lunes, 29 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 51 "En sus sueños"

En sus sueños

    “¿Porqué el mar es azul? ¿Por la refracción de la luz del sol? ¿Por el reflejo del cielo? ¿Por algas o sedimentos en suspensión? Un montón de respuestas posibles... Allí estaba él. Sentado frente a la inmensidad del mar, cerca de la orilla, donde había pasado la mayor parte de las noches... Sentía como si el mundo se hubiese olvidado de él y girase sin tenerle en cuenta. Como si el tiempo continuase para todos menos para él. Como si se estuviese quedando atrás.

    Hacía un par de días que había conseguido verlo todo claro. Estaba a punto de encadenarse en una relación que no le llenaba por dentro. Que no le hacía sentir la pasión y todo por ella, por su sirena... Había conocido en sueños a una sirena que le rescató de un naufragio seguro cuando su vida se había perdido en la inmensidad del universo. Soñaba con su sirena noche tras noche. Con sus besos, con sus abrazos, con como sería poder tenerla cerca y al final decidió verla...

    Se la jugó por su sirena. Hizo un viaje hasta la costa y se sentó en aquella playa, mirando al mar, durante tres días seguidos. Esperando que su sirena apareciese y al final apareció. La vio acercarse a la orilla, cuando ya casi había anochecido. La vio hacer un par de piruetas en el mar. Pudo ver su cola de color azul, su larga cabellera y su rostro angelical. Después vio su figura acercarse a la orilla y entonces pudo ver como salía del agua, ahora ya con unas gráciles piernas que la llevaban hasta donde estaba él.

    Estaba desnuda. Podía ver sus pechos firmes, que con su suave balanceo parecían invitarle a sentir su calor, su suavidad... También  el contoneo de sus caderas era insinuante y le mantenían hipnotizado para que no existiese nada más que ella en aquel momento. Se acostó sobre él y le besó, y en aquel preciso instante sus ojos entraron en contacto con los de ella, que le lanzaron un hechizo del que cayó preso sin ofrecer resistencia. Y entonces se dejó arrastrar por sus deseos y la hizo suya... Se desvaneció en su aroma, se abandonó entre sus cabellos y se perdió en su amor, en la pasión que ambos sentían y que hizo que aquella noche pareciese no terminar nunca...

    Junto a ella el tiempo pareció detenerse, pero no fue así. Tuvo que volver a alejarse de ella en cuanto amaneció, porque el sol lo devolvió al mundo real... Sólo había sido un sueño. Volvió a casa, a aquella relación en la que no era feliz, pero sabiendo que su sirena estaría siempre con él. Y desde aquella vez cada noche, en sueños, volvía a aquella misma playa, donde sabía que si sirena estaría esperándole...”


    *Frase de Yaiza.

martes, 23 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 50 "Homenaje a CC. 100 frases"

Homenaje a CC. 100 frases.

    “Para que me conozcas mejor te voy a contar una serie de cosas que han pasado en mi vida y que de una u otra manera han marcado mi forma de ser para convertirme en la persona que soy ahora... Recuerdo aquel día como si fuese ayer, era el 8 de noviembre de 2006, hace casi un año ya. Hacía frío aquella mañana, yo iba como siempre hacia mi trabajo, apenas 5 minutos lo separaban de mi casa, pero es increíble la de gente con la que puedes llegar a cruzarte.

    Aura es una mujer que al igual que yo va a su trabajo dando un paseo todas las mañanas. Día tras día nos cruzamos y podía ver las miradas escondidas entre ella y el chico de la librería. Pero aquel día era diferente, al volverse lo vio todo claro, no sé de donde sacaría las fuerzas, pero se dirigió a él y le besó. Así sin más. Y yo seguí el camino hasta mi trabajo con una sonrisa en los labios. Entré en la tienda y me dispuse a hacer el pedido para el día siguiente. Cuando cogí el bolígrafo la mano me temblaba, creo que ya sabía que aquel día sería especial, aunque no supiese muy bien porque. El golpe de la puerta me despertó de mis pensamientos, como si volviese de un sueño muy profundo.

    Estábamos a principios de noviembre y ya había gente haciendo sus compras de nochebuena. Estaba claro que esta iba a ser una Navidad diferente y muy movidita para todos. Empezaba a pensar que me había equivocado con ella, tenía en la cabeza que sería una Navidad más, pero me equivocaba.

    -¿En qué estás pensando? – dijo mi amiga al entrar en la tienda. Nunca supe que sabía a lo que había venido. Pensé que era una casualidad que estuviese allí. No que esperase que yo le dijese que uno de nuestros amigos había muerto.

    Me sentí fatal por ser yo la que le diese la noticia. Una lágrima asomaba a sus ojos verdes y no pude hacer nada más que abrazarla y brindarle mi apoyo... Después de que se fuese y como no había mucho que hacer en la tienda me puse a leer el periódico. Encontré la foto de una mujer muy hermosa, aunque tenía algo especial en su rostro. Brotaba pintura de entre sus dedos, o eso creí hasta que me leí que la habían asesinado y concluí que aquella pintura que yo imaginaba en aquella foto en blanco y negro era sangre.

    Continué leyendo y allí estaba, entre otras muchas cartas al director. Esta mañana, después de tanto tiempo, he vuelto a ver mi nombre en el periódico, pensé: ‘Una vez más, una de mis cartas al director publicadas, aunque como siempre caerán en saco roto...’ Al lado de la mía y llevando como título Está usted despedido, alguien había escrito una tesis sobre los cambios que puede crear sobre una persona esta frase. Y había otro de una mujer maltratada que comenzaba diciendo: ‘Era el miedo el que gobernaba mis palabras cuando al fin le denuncié tras años de palizas y vejaciones’. Y terminaba con una frase que siempre llevaré en la mente: ‘aquel día caminando por la orilla me sentí verdaderamente libre en mucho tiempo’.

    Mil historias habían compartido mis cartas al director en aquel periódico. Un hombre alcohólico que decidió dejar su vicio un día que recuperó la consciencia con un terrible dolor de cabeza y se dio cuenta de que su mujer se había marchado con sus hijos. Una muchacha que nos contaba que era verano, hacía calor y acababa de enamorarse, que no sé cuanto duraría su amor, pero lo había compartido con todos nosotros. Recuerdo con emoción el de una mujer a la que le habían pedido matrimonio hacía poco tiempo y terminaba así su exposición: ‘sólo me estaba pidiendo una respuesta y eso era lo que me aterraba’, una respuesta que cambiaría su vida por completo. Y recordaba con un poco de miedo una que escondía locura tras cada palabra: ‘el duendecillo de los cereales me miró y habló así’. Quizá ese fue uno de los más espeluznantes que leí...

    Entonces lo comprendí todo. La vida estaba llena de personas dispares porque ahí estaba la gracia... ¿De que servía ser todos iguales? Era mucho más divertido encontrar las diferencias que te hacían especial. Recordaba perfectamente (y aún recuerdo) el momento en el que conocí a mi mejor amiga. La noche se nos hacía más y más lúcida, mientras celebrábamos el comienzo de un curso nuevo. Nuevos amigos, nuevos profesores, nuevos momentos para compartir... También recuerdo aquellas conversaciones que teníamos en las que parecía que podíamos resolver el mundo. Recuerdo su sonrisa de niña esculpiendo la mía, cuando me contaba a medias aquellos secretos y al final siempre terminaba con un...

    -El viernes, cuando nos veamos, te cuento...

    Y así me quedaba yo sin saber cuál era la nueva novedad en su vida. Y después el tiempo pasó y como siempre dicen pasa para todos, no sólo para unos cuantos y entonces tuvimos que tomar caminos diferentes. Ella se perdió entre la multitud como se pierde una lágrima entre la lluvia. Durante una temporada estuvimos sin saber casi nada la una de la otra, pero el tiempo volvió a reunirnos... Dicen que los buenos amigos siempre acaban reencontrándose, ¿no? Yo lo creo...

    Voy a contarte un secreto, estuvimos enamoradas del mismo chico, y eso casi se convirtió en una maldición entre nosotras... De lo más profundo del infierno surgió una llamarada de amor que nos embrujó a las dos. Nos peleábamos sin motivo, dejamos de hablarnos y en la discoteca, mientras la luz luchaba por hacerse un hueco entre la humareda de aquel tugurio, nosotras nos lanzábamos desafíos con la mirada, y en el fondo yo sólo quería su amistad... Recordaba todo lo que habíamos vivido juntas y encontré escenarios de colores y sentimientos en blanco y negro. Mil cosas que había compartido con ella y no quería perder. Un día quedamos para hablar de lo que nos estaba pasando. Yo ya había decidido olvidarme de aquel chico por el bien de nuestra amistad, aunque eso ella no lo sabía.

    -Hay una línea entre ese chico y nosotras -  me dijo. – Ninguna de las dos debería salir con él si queremos seguir siendo amigas. Si cruzas, puede que no volvamos a vernos. Al menos no como amigas.

    Ella era mi salvación. Formaba parte de mí. Sabía que ella era esa amiga que te completa de verdad, con la que no hacen falta palabras, con la que una simple mirada lo decía todo. Y al otro lado de la línea estaba él. Su sonrisa, congelada, me incitaba a besarle. Pero no lo haría jamás. Ante todo estaba ella y lo sigue estando. Sé que en su cabeza se lidiaba la misma batalla que en la mía, que su  conciencia estaría haciendo de las suyas y tiempo después me confesó lo que su conciencia le gritaba.

    -Por una vez, sé egoísta y piensa lo que quieres para el resto de tu vida – le decía ella mientras no dejaba de llorar y entonces tuve que preguntarlo.
    -¿Y tú conciencia llora?
    -La mía sí. ¿La tuya no?
    -Mmm… Creo que no. Al menos yo nunca la he oído...

    Sé que fue una conversación extraña, pero bueno, así somos nosotras... Una noche, después de salir, me sonó el teléfono a eso de las 7 de la mañana.

    -¿Quién puede ser a estas horas?
    -¿Jan?
    -Anda, hola niña, ¿me has echado de menos estas tres horas? Jajajaj
    -No es que te haya echado de menos, es que te llevaste mi cartera. O eso o es que la he perdido... ¿Puedes ver en tu bolso?
    -Sí, ahora mismo lo hago cabeza de alcornoque. Por cierto, ¿te acuerdas de la fiesta que montamos en San Benito?
    -Sí, aquella tarde de julio era sorprendentemente calurosa, y terminamos la fiesta en la playa, todos vestidos y tirándonos al mar… jajajaj...
    -Todo el mundo nos miraba, creo que fue de los días que mejor nos lo pasamos. Pero luego te perdí la pista... ¿Dónde te metiste?
    -De acuerdo, te diré la verdad, pero es que ya no puedo guardarlo por más tiempo...

    Al otro lado de la línea casi podía escuchar su respiración. Sabía que le costaría decir aquello, y ella no sabía que yo ya conocía su secreto. El sisear del aire rompió el silencio, y entonces lo dijo. Se había liado con aquel chico, aquel que amenazaba con separarnos, pero no me importaba, porque ella era mi amiga. Me pidió disculpas mil veces y que la perdonase.

    -No desesperes, yo estoy aquí, a tu lado. Ya sabía todo esto, pero me importa más nuestra a mistad que un chico... ¿A ti no?
    -Sí, a mí también y por eso no debería haberme liado con él.
    -Te he dicho un montón de veces que para mí lo más importante eres tú, y a pesar de todo sigues sin creerme... ¿Qué más tengo que hacer?
    -Que equivocada estás niña. Te creo y sé que pase lo que pase siempre habrá una conexión muy importante entre nosotras y que no se romperá por mucho tiempo que pase...
    -¿Sabes? Siempre soñé con convertirme en una buena persona y a tu lado lo estoy consiguiendo...
    -Anda ya no seas tontina Jan...
    -Que sí miniña... Por cierto, sí tengo tu cartera.
   -Pues ya me la darás mañana, ahora vamos a dormir. Te quiero niña.
   -Y yo a ti bicho.

    Al colgarle el teléfono y recostarme en la cama, mi mente, una vez más huía de su pasado. De todas aquellas personas que decían ser “amigas” y en el fondo no lo eran... De todas aquellas personas que me habían echo daño sólo por ser diferente a ellas... ¿Recuerdas cuando mirábamos las estrellas? Me decía a mí misma... No era más que una ilusión. No había nada de cierto en todos los momentos que compartí con ellos porque al parecer jamás me aceptaron como era...

    Hacía frío aquella mañana del 8 de noviembre, y la llamaba mañana por decir algo... Me había levantado a las 6 de la madrugada porque no podía dormir. Me había subido a la galería y enrollada en una manta me había sentado a mirar la oscuridad. Habían anunciado un aumento de temperatura, era de noche, y sin embargo llovía, aunque no era de extrañar en pleno noviembre en Galicia...

    Bajé a prepararme un tazón de leche caliente y en la cocina encontré su cadáver... Tras la repentina muerte de Ángela, mi pez de colores, la pecera se veía muy vacía. Habría que comprar algunos más, pero es que ni ellos mismos aguantaban el frío de aquella agua. Y eso que habían anunciado un aumento de temperatura...

    Aura es una mujer de la que ya os he hablado, esa con la que me cruzo por las mañanas y a la que me gustaría parecerme. Me gustaría poder obtener de mi interior ese valor para luchar, pero cada uno es como es, ¿no? Ya en el trabajo, después de hacer el pedido, estaba aburrida y decidí dar una vuelta por google, haciendo búsquedas aleatorias para ver con qué me sorprendía. Puse en el recuadro de búsqueda las palabras: “niña”, “dulce” y “vida”.

    Aparecieron un montón de entradas, pero una de ellas llamó poderosamente mi atención. Ponía marcado en negro la niña se perdía dulcemente en su vida, y al fijarme en la dirección sentí como un escalofrío en la espalda... cuentacuentos06.spaces.live.com. ¿Y aquello que sería? Así que pinché en el enlace y me dispuse a conocer otro mundo nuevo.  Era como una especie de comunidad en la que se recogía una frase y a partir de ella se escribía un relato. La lista de participantes era muy extensa y mi curiosidad dio un paso más. Pinché sobre uno de los participantes que anunciaban su publicación y me trasladé por el ciberespacio hasta su hogar virtual.

    Entré sin llamar y comencé a leer su relato... ‘Esta noche a las doce en punto saldrá de la parroquia de San Cosme la procesión del Cristo de la Reja. La Hermandad del Santísimo Cristo de la Reja invita a todos lo vecinos de...’ Me quedé absorta hasta el final del relato, sin poder para de leer hasta concluirlo... Realmente me había impactado y quería participar en aquella iniciativa, así que volví a aquella página, dejé mi mensaje anunciando que quería unirme a los CuentaCuentos y recogí mi primera frase, que por aquel entonces era la nº 51. Y aquel mismo día comencé mi relato con la frase de Dark_Angel ‘las cálidas alas de un ángel acariciaban mi rostro’ y aquel fue el primero de muchos más que vinieron...

    A partir de aquel momento, cualquier suceso a mí alrededor se convertía en una posible historia por contar... Estando un día de compras el centro comercial había quedado en penumbra y en vez de querer que volviese la luz yo imaginaba mil historias allí. Las palabras vuelan, lo escrito permanece eso me lo habían enseñado muy bien, por eso desde que entré a formar parte de los CuentaCuentos siempre llevaba una libreta y bolígrafos conmigo. Cierra los ojos por un momento me decía a mí misma... Deja la mente en blanco, deja fluir lo que hay en tu interior y podía escuchar el sonido de la naturaleza que me rodea en mi Galicia natal.

    El sonido de los árboles me tranquiliza, me ayuda a escribir a relajarme y consigo tener la mente más abierta a todas las posibilidades que un folio en blanco puede ofrecerme... Llevaba poco más de un mes en la vieja casita de los CuentaCuentos cuando lo anunciaron: ‘El sábado comenzará una nueva etapa para todos. Una página renovada, pero con el espíritu de CC dentro de ella...’ Un lugar nuevo que compartir con toda aquella gente maravillosa que había conocido en todo aquel tiempo ¡y la que me quedaba por conocer!

    Colocaba la trastienda cuando comenzaron a sonar las sirenas, seguramente algún accidente por allí cerca, pero en mi mente era como una señal que nos avisaba a los CuentaCuentos que ya teníamos una nueva casa, un nuevo hogar en el que reunirnos... Y comenzaron a nacer miles de cuentos en aquel lugar tan mágico... Matar formaba parte de la naturaleza de Laura o al menos eso quisimos hacer creer unos cuantos al resto y todo esto de la mano del jefe... Podría contaros mil historias sobre el Señor de las Historias pero todo lo que pudiese decir de él sería poco. Le admiro y el hecho de ser tan misterioso ayuda a que mi imaginación esté activa cada día... Un misterio que quizá algún día consiga resolver...

    A veces mi alegría se convierte en desgracia, supongo que como para todos, y creé en CuentaCuentos un lugar en el que todos pudiésemos compartir nuestros temores o nuestros malos días ‘el cuartito para corazones tristes’. Allí descubrí que no sólo éramos un grupo de gente unida por su amor a la escritura... Ahí descubrí que éramos una familia. Una familia algo singular y muy diferentes unos a otros, pero una familia al fin y al cabo... Gracias al apoyo de muchos CuentaCuentos mi tristeza fue desapareciendo y al cerrar los ojos despertó una nueva sensación de calor en mi interior. Amistades que aún estando lejos y aún sin conocerse eran sinceras... Eso hacía que sonriese cada día.

    Nada impide que cada martes tengamos nuestra frase... Si llueve el SdlH viene escondido bajo un chubasquero, si hace sol oculta su rostro bajo una gorra y entre la niebla se siente oculto, como le gusta estar... Muchas noches, entre sueños, mi cabeza no deja de darle vueltas a la frase de cada semana y alguna que otra vez, mi mente confusa, se despierta entre sueños y no puedo evitar coger una libreta y un papel y ponerme a escribir. Una tarde a las ocho menos cinco se apagaron las luces y me puse a escribir a la luz de una vela un relato sobre dos amantes que se regalaban un momento de amor... Cualquier excusa era buena para escribir, cualquier momento era el propicio para comenzar una nueva historia.

    Día tras día, malas noticias en los periódicos, muchas mujeres más a las que les brotaba pintura de entre sus dedos, muerte, hambre, desolación... Y gracias a CuentaCuentos siempre encontraba un nuevo motivo para ir hacia delante, para no dejarme arrastrar por el caos que me rodeaba... Para la mayoría de los relatos que escribí, el silencio de la noche fue su aliado, al igual que la noche fue mi aliada (la aliada de todos nosotros) más de una vez en la que ocultamos besos, abrazos y amor a la vista de todo el mundo...

    Apenas dos días después de mi cumpleaños él me dejó. ¿Qué querían que escribiese con aquello? Ufff... Dejé salir mi vena más loca... Conté el mundo visto desde el punto de vista de una mantis religiosa y su pareja, que la última imagen que quedó plasmada en su retina fue la de su asesino, su pareja, aquella a la que amaba le había matado, aunque por el bien familiar... O al menos eso dijo en el juicio... Hemos creado cosas extrañas en todo este tiempo, se han escrito cuentos, se han hecho juegos, concursos, hemos creado un homenaje a una letra.  Y todas y cada una de ellas diferente... Me imagino a cada uno de los dueños de las frases, seguro que una enorme sonrisa asomó a sus labios al ver que la frase de aquella semana era la suya... Al menos eso me pasó a mí con la mía.

    En poco tiempo se había creado mucho cariño y muchos deseos de conocerles más profundamente y por eso programé mi viaje a Madrid, quedamos un día para conocernos y allí estaban entre mis manos temblorosas muchas de aquellas personas que me hacían estremecer, llorar, reír, soñar con sus relatos. Aquello realmente parecía un cuento... ‘Érase una vez en algún remoto mundo, una serie de personas tan diferentes y al mismo tiempo tan afines que...’ Bueno, conocéis la historia, ¿no? Jejeje... Nunca he sabido hacer el equipaje y cuando volví de Madrid vine con más cosas de las que había ido... Aunque eran cosas que no iban en mi equipaje, sino en mi corazón. ¿Sabes? Como todo lo importante, ocurriste de repente. Sí, tú. Tú que estás leyendo esto... Tú que formas parte de CuentaCuentos al igual que yo... Llegaste de repente a mi vida y he compartido contigo muchas cosas... Y desde que llegué a junto vuestra todo me recuerda a vosotros.

    Un día en la librería me quedé pasmada delante de una estantería. El título de aquel libro llamó poderosamente mi atención, y me incitaba a cogerlo. ‘El país de los CuentaCuentos’, así se llamaba y trataba sobre un pueblo donde las personas más importantes eran los CuentaCuentos y los fabuladores, un lugar donde seguro que todos seríamos bien recibidos... En los relatos podemos ser quienes queramos ser y hacer mil locuras. Podemos ser héroes, ser de otro planeta, un libro, un animal... Recuerdo con especial cariño el relato que comenzaba ‘hola, ¿bailas conmigo?’ en el que me permití el lujo de seducir al SdlH, una de esas locuras que sólo puedes hacer en los cuentos...

    Hay muchos Cuentacuentos que ya no están entre nosotros. Alguno que ni siquiera tuvo tiempo de despedirse, pero que siempre estará en los corazones de los CuentaCuentos que le conocieron y con los que compartió mil momentos mágicos. Te conozco demasiado bien, eres como yo... Eres inconformista, alocado, alegre, soñador, emprendedor... Si no nos echamos atrás ni siquiera ante el reto de escribir una historia al revés. Somos el futuro y un futuro que viene pegando fuerte...

    ¿Y que más se puede decir de nuestro jefe? El SdlH... Una vez nos dejó como comienzo de frase el mítico ‘Yo soy tu padre’ y en cierto modo él es el padre de todos nosotros. Uno de los fundadores de CuentaCuentos, el que siempre nos trae semana tras semana esas pequeñas ventanas hacia mundos desconocidos, en forma de frases... Creamos historias solos o acompañados de otros CuentaCuentos, de donde salen aún más genialidades si es posible... Yo compartí relatos con algunos de los grandes, y partiendo de ‘el gatito correteó juguetón entre sus piernas’ escribí a medias una historia en donde intercambiamos los roles de hombre-mujer...

    Realmente creo que todos deberíamos tener en casa un cuarto especial, la habitación del deseo. Un lugar donde todo se volviese realidad, o dónde poder adivinar lo que realmente deseamos. Alguno de vosotros seguro que de pequeño imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera, y en cierto modo lo era, porque la imaginación puede hacer realidad más cosas de las que pensamos. Cuantas veces alguno de vosotros se ha imaginado una historia en la que la mirada que le devolvió el espejo no era la suya, un relato sobrecogedor sobre ladrones de cuerpos o posesiones, o aquellos con seres fantásticos en los que los hombros del ángel se estremecían mientras lloraba ante aquel desenlace feliz que habíais creado para el cuento...

    Mil veces habrá pasado algo así y seguirá pasando muchas más... Para algunas personas, pasada cierta edad la fábrica de los sueños cerró por vacaciones, pero vacaciones permanentes, porque no explotaban esa parte de su creatividad. ¿A cuantos de vosotros no le temblaban las manos cuando tuvo que elegir un buen final para un cuento? Sentir esa emoción que te llena por dentro y el miedo a no encontrar el final adecuado, de que no gustase a los demás... Claro que dicen que no hay mayor desprecio que no dar aprecio, pero ¡claro que te importa lo que diga la gente que quieres! Y yo os quiero muchísimo a todos... Me costó admitirlo, pero os quiero y eso ya no puedo negarlo.

    Casi voy a hacer un año en Cuentacuentos y un día me puse a hacer un repaso mental de todo este tiempo aquí. Mi mente me iba dando pedacitos y le escuché en silencio porque escupir aquella historia parecía costarle demasiado. Cuando encontré CuentaCuentos me sentí como un niño con su regalo de Reyes, que nada más despertar, se gira y lo descubre a su lado. En ese momento que todo te llena de energía y todo es especial... Y aunque a veces pueda parecer que aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía, todos vamos a una misma bola. Una que nos hace sonreír y tener ganas de que llegue otra semana más.

    Os he contado como he llegado, con aquel relato, pero no os he dicho quien lo escribió... El relato que me trajo hasta donde estoy ahora es de la persona que tiene esta firma en el foro: ‘el hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él...’ ¡Sí! El mismo... Yo llegué hasta aquí por aquel relato suyo del 8 de noviembre de 2006. Un relato que despertó en mí las ganas de publicar mis cosillas, de compartir con más gente mi afición... Admiro sobre todo su forma de escribir, porque está llena de belleza, pero la belleza era su mayor bendición, pero también su mayor maldición... ¿Por qué digo esto? Porque sus relatos nos enganchan al instante por como escribe, siempre con ese algo que hace que no podamos despegarnos hasta llegar al final, pero en cierto modo también es una maldición porque siempre nos quedamos con ganas de más, de mucho más...

    A veces pienso que hay alguien más dentro de mí... Alguien que se mordió la voz hasta que le sangraron los silencios y que por eso me expreso mucho mejor con la escritura, que dejo salir mejor los sentimientos y siempre hallo las palabras adecuadas. Quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro, pero no un libro cualquiera, un libro que hable de CuentaCuentos, de cada uno de nosotros. Un libro con el que todos nos sintamos identificados, y del que nos sintamos orgullosos de formar parte... Pues ese libro se ha escrito... Lo hemos escrito poco a poco entre todos, escribiendo un capítulo cada uno de nosotros. Incluso el que menos te los esperas podría ser el que escribiese el siguiente capítulo. Uno más para llenar este libro en el que estamos todos nosotros.

    ¿Y vosotros alguna vez habéis podido ver a vuestra Musa? ¿A esa que os susurra al oído mil palabras que terminan convirtiéndose en relatos? ¿No? Yo una vez pude ver a la mía... Al principio creí que era un sueño. Vi algo brillar en un rincón y al acercarme la vi allí sentada, rodeando sus piernas con sus brazos y al acercarme a ella escondió su rostro. Sabía que estaba llorando. Hablé con ella y me contó que estaba así por causa de Morpheo. Le quería, pero no podían estar juntos, ella era una Musa y él era el encargado de repartir los sueños. Eran seres afines, pero su mundo les impedía estar juntos... Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en él y en lo mucho que le amaba, y cuando levantó la vista vi su rostro, o más bien el mío. Entonces lo comprendí todo. Cada uno de nosotros somos nuestra propia inspiración... Siempre pensé que la inspiración venía de alguna otra parte que no tenía nada que ver con uno mismo, pero ya ves, como dicen los ancianos, de premisas falsas, conclusiones estúpidas...

    Y bueno, esta es mi historia, o al menos parte de ella. Porque si os lo contase todo ya sabíais tanto como yo y entonces tendría que acabar con vosotros y os quiero demasiado... Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras, por eso este relato no es más que palabras, y por eso cuando tú y yo estemos frente a frente, podré explicarte todo esto y demostrarte que CuentaCuentos no es sólo una palabra, sino toda una forma de vida... Y ya que estamos de centenario en vez de escribir con una frase, decidí hacerlo con las 100.


    *Frase nº 100.

lunes, 15 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 49 "Desde la ventana"

Desde la ventana

    “Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras, pensaba mientras miraba a través de la ventana de su habitación. En la calle hacía frío, y de vez en cuando unas gotas lastimeras de lluvia azotaban a los pocos viandantes que todavía recorrían las calles a aquellas horas de la noche.

    Allí abajo, 4 pisos por debajo suyo veía una situación que no le era desconocida. Veía como aquel chulo llegaba para recoger el sueldo que “sus” putas le habían conseguido y cuando alguna de ellas no conseguía lo suficiente casi la mataba a palos. Luego dos días de descanso y después a recuperar lo perdido con clientes que pagan más, pero que poseían perversiones inconcebibles... Más de una vez se había dicho que bajaría a ayudar a la siguiente prostituta que se encontrase en esa situación. Que cogería el arma que escondía bajo su almohada y encañonándole le obligaría a pedirle perdón. Una vez al mando seguro que querría humillarle, como tantas otras veces había visto que hacía con aquellas pobres chicas, algunas de las cuales no excedería los 16 años.

    Haría que se desnudase que y todas “sus” mujeres se vengasen una por una, como ellas tuviesen a buen parecer cobrarse la venganza. Seguro que le atormentaría haciéndole sentir el cañón del arma contra su nuca, bien fuerte, para que no se le olvidase quien mandaba. En algunos momentos le pondría el arma dentro de la boca y haría el amago de disparar. Le haría pasar sufrimientos increíbles simplemente por el gusto de ver como aquel cabrón se cagaba de miedo al sentirse dominado por las mujeres que él creía de su posesión...

    Si tenía que aprender por las malas que todos tenemos los mismos derechos, lo haría por las malas. La policía parecía no querer actuar en aquellas situaciones y más de una vez se había encontrado con su poca colaboración al llamar a la comisaría denunciando los hechos que presenciaba desde su piso día tras día... No pensaba dejarlo otra vez en manos de la policía. No podía seguir consintiendo en silencio todo lo que veía desde aquella ventana, como si no le afectase. 

    Vio como le daba un empujón y la estampaba contra la pared. Dio un golpe en el cristal y se dijo en silencio que aquella era la última paliza que presenciaba. Se alejó de la ventana con su té en la mano, lo dejó sobre la mesa. Cogió su pistola y se dirigió a la puerta, decidida a terminar con el sufrimiento de todas aquellas mujeres a las que aquel cabrón había pegado, pero al llegar a la puerta y agarrar el pomo no fue capaz de dar un paso más. Se quedó allí helada...

    Se llamaba Ainhoa, tenía 29 años y llevaba sin salir de su casa 6 años. Padecía de agorafobia y se sentía incapaz de salir al exterior. Sabía que al día siguiente volvería a presenciar otra paliza, y que como tantos otros días no sería capaz de cumplir su palabra...


    *Frase de Scry.

martes, 9 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 48 "En aquella habitación"

En aquella habitación

    “-Premisas falsas, conclusiones estúpidas.
    - Sí, eso dicen, pero no estoy yo tan seguro... Ya sabes que yo soy de pensar mucho antes de dar una conclusión, y no me gusta ver el lado malo de la gente.
    -Piensa mal y acertarás.
    -No siempre es así, no te creas... A veces la gente no sólo se rige por los deseos de ambición. Hay gente que es más feliz dando sin esperar nada a cambio.
    -Dar y tejer, es buen saber.
    -Estoy de acuerdo... Es más productivo para el alma dar que recibir... Hace que te sientas mucho mejor... Además se ve que eres buena persona.
    -No es oro todo lo que reluce.
    -Bueno, pero casi siempre suele ser lo que aparenta, ¿no?
    -Las apariencias engañan.
    -También... Aunque a veces la gente con la que estás es realmente buena, aunque luego vayan diciendo por ahí mil cosas.
    -Dime con quien andas y te diré quien eres.
    -¿Por qué nos tienen que juzgar por la apariencia? Además casi siempre se salen con la suya.
    -Quien juzga, tarde o temprano será juzgado.
    -¡Que razón llevas a veces! De vez en cuando la justicia divina hace lo que tiene que hacer. Es una suerte haberte conocido, ¿sabes?
    -Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
    -Muy cierto, ¿pero eso lo dices por ti o por mí?
    -A buen entendedor, pocas palabras bastan.
    -No siempre amigo mío, no siempre. Muchas veces de palabra te dicen una cosa y finalmente es otra.
    -Las palabras vuelan, lo escrito permanece.
    -Sí, por eso es bueno saber a quien debes hacer caso y a quien no... ¿Que te parece si nos acostamos ya? Mañana es día de visita y tendremos que madrugar para estar bien.
    -A quien madruga dios le ayuda.
    -Además así tendremos mucho más tiempo para todo.
    -No por mucho madrugar amanece más temprano.
    -También es cierto, ¿entonces porque vamos a madrugar? ¡Decidido, nos quedamos en la cama hasta la hora en que nos llamen! ¡Buenas noches!
    -Buenas noches, buenos días, tú en tu cama y yo en la mía.

    Al otro lado del pequeño ventanuco que había en la puerta dos personas le miraban con asombro y en pasmoso silencio.

    -Todos los demás han respondido bien a la medicación menos él. En todos ha disminuido el nivel de psicosis, pero él se resiste...
    -Entonces ¿quién  es el que está más loco aquí? ¿Él o nosotros?


    *Frase de Luzdelunaclara.

lunes, 1 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 47 "El cofre de los deseos"

El cofre de los deseos

    “Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en él y en lo mucho que le amaba… Volvió a mirar el predictor... No había duda, rosa... El palito se había vuelto rosa... Todo su mundo se vino abajo en aquel momento... Embarazada... Podía estar embarazada... ¿Y qué haría si era así? Aquel no era el mejor momento, ni su situación era la más adecuada... Hacía tiempo que las cosas no iban bien con su pareja. Y hacía ya un tiempo que no se entendían como antes... Embarazada... No podía ser... El mes anterior le había venido regular como siempre desde que tomaba la píldora, y desde aquella vez no había vuelto a mantener relaciones con su chico...

    Pensó en él, en aquel otro hombre que hacía sólo unas semanas le había devuelto la sonrisa. El  que había conseguido que volviese a sentirse hermosa, el que le había mostrado que podía ser feliz... Hacía sólo unas semanas que habían estado juntos, y aquel palito se había vuelto rosa... Embarazada... Una y otra vez por su cabeza corría el mismo pensamiento... No podía ser... Ahora no... De él no... ¿Y por qué no? ¿Por su situación? ¡A la porra con todo! ¿Se querían, no? Entonces, ¿qué más importaba, lo que pensasen los demás? ¿Su familia? No deberían oponerse si se tratase de su felicidad, ¿no? Pero desterró estos pensamientos rápido. No podía ser... No podía estar esperando un hijo suyo... No quería... ¿O sí? ¡No! ¡No podía ser y punto! ¡Daba igual lo que quisiese!

    Pidió cita en el medico. Tenía que esperar dos días aún... Y cada hora que pasaba con aquella duda era tortuosa... Cada vez que entraba en su cuarto y veía aquel cofre cerrado con su pequeño candado y recordaba lo que contenía sentía un nudo en el estómago... ¿Serían nervios o sería una señal de que una nueva vida comenzaba a latir dentro de ella? Mil pensamientos la atormentaban a todas horas. Y las noches no eran más que continuaciones del día, pero bañadas en oscuridad y sombras... Las pocas veces que conseguía dormirse se despertaba bañada en sudores, sin recordar lo que había soñado, pero con la sensación más horrible del mundo en su cuerpo... Tener un hijo siempre había sido la ilusión de su vida, y ahora que cabía la posibilidad de estarlo esperando se sentía desdichada porque sabía que no podría disfrutarlo por completo y con total felicidad.

    El padre de su bebé no estaría con ella en las visitas al médico, no enseñaría orgulloso las ecografías de su hijo, ni la acompañaría a las clases pre-parto... Tendría que pasar todo esto sola... Sabía que lo mejor para todos sería que fuese un falso positivo. Lo sabía... Y aún así las lágrimas no la abandonaban al soñar que dentro de ella podría estar la semilla del amor...

    Cuando entró en la consulta del médico estaba muy nerviosa. Sus palabras se atropellaban unas a otras y no la dejaban expresarse con naturalidad. El médico entendió el caso y le mandó a hacerse unos análisis. Uno para saber si estaba embarazada o no, y el otro para que en caso de que lo estuviese, ver que todo lo demás estaba en orden  y en tres días tendría los resultados. Tres días más de sufrimiento, tres días más en los que darle vueltas a mil pensamientos. Tres días más para recordarle, para notar su cuerpo, para reconocer el aroma de su piel, de su ser... Un ser que podría estar ahora mismo mezclándose con el suyo, en su interior...

    Llegó a casa y el cofre volvía a llamar su atención. Desde allí dentro el predictor parecía llamarla a gritos, pidiendo desesperadamente ser liberado, como si el secreto quisiese salir a la luz, y entonces mil preguntas más la abordaron... Estaba claro que si estaba embarazada no era de su pareja y que en cuanto lo supiese la dejaría. Eso ya le daba igual, no le importaba, pero... ¿Y a él? Al padre de la criatura. ¿Cómo iba a decirle que se había quedado embarazada?

    Tomaba precauciones, si... ¡Pero a veces fallan! Esperaba que este no fuese el caso... Se sentía más sola que nunca... Incluso cuando hablaba con él su corazón luchaba por compartir con él aquel secreto, y su cabeza se negaba a dar las órdenes a sus labios... Quizá así fuese mejor para ambos... Tras otra noche de oscuridades, silencios y lágrimas había tomado una decisión. No le diría nada. No le diría que aquel hijo que esperaba era suyo... No podría ocultarle que estaba embarazada, ni a él ni a nadie, sería una estupidez... Pero no le diría que era suyo... Se llevaría aquel secreto con ella, en el dolor de su alma, bien escondido, para que nadie lo viese y pudiese hacerle daño con él... Su bebé sería hijo del silencio, de las sombras, de la noche, de la felicidad...

    Sería sólo suyo, de nadie más... Lo querría más que a nada en el mundo, porque ese niño sería el motor de su vida, el motivo por el que sonreír cada día...  Únicamente había una cosa que podría cambiar aquello. Que el padre por libre voluntad y temiendo (o deseando) que fuese suyo, pidiese una prueba de paternidad. En ese caso ella sí diría la verdad. No quería reclamarle nada. No era una aprovechada que había creado aquella farsa para pillarle, no... Todo lo contrario, por eso no diría nada a no ser que él mismo mostrase interés por saber quien era el padre de la criatura...

    Durante el día era como un alma en pena. No tenía nada que hacer y salía a pasear melancólica por la ciudad... Era extraño, porque no quería verle, pero en cada rostro creía reconocerle... Como si su imagen la persiguiese para que no olvidase todo lo que siente... Durante las noches se oscurecía aún más... Se sentía como si la negrura de la noche se mezclase con su propia piel, y muchas veces se descubría sonriendo entre lágrimas mientras se acariciaba el vientre...

    Aquella noche aún podía dormir menos todavía... Estaba metida en la cama y notaba como si una presencia la observase desde lo alto de la estantería... Sabía que allí estaba el cofre, y en un arrebato se levantó de golpe de la cama, cogió la llave, abrió el cofre y sacó el predictor de allí... Se volvió a acostar con él en la mano. Lo agarraba con fuerza... En silencio pedía que todo saliese bien y sus ojos sólo podían centrarse en aquel rosa tan pálido, aquel rosa que le había quitado la sonrisa hacía 4 días ya...

    Así se quedó dormida, agotada, vencida por el cansancio de aquellos cuatro días. Con el predictor en la mano, recordando que al día siguiente todo su mundo podía cambiar... Cuando entró en la consulta sus piernas temblaban. Se sentó enfrente del doctor y esperó lo que le pareció una eternidad mientras él miraba los resultados en el informe... Luego él alzó la vista y le dijo:

    -Con esa carita que traes no sé si darte la enhorabuena...

    Ya está… Pensó que se moría allí mismo... Todo su mundo comenzó a girar a su alrededor, notaba que las lágrimas venían, pero quería ser fuerte… Tenía que ser fuerte...

    -No estás embarazada... Ha sido una falsa alarma...

    Salió de la consulta del médico sin saber que decir... Todo había vuelto a cambiar en unos segundos, así de rápido... Toda su vida volvía a la normalidad... Llegó al un parque y se sentó en uno de los bancos más alejados y entonces rompió a llorar... No estaba embarazada... Sólo había sido una ilusión... ¿Pero acaso quería estarlo? ¿Acaso quería tener un hijo con él? En aquel momento, en aquel parque, entre lágrimas, se dio cuenta de que le amaba... Hasta aquel momento no se había dado cuenta o no había querido verlo, pero le amaba... Le amaba más que a nada y a nadie y fue consciente en el momento justo en el que admitió que deseaba haber estado embarazada...

    Habría cambiado todo lo que tenía hasta el momento porque fuese positivo. Por tener un hijo suyo, aunque fuese en el silencio, aunque la mirasen mal... Nada le importaría ya... Secó sus lágrimas con sus manos. Ahora tenía que seguir adelante con su vida. Como si aquello no hubiese sido más que un sueño, una ilusión, la más hermosa del mundo...

    Quizá aquella hubiese sido la única forma de tener un hijo con un hombre al que realmente amaba con toda su alma... Al único que amaría, de eso estaba segura… Él jamás sabría por lo que ella había pasado. Jamás sabría que durante cinco días ella había rezado para no estar embarazada. Que durante cinco días había rogado por estarlo... Jamás sabría que durante cinco días fue el padre de su hijo. Un niño que no llegó a gestarse en su vientre...”


    *Frase de Miss Lawliet.