lunes, 23 de abril de 2007

CuentaCuentos nº 24 "Carta"

Carta

    “Como todo lo importante, ocurriste de repente…

    Sergio acababa de leer el comienzo de la carta que Marta le había dejado sobre la mesita de noche… Al despertar ella no estaba, sólo aquella carta y su camisa manchada de café le recordaban que ella no había sido un sueño… Marta era una mujer de 24 años, la mujer más hermosa que había visto jamás… Salió de sus pensamientos sobresaltado porque una mariposa de vivos colores revoloteó frente a su cara. Estuvo a punto de matarla, pero al final abrió la ventana y la dejó marchar… Decidió continuar con la lectura de aquella misiva…

    “Como todo lo importante, ocurriste de repente. Nos cruzamos por la calle a las 7 de la mañana. Tú ibas muy deprisa por la calle, yo admirándolo todo… Tropezaste contra mí y derramaste sobre mi ropa todo tu café caliente… La verdad es que estaba atónita, pero al fijarme en tus ojos todo lo demás desapareció. Sé que te llamó la atención mi comportamiento. Que no me importase lo más mínimo aquella mancha que amenazaba con dejar una marca horrible en mi ropa, y al final decidiste tomarte el día con calma e invitarme a desayunar contigo para resarcirte…

    Cada vez que me dedicabas una sonrisa mi corazón se aceleraba y me decía ‘Marta, tranquila, hoy es hoy, y mañana todo será igual…’, pero realmente no podía estar tranquila. Nunca me había pasado aquello, jamás en toda mi vida había sentido todo aquel calor en mi interior, y entonces supe que me había enamorado de ti…

    Me preguntaste si quería pasar el día contigo y no dudé en decirte que sí. Sé que también esto te extrañó, que aceptase tan pronto la invitación de un desconocido, pero no tenía tiempo que perder… Si quería conocer el amor, no había tiempo que perder… Fuimos a pasear por la calle, sin rumbo fijo, hablando de ti y de tu vida. Me dijiste que nunca habías conocido a alguien como yo, que era diferente a las demás (y hasta ahora no sabes cuanto…).

    Me invitaste a comer al sitio más hermoso al que he ido nunca. No paramos de hablar ni un solo instante. Y cerca de los postres, tu mano rozó intencionadamente la mía, provocando en mi cuerpo una descarga eléctrica… Te sonreí tímidamente, no sabía qué hacer, y tu mano volvió a juntarse con la mía, esta vez para agarrarla y no soltarla a no ser que fuese absolutamente necesario… Nuestro camino nos llevó hasta la entrada de un cine, y en un impulso entramos. Allí me acurruqué contra tu cuerpo. Pude sentir tu calor, pasaste un brazo sobre mis hombros, y cuando giré mi cara para verte, tus labios se juntaron con los míos y recibí mi primer beso.

    Nunca me habían besado, y siempre te recordaré por ello… Después de que leas esta carta no sé si querrás olvidarme, como si fuese un mal sueño, pero te aseguro que yo siempre te recordaré… Después de aquel beso vinieron otros más. Miles de besos y caricias que disfruté en tu compañía, y al salir del cine me propusiste irnos a tu casa… Otra vez te dejé impactado con mi ‘por supuesto!!’ y allí nos fuimos caminando, cogidos de la mano…

    En tu casa me convertí en la mujer más feliz del mundo. Tus besos y tus caricias borraron todos mis días de sufrimiento, no pensé en ello hasta que casi era la hora de irme… Ahora estás ahí, tumbado en la cama, durmiendo, sin saber que te tengo que dejar… Mi alma se rompe en pedazos con cada segundo que el reloj recorre. Me gustaría detener el tiempo, pero no puedo. Es inevitable que me vaya, y aunque se me parte el alma, tengo que decirte adiós. No puedo pedirte que me esperes, porque no tengo derecho a que esperes un año entero para estar conmigo un solo día…

    Tengo algo que contarte y no sé por dónde empezar… Ahora ya estarás despierto, pensando en porqué te habré escrito esta carta. Tú no podrás verme, pero aún no me he ido, no sé por dónde salir…  Es probable que a estas alturas ya haya pasado ante ti, y espero que no me hayas echo nada, aunque hubiese muerto con la mayor felicidad del mundo. Espero que hayas abierto la ventana y me dejases revolotear a tu alrededor, aunque si no es así, no te lo reprocho…

    No sé muy bien por qué motivo me ocurre esto que ahora voy a contarte… Yo siempre he sido una mariposa. Me desarrollé como tal y así era feliz… Una noche vi un resplandor en el bosque, justo en medio del lago. Volé hasta allí para saciar mi curiosidad, y en cuanto la luz me rodeo por entero caí al agua sin poder evitarlo. Intenté volar, pero no hubo forma, fue entonces cuando noté que algo en mí había cambiado. Casi me muero ahogada, pero con mucho esfuerzo conseguí llegar hasta la orilla. Me sentía desorientada y no sabía que hacer. Pasé el peor día de mi vida, y exactamente a la misma hora en que caí en aquel lago, volví a convertirme otra vez en lo que realmente soy, una mariposa.

    Pensarás que estoy loca, lo sé, pero dentro de un año volveré para explicártelo cara a cara… A ti no puedo dejarte así mi amor. A ti que me has enseñado el verdadero significado de esta palabra, te debo algo más que una carta, porque no quería que pensases que te había utilizado o algo así. Estoy usando mis últimos minutos para contemplarte y terminar de escribir la carta más difícil que jamás se podría haber escrito… Siempre te querré y no te olvidaré jamás. Hasta dentro de un año mi amor…”

    En aquel momento Sergio corrió hasta la ventana, y allí, en el alfeizar encontró a la mariposa. Quieta inmóvil, como si le estuviese observando… Pensó que era una locura lo que estaba pensando, pero se apartó de la ventana y la invitó a entrar. La mariposa comenzó a revolotear por la habitación y terminó posándose sobre la camisa de Marta.

    Sergio comenzó a convivir con aquella mariposa volando por su casa. No permitía que nadie la intentase tocar, y sólo vivía para volver a casa del trabajo y pasar sus horas junto a ella, viendo la televisión o leyendo y con la mariposa cerca de él… Pasó un año casi sin darse cuenta y aquella mañana estaba expectante… Se había arreglado como para una boda, y estaba en el salón, viéndola, sin apartar los ojos de ella. De repente una luz se hizo en su salón y por arte de magia Marta apareció ante él, desnuda, temblorosa y con una mirada atemorizada en los ojos…

    -Yo… -  intentó decir.

    Pero sus palabras fueron calladas por un beso. Y tras ese beso los ojos de Sergio se unieron a los de ella y le dijo.

    -No hacen falta explicaciones. Sólo tenemos un día de paraíso para recordarlo durante el resto del año hasta que te vuelva a tener. No necesito nada más que tu cariño hoy, sólo eso para ser feliz un año más…

    Y así fue como vivió Sergio su vida de ahí en adelante. Sus amigos le llamaban ‘El loco de las mariposas’, pero ellos no sabían que aquella pequeña mariposa multicolor que tanto protegía, era la mujer de su vida, la única… Marta…”


    *Frase de Popi.

lunes, 16 de abril de 2007

CuentaCuentos nº 23 "El traslado"

El traslado

    “Nunca he sabido hacer el equipaje, y no voy a cambiar ahora…- pensó – sigo siendo el mismo desastre, y aún así no me han cogido…

    Estaba absorto en sus pensamientos mientras trataba de recoger todo sus artilugios… Bisturí, tijeras, cuchillos, sierras… Todo un arsenal de torturas. Elegía con precaución mientras, en frente, unos ojos llenos de terror le observaban, no se perdían ni un solo movimiento…
   
    -Tranquilo. Todo terminará muy pronto. Sólo un poco más, aún no me he divertido lo suficiente contigo.
  
    Los ojos de su víctima se abrieron de par en par. Intentó escaparse una vez más, pero como todas las anteriores, fue inútil. Al final se decidió por unos alicates y un cuchillo bien afilado. Se acercó lentamente hacia aquellos ojos que le veían suplicando clemencia, suplicando un perdón que no llegaría…

    Le cogió una mano, y sin contemplaciones le cortó varios dedos. El silencio le envolvía. Era increíble verle retorcerse de dolor, abrir la boca y no decir nada. Por eso le había cortado la lengua, para evitar el escándalo. Disfrutaba de lo que hacía, pero ya casi era la hora de irse, así que con un movimiento fuerte y veloz le clavó el cuchillo entre los ojos. Aquellos ojos que para siempre demostrarían sus últimos minutos de terror.

    Como pudo recogió sus cosas, las metió en el maletero de su coche y se marchó dejando el cadáver allí. No tenía miedo, porque no era la primera vez que lo hacía. Nunca le habían pillado, y ahora que se tenía que mudar por trabajo aún se preocupaba menos todavía… Puso rumbo a su nuevo destino tranquilamente. Sin remordimientos por lo que acababa de hacer. Recordaba cada instante y una sonrisa de placer asomaba a sus labios.

    El camino era largo, pero disfrutaba pensando en todo lo que podría hacer en su nuevo domicilio… Sabía que volvería a hacerlo, porque lo disfrutaba más que nada en el mundo. A lo lejos en el arcén vio  un coche detenido y se paró a prestar ayuda. Era una joven muy hermosa… Levantó el capó y le dijo que tratase de arrancarlo, y al rato dijo:
  
     -Ya sé lo que tiene, ven a ver…
 
    La muchacha salió del coche y se asomó a la parte delantera . Él le señaló algo y ella, para verlo, tuvo que inclinarse al máximo sobre el capó.  Él aprovechó el momento para bajar el capó de golpe sobre ella y dejarla casi sin consciencia. Cogió su cuerpo y se la llevó entre los matorrales que había al lado de la carretera. Allí comenzó a golpearla hasta que casi no podía moverse del dolor. Fue al coche a por sus herramientas, pero se dio cuenta de que no era buen sitio para toda la parafernalia, así que cogió simplemente un rollo de cinta de embalaje.

    La inmovilizó y la amordazó. Cuando ya todo estuvo listo, la hizo reaccionar y tras ver el temor reflejado en aquellos ojos verdes, le tapó también la nariz y la boca con la cinta. Desde lejos vio como se iba apagando su vida, poco a poco. Estaba disfrutando con el espectáculo. Sólo lamentaba que terminase tan pronto… Después dejó el cuerpo sin vida de la chica entre aquellos matojos, y siguió su camino.

    Aquella noche durmió en un motel y casi no pegó ojo porque en la habitación de al lado había una parejita haciendo mucho escándalo… Se alegraba por ellos, pero quería dormir… Tuvo la tentación de ir allí y saciarse con ellos, pero era una locura. Sabe dios cómo sería aquel hombre para conseguir hacer gritar así a una mujer…

    Por la mañana y con mucho sueño reemprendió su camino y paró a desayunar en una tasca de carretera. Con la excepción de la chica, su viaje estaba siendo muy tranquilo, y eso estaba bien, pero por otra parte le ponía nervioso. Un pitido le sacó de sus pensamientos y vio que acababa de entrar en la reserva. Decidió parar en la siguiente gasolinera y así olvidarse de aquello cuanto antes. En cuanto vio el desvío se metió en él, y mientras le llenaban el depósito aprovechó para ir al servicio. Se metió en uno de los cuartos de baño. No le gustaba hacer sus necesidades delante de desconocidos… Entonces oyó abrir la puerta y sintió los pasos de un hombre silbando. La verdad es que no le gustaban los silbidos, lo ponían nervioso, y aquel hombre no cesaba en su cantinela, una y otra vez…

    Abrió la puerta del cubículo con cuidadoso silencio. Sacó del bolsillo trasero de su pantalón un pequeño bisturí que siempre llevaba encima y se acercó al hombre silbante sigilosamente. Le cogió desprevenido, le echó la cabeza hacia abajo para evitar el roce con los huesos y tendones y de un brusco corte le seccionó  el cuello. Lo dejó caer al suelo como si tal cosa. Limpió el bisturí en el lavabo y se marchó apresuradamente. Menos mal que siempre llevaba encima aquel bisturí…

    Se montó en su coche, puso música y continuó su camino. Tras un par de horas, por la radio comenzaron a dar noticias de que habían encontrado dos cadáveres en aquella carretera y que se estaban preparando controles en todas las vías. Escuchó atentamente, pero sólo por simple curiosidad. Estaba muy tranquilo. No iba a pasarle nada, así que ¿para qué preocuparse?

    Llegó al control y lo pasó sin ningún percance. Ni siquiera le registraron el automóvil… Sabía que todo sería así, por eso estaba tan calmado… Una hora más tarde llegó a su destino, a su nuevo trabajo. Llegaba un poco tarde, aquella chica le había entretenido más de la cuenta, pero estaba satisfecho con todo lo sucedido. Entró en el edificio como si fuese suyo. Como si ya llevase años caminando por aquellos pasillos. Se acercó al mostrador donde un joven le atendió:
   
    -Sí, dígame su nombre y el motivo de su visita, por favor…
    -Soy James Morgan…

    Aquel joven le miró un segundo, se giró hacia todos los demás y alzando la voz dijo:

    -¡Chicos atended! El nuevo Comisario ha llegado…”


    *Frase de Carabiru.

martes, 10 de abril de 2007

CuentaCuentos nº 22 "Una meiga suelta en Tierra Capital"

Una meiga suelta en Tierra Capital

    "Érase una vez una pequeña meiga gallega llamada Niobiña que decidió cogerse un avión para hacer todos sus sueños realidad… Esta es la historia de todo lo que allí me ocurrió…

Domingo Día 1: Llegada al aeropuerto y sorpresa para Aarón…

    La verdad es que tenía pensado llegar el jueves santo, pero las cosas de la vida decidieron que llegase el domingo anterior… En el aeropuerto quedé con Tressa. Y mientras ella iba a por unos cafés vi llegar a lo lejos a quien yo adiviné como Klover… Me puse a saludar con las manos y ella se dirigió hacia mí… Primera Cuentacuentos que conozco…

    Luego, entre risas y fotos, el móvil nos avisa que Aarón está a punto de hacer su entrada entre nosotras y como no sabía que yo iba a estar allí pues me fui a esconder. Luego salí de mi escondite y me dirigí hacia ellos. Os puedo decir que la cara de Aarón al verme acercarme no puedo describirla, pero es que se quedó allí mirándome como diciendo… “¿Qué coño hace la meiga esta aquí ya?” Después de los besos de rigor y las explicaciones acompañamos a Tressa hasta la T4 para coger su avión.

    Hicimos entrega de regalos y nos pusimos a firmar como locos, cosa que luego supe que haría mucho durante este viaje… jajajajaj. Después, amablemente, Aarón nos llevó hasta Tierra Capital y nos fuimos a comer los tres. Comprobamos la dificultad con la que Klover se comía (más bien se tiraba por encima) un bocadillo de calamares y ellos vieron que esta pequeña meiga apenas come… jajajaj.

    Aarón nos abandonó porque tenía cosas que hacer y Klover se quedó a hacerme compañía hasta que me vinieron a buscar. Hablamos con Ninivé y Tressa y para ser el primer día no estuvo mal… Llegué muy cansadita a casa, entre los nervios y las emociones, por eso entenderéis los siguientes días de mi visita a Tierra Capital, pero antes os contaré como era la cama en la que dormí…

    Era una cama con un edredón de las princesas de Disney, sábanas de Barbie y sobre la cabecera de la cama un dosel con dos telas. Una en color rosa fucsia y la otra blanca con coronas doradas bordadas… Jamás en mi vida había dormido en una cama tan pitiminí… Pero bueno, a fin de cuentas era muy cómoda… jajajaja…

Lunes Día 2: Sofá, palomitas y película…

    Lunes por la mañana, estoy cansada, no me apetece nada… Salgo a desayunar y reconocer un poco el terreno en el cual me voy a mover esta semana, Collado-Villalba. Así que al regresar a casa tomo una determinación… Menú para el día de hoy:

    -Sofá.
    -Manta.
    -Coca-cola.
    -Palomitas.
    -Película.

    Quizá no es el mejor menú para un día de vacaciones, pero la verdad es que me hacía falta un día así…

Martes Día 3: Aunque no lo creáis, un muy buen día…

    La verdad es que prácticamente no me levanté de cama… Se estaba tan bien… No os lo podéis ni imaginar… Estaba allí tumbada, calentita, cuando sonó el teléfono y pude compartir una charla con Tressa, la meiga que estaba en tierras sureñas. Luego me levanté para ir a comer, momento en el que Hell (que todavía no sabía que yo andaba ya por Tierra Capital) me llamó, por lo que tuve que mentir descaradamente y decirle que estaba con mi abuela en el pueblo…

    Luego… Luego… Pues una duchita estupenda y refrescante y otra vez para la camita… Os aseguro que el martes no había para mí un mejor sitio en el que estar. Ya sé que las vacaciones son para aprovechar, pasear y disfrutar… Pero si volviese a repetirse la semana no cambiaría ese día en camita ¡por nada del mundo!

    Más tarde cenar y a dormir, que al día siguiente me esperaban muchas nuevas experiencias y gente nueva a la que abrirle mi corazón…

Miércoles Día 4: Puerta del Sol, ese sitio tan deseado…

    Madrugo, me desperezo, cojo todos los libros de Villa Relato en brazos y pongo rumbo a Tierra Capital. Tras las indicaciones recibidas antes de salir de casa consigo encontrar el autobús que me dejaría en la estación de metro de Moncloa, donde Klover me espera para llevarme hasta Sol. Allí en el metro Klover se pierde, y digo Klover, porque yo no hacía nada más que seguirla, pero se da cuenta pronto y sólo tenemos que deshacer el recorrido y coger bien la línea…

    Los nervios se van apoderando de mí a medida que nos acercamos a la salida del metro. Justo al salir del metro la indiscutible melodía “Ecuador” me anuncia que algún Cuentacuentos quiere mantener una charla conmigo, y miro la pantalla para descubrir que es Jara. Nos hablamos durante unos escasos minutos, porque entre la gente puedo distinguirla, así que me despido, apago el teléfono y corro hasta sus brazos…

    Allí, en Sol, casi lloviendo y con frío siento un calor en el corazón. Un calor que me llena de alegría y que hace aparecer una sonrisa en mis labios. Allí en Sol conocí a Jara, Ratoncita, Judith (una amiga de Ratoncita), Beleita, y volví a ver a Aarón. La felicidad me invadía, no podía creerme que estuviese allí con todos ellos al fin, después de tanto tiempo y tantas charlas a través del MSN al fin podía abrazarles.

    Nos hicimos la foto reglamentaria sobre el Km 0, que en ese momento nos mostraba una imagen pasada por agua de España… jajajajaj… Fuimos a desayunar y allí repartí los libros de Villa Relato. Los extendemos por la mesa y comenzamos a firmarlos todos. Y en aquel momento hizo su aparición Pistachita… (Ahora que tengo el mío en un sitio privilegiado de mi cuarto, puedo ver todo lo que me han escrito y a veces unas lagrimillas recorren mis mejillas…)

    Después del desayuno levantamos el campamento y se decidió ir a comer unos calamares en un estrecho bar cerca de la plaza mayor, en el cual, mucha gente descubrió asombrada, que allí había mesas. Nos hicimos más fotos para el baúl de los recuerdos, y con el estómago lleno, nos llegó la noticia de que Hell estaba cerca ya… Jara fue en su busca, y yo me escondí para tratar de darle una sorpresa. Cuando mi móvil sonó salí de mi escondrijo, me acerqué silenciosamente, me apoyé en su hombro y como si tal cosa le dije:

    -¿Qué tal el viaje?

    La verdad es que no hay palabras suficientes para describir su cara en aquel momento. Estaba claro que no esperaba verme allí, pero al rato reaccionó y volvió a ser el payasete de siempre… Ese que tanto me gusta… Salimos de allí para dirigir nuestros pasos hacia el pub irlandés, ese en el que la camarera es una borde… En la plaza mayor se nos unió un Cuentacuentos más, mi corderito, mi Victorvolador, que nos acompañó. Llegamos a nuestro destino, nos pedimos algo y estuvimos allí un buen rato todos. Luego Hell y yo fuimos a hacer unas gestiones en las que el dichoso paquete azul volvía a estar en posesión de las manos meigas que una vez lo enviaron, y también me regaló una camiseta prometida hacía un tiempo…

    Volvimos y el paquete llegó a su destino, (dos meses después, pero llegó). Comenzamos a firmar en todas las cosas que teníamos a mano. Posavasos, servilletas, Villa Relato… Cualquier cosa valía… También en aquella ocasión sonó mi móvil, que sirvió para unir a todos los que allí estábamos con un Cuentacuentos del sur, nuestro querido Ninivé. Más tarde, la gente se fue marchando y al final del día Klover y Hell me acompañaron hasta el lugar en el que me esperaban para volver a casa y a mi cama de las princesas Disney…

Jueves Día 5: Paseo por el Retiro, el Bernabeu y alrededores…

    Volví a levantarme pronto porque había quedado otra vez en sol con mis amigos. La mayoría iba a llegar tarde, así que compartí desayuno y confesiones con Hell y mi niña Jara. Luego nos juntamos otra vez en sol para recibir a Klover y mientras esperábamos a los demás decidimos ir hasta el Fnac. Allí no pude evitar la tentación de comprarme un libro. Por sorpresa aparecieron Larisavel y Aarón. Y luego, ya todos juntos decidimos irnos a pasear por los madriles. Vamos caminando hasta el Retiro, que no podía irme de Tierra Capital sin verlo. Voy compartiendo confidencias con mi payasete favorito (no sé que haría sin él a veces) y allí, en el lago, me hago fotos con todos mis niños, con todos mis Cuentacuentos…

    Más tarde y tras una foto increíble ante la puerta de Alcalá (mírala, mírala…) Hell se despide para ir a comer con su hermano. Y nosotros decidimos imitarle a e ir a comer también, pero antes nos pegamos una pateada de narices. Al final nos metimos en un McDonalds (creo) y la camarera intenta asesinarme dándome una hamburguesa con tomate, cosa que muy amablemente, Aarón me soluciona en un momento… Hacemos más fotos y escribimos dedicatorias en las cosas más inverosímiles, pero es que somos Cuentacuentos… Escribir es lo nuestro!! Jajajajaj….

    Salimos de allí y decidimos que vamos a patear un poquito más la ciudad… Paseamos por las calles y comparto más confidencias con mis niños. Al final se decide ir por el Bernabeu. Después pululamos por las calles en busca de un Burguer King (creo) para tomarnos unos helados a los que fuimos invitados. Nos tomamos los helados ante la boca del metro antes de ir en busca de nuestra querida Beleita. Paseamos por el metro como si de nuestra casa se tratase y al fin salimos a tomar aire puro…

    Beleita nos conduce hasta un oscuro lugar llamado Sedna, donde nos metemos y ocupamos una mesa. Pedimos de beber y una llamada de Ninivé me devuelve a la realidad… Tengo que salir para hablar con él, porque la cobertura nos juega malas pasadas. Se hace una ronda telefónica, que termina conmigo misma llorando por las cosas tan bonitas que este malagueño me ha dedicado…

    Entro y me bebo lo que había pedido de un trago, y luego vinieron dos copas más… Poco alcohol, lo sé, pero probad vosotros a beberlos tan seguidos… jajajaja… Nos retiramos para cenar. Necesito un poquito de compañía y Klover me ofrece la suya, pero acaba llevando mi pobre rodilla contra un pitoste de estos metálicos, y entonces le pasa el relevo a Aarón, que me acompaña en todo momento hasta nuestro lugar de destino, una pizzería.

    Cenamos entre risas y bromas, pero comienzo a ponerme triste, porque sé que en breve me tendré que ir y dejarles y no quiero… Llega el momento tan temido, la despedida… Me abrazo con todas mis fuerzas a todos y cada uno de ellos. Les deseo lo mejor en sus vidas y deseo volver a verles pronto… Salimos de allí Klover, Beleita, Aarón y yo… Nos metemos en el metro, y la primera en separarse de nosotros es Klover, mi niña…. Luego Beleita nos guía, pero en la siguiente parada también se separa de nosotros. Aarón me acompaña hasta la misma puerta de mi autobús, me despido de él, del último Cuentacuentos de esa noche… En el autobús no puedo evitar que las lágrimas resbalen por mis mejillas… Y más tarde me entero de que por acompañarme, Aarón había perdido su autobús, así que le llamo y le hago compañía telefónica hasta que me dice que ha llegado a casa sano y salvo… ¡Gracias guapo!

Viernes Día 6: Navacerrada, esquí y tormenta de nieve…

    El viernes me llevan a esquiar a Navacerrada, me caigo un par de veces y me traigo como recuerdo un hermoso moratón… Comemos por allí y sigo haciendo el ganso en la nieve, (en tierras meigas no es normal verla…), pero el problema llega cuando nos queremos ir… Una tormenta de nieve nos tiene aislados durante dos horas, horas muertas que aprovecho para llamar a mis amigos y decirles que estoy en la nieve y momento que ellos aprovechan para decirme que han estado en la playa y que ya se han dado el primer chapuzón (me cagüento!!).

    Este día no tuvo mucho más que recordar, además en cuanto cogí la cama me caí rendida…

Sábado Día 7: Tetería “Las mil y una noches” y “jooo… no me quiero ir…”

    Después de comer con mi familia, me voy directamente a Tierra Capital. Consigo llegar solita (después de que una señora me indicase mal el camino…) y llamo a Hell para saber si había llegado bien a su casa… Mientras hablamos paseo por preciados, Callao, Gran Vía, y al final vuelvo a Sol, mi punto de encuentro, uno de los lugares que más recordaré. Allí me encuentro con Pistachita y nos encaminamos hacia Callao. Allí sale Jara a nuestro encuentro, y terminamos de camino a una tetería a la que nos llevó.

    Allí nos tomamos unos tés, yo de caramelo, Jara de mora y Pistachita de frambuesa… (Ya sé que no es importante, pero lo tengo todo almacenado en la memoria… jajajaj….) Y para seguir siendo fiel a sí misma, Pistachita nos hizo el honor de compartir con ella un pastel de pistacho, al cual tuvo que darle esta gallega que os escribe, el primer bocado, y tras constatar que estaba bueno y no me moría de intoxicación, las otras dos dieron sendos mordiscos, acabando así con el pobre pastelito…

    Entre risas y recuerdos la tarde se agotaba y cada media hora, y tras un rápido vistazo al reloj, esta meiga decía… “Joooo…. No me quiero ir….” Nunca pensé que mis encantamientos tuviesen tanto poder como descubriría al día siguiente. Llegó la hora de la última despedida. Le dije un hasta pronto a Pistachita y Jara me acompañó hasta mi lugar de destino. ¡Gracias neni!

    Ya en casa, en mi cama de las princesas Disney recordaba todo lo ocurrido estos días, y antes de cerrar los ojos dije una vez más… “Joooo…. No me quiero ir….”

Domingo Día 8: Odisea en la T4… ¡PUTA IBERIA!

    Madrugo como nunca, llego al aeropuerto con todo el tiempo del mundo, hago una cola inmensa y todo para que cuando tocó mi turno me digan que se han equivocado y le han dado mi asiento a otro. Ahí estallo la primera vez y tras el cabreo inicial me dirijo a atención al cliente para poner una reclamación y una queja, cosa que no creo que sirva de nada, pero al menos lo he hecho… Luego pregunté cómo iban a solucionarlo, y ahí estallé en cólera una vez más… Me dijeron que podía confirmar una plaza en el siguiente vuelo pagando una diferencia de ciento y pico de euros, o que me pondrían en lista de espera y que podría embarcar cuando algún pasajero cancelase su viaje. Tercer estallido de cólera…

    Cuando me calmo un poco llamo a Jara para contárselo y así de paso calmarme un poco. Luego llamo a Hell, más tarde a Aarón y también a Ninivé… Estaba en la zona de tránsito esperando que algún viajero me dejase su plaza y poniéndome de los nervios, pero gracias a estas cuatro personas, pese a estar lejos de mi casa y de todos ellos, en ningún momento me sentí sola. Gracias a los cuatro, ¡sois geniales!

    Al fin cogí el avión con rumbo a tierras meigas, deshaciendo aquel maleficio soltado contra mí misma. En cuanto pisé mi tierra encendí el móvil y envié un mensaje a todos aquellos que ocupan un lugar muy especial en mi corazón… A todos vosotros, mis niños… Mis Cuentacuentos…"


    *Frase Anónima.