Estaba claro que algunas de las tradiciones todavía estaban muy lejos de desaparecer y para su forma de pensar, son las que más falta hacía erradicar. ¿Acaso por qué el padre de la novia tenía que enviar un cargamento de animales a la familia del novio? ¿Cómo compensación por haberse quedado con su hija? Nunca le había gustado eso de que la comparasen con ganado, y eso que ella valía ocho cabras y tres camellos, cosa que no la animaba de lo más mínimo...
Se quedó un rato mirando a todas aquellas personas, se las veía felices y supuso que en el fondo era eso lo que importaba, la felicidad de todas y cada una de aquellas personas y el modo de conseguirla sería lo de menos, siempre y cuando no hiciesen daño a nadie más... Fijó su mirada en el fuego más próximo a ella. Era salvaje, libre, nadie podía dominarlo y ella se creía igual, podía sentirlo arder en su interior. ¿Pero dónde estaba su felicidad? En ese momento tuvo una sensación extraña, se sintió observada. Levantó la vista y allí, entre toda aquella gente que reía, cantaba y danzaba estaba el hombre de los ojos de jade. El hombre que quizá tuviese la llave de su felicidad. Se armó de valor y recordó la promesa hecha a su padre. Sólo un día. Y pensaba cumplirla..."
*Frase de Carlos