lunes, 1 de octubre de 2007

CuentaCuentos nº 47 "El cofre de los deseos"

El cofre de los deseos

    “Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en él y en lo mucho que le amaba… Volvió a mirar el predictor... No había duda, rosa... El palito se había vuelto rosa... Todo su mundo se vino abajo en aquel momento... Embarazada... Podía estar embarazada... ¿Y qué haría si era así? Aquel no era el mejor momento, ni su situación era la más adecuada... Hacía tiempo que las cosas no iban bien con su pareja. Y hacía ya un tiempo que no se entendían como antes... Embarazada... No podía ser... El mes anterior le había venido regular como siempre desde que tomaba la píldora, y desde aquella vez no había vuelto a mantener relaciones con su chico...

    Pensó en él, en aquel otro hombre que hacía sólo unas semanas le había devuelto la sonrisa. El  que había conseguido que volviese a sentirse hermosa, el que le había mostrado que podía ser feliz... Hacía sólo unas semanas que habían estado juntos, y aquel palito se había vuelto rosa... Embarazada... Una y otra vez por su cabeza corría el mismo pensamiento... No podía ser... Ahora no... De él no... ¿Y por qué no? ¿Por su situación? ¡A la porra con todo! ¿Se querían, no? Entonces, ¿qué más importaba, lo que pensasen los demás? ¿Su familia? No deberían oponerse si se tratase de su felicidad, ¿no? Pero desterró estos pensamientos rápido. No podía ser... No podía estar esperando un hijo suyo... No quería... ¿O sí? ¡No! ¡No podía ser y punto! ¡Daba igual lo que quisiese!

    Pidió cita en el medico. Tenía que esperar dos días aún... Y cada hora que pasaba con aquella duda era tortuosa... Cada vez que entraba en su cuarto y veía aquel cofre cerrado con su pequeño candado y recordaba lo que contenía sentía un nudo en el estómago... ¿Serían nervios o sería una señal de que una nueva vida comenzaba a latir dentro de ella? Mil pensamientos la atormentaban a todas horas. Y las noches no eran más que continuaciones del día, pero bañadas en oscuridad y sombras... Las pocas veces que conseguía dormirse se despertaba bañada en sudores, sin recordar lo que había soñado, pero con la sensación más horrible del mundo en su cuerpo... Tener un hijo siempre había sido la ilusión de su vida, y ahora que cabía la posibilidad de estarlo esperando se sentía desdichada porque sabía que no podría disfrutarlo por completo y con total felicidad.

    El padre de su bebé no estaría con ella en las visitas al médico, no enseñaría orgulloso las ecografías de su hijo, ni la acompañaría a las clases pre-parto... Tendría que pasar todo esto sola... Sabía que lo mejor para todos sería que fuese un falso positivo. Lo sabía... Y aún así las lágrimas no la abandonaban al soñar que dentro de ella podría estar la semilla del amor...

    Cuando entró en la consulta del médico estaba muy nerviosa. Sus palabras se atropellaban unas a otras y no la dejaban expresarse con naturalidad. El médico entendió el caso y le mandó a hacerse unos análisis. Uno para saber si estaba embarazada o no, y el otro para que en caso de que lo estuviese, ver que todo lo demás estaba en orden  y en tres días tendría los resultados. Tres días más de sufrimiento, tres días más en los que darle vueltas a mil pensamientos. Tres días más para recordarle, para notar su cuerpo, para reconocer el aroma de su piel, de su ser... Un ser que podría estar ahora mismo mezclándose con el suyo, en su interior...

    Llegó a casa y el cofre volvía a llamar su atención. Desde allí dentro el predictor parecía llamarla a gritos, pidiendo desesperadamente ser liberado, como si el secreto quisiese salir a la luz, y entonces mil preguntas más la abordaron... Estaba claro que si estaba embarazada no era de su pareja y que en cuanto lo supiese la dejaría. Eso ya le daba igual, no le importaba, pero... ¿Y a él? Al padre de la criatura. ¿Cómo iba a decirle que se había quedado embarazada?

    Tomaba precauciones, si... ¡Pero a veces fallan! Esperaba que este no fuese el caso... Se sentía más sola que nunca... Incluso cuando hablaba con él su corazón luchaba por compartir con él aquel secreto, y su cabeza se negaba a dar las órdenes a sus labios... Quizá así fuese mejor para ambos... Tras otra noche de oscuridades, silencios y lágrimas había tomado una decisión. No le diría nada. No le diría que aquel hijo que esperaba era suyo... No podría ocultarle que estaba embarazada, ni a él ni a nadie, sería una estupidez... Pero no le diría que era suyo... Se llevaría aquel secreto con ella, en el dolor de su alma, bien escondido, para que nadie lo viese y pudiese hacerle daño con él... Su bebé sería hijo del silencio, de las sombras, de la noche, de la felicidad...

    Sería sólo suyo, de nadie más... Lo querría más que a nada en el mundo, porque ese niño sería el motor de su vida, el motivo por el que sonreír cada día...  Únicamente había una cosa que podría cambiar aquello. Que el padre por libre voluntad y temiendo (o deseando) que fuese suyo, pidiese una prueba de paternidad. En ese caso ella sí diría la verdad. No quería reclamarle nada. No era una aprovechada que había creado aquella farsa para pillarle, no... Todo lo contrario, por eso no diría nada a no ser que él mismo mostrase interés por saber quien era el padre de la criatura...

    Durante el día era como un alma en pena. No tenía nada que hacer y salía a pasear melancólica por la ciudad... Era extraño, porque no quería verle, pero en cada rostro creía reconocerle... Como si su imagen la persiguiese para que no olvidase todo lo que siente... Durante las noches se oscurecía aún más... Se sentía como si la negrura de la noche se mezclase con su propia piel, y muchas veces se descubría sonriendo entre lágrimas mientras se acariciaba el vientre...

    Aquella noche aún podía dormir menos todavía... Estaba metida en la cama y notaba como si una presencia la observase desde lo alto de la estantería... Sabía que allí estaba el cofre, y en un arrebato se levantó de golpe de la cama, cogió la llave, abrió el cofre y sacó el predictor de allí... Se volvió a acostar con él en la mano. Lo agarraba con fuerza... En silencio pedía que todo saliese bien y sus ojos sólo podían centrarse en aquel rosa tan pálido, aquel rosa que le había quitado la sonrisa hacía 4 días ya...

    Así se quedó dormida, agotada, vencida por el cansancio de aquellos cuatro días. Con el predictor en la mano, recordando que al día siguiente todo su mundo podía cambiar... Cuando entró en la consulta sus piernas temblaban. Se sentó enfrente del doctor y esperó lo que le pareció una eternidad mientras él miraba los resultados en el informe... Luego él alzó la vista y le dijo:

    -Con esa carita que traes no sé si darte la enhorabuena...

    Ya está… Pensó que se moría allí mismo... Todo su mundo comenzó a girar a su alrededor, notaba que las lágrimas venían, pero quería ser fuerte… Tenía que ser fuerte...

    -No estás embarazada... Ha sido una falsa alarma...

    Salió de la consulta del médico sin saber que decir... Todo había vuelto a cambiar en unos segundos, así de rápido... Toda su vida volvía a la normalidad... Llegó al un parque y se sentó en uno de los bancos más alejados y entonces rompió a llorar... No estaba embarazada... Sólo había sido una ilusión... ¿Pero acaso quería estarlo? ¿Acaso quería tener un hijo con él? En aquel momento, en aquel parque, entre lágrimas, se dio cuenta de que le amaba... Hasta aquel momento no se había dado cuenta o no había querido verlo, pero le amaba... Le amaba más que a nada y a nadie y fue consciente en el momento justo en el que admitió que deseaba haber estado embarazada...

    Habría cambiado todo lo que tenía hasta el momento porque fuese positivo. Por tener un hijo suyo, aunque fuese en el silencio, aunque la mirasen mal... Nada le importaría ya... Secó sus lágrimas con sus manos. Ahora tenía que seguir adelante con su vida. Como si aquello no hubiese sido más que un sueño, una ilusión, la más hermosa del mundo...

    Quizá aquella hubiese sido la única forma de tener un hijo con un hombre al que realmente amaba con toda su alma... Al único que amaría, de eso estaba segura… Él jamás sabría por lo que ella había pasado. Jamás sabría que durante cinco días ella había rezado para no estar embarazada. Que durante cinco días había rogado por estarlo... Jamás sabría que durante cinco días fue el padre de su hijo. Un niño que no llegó a gestarse en su vientre...”


    *Frase de Miss Lawliet.

2 comentarios:

  1. Comentarios de la entrada original:

    Livtrase dijo:
    1 octubre, 2007 en 0:30
    Que contradictorios pueden ser a veces los sentimientos… incluso hacia una misma persona o ante una misma situación… y que bien lo has plasmado… que bonita te ha quedado la historia miniña…
    Mi enhorabuena :)
    Besitos!!

    Jara dijo:
    1 octubre, 2007 en 14:15
    ¿pero a quien se le ocurre guardar un predictor en un cofre? …

    luzdeluna dijo:
    1 octubre, 2007 en 18:04
    si, preciosa. Expresas muy bien los miedos y dudas de la protagonista, todo lo que pasa por su cabeza, el no saber a veces lo que se quiere..Impre-sionante de bonita Niobiña.

    besitos.

    Unknown dijo:
    1 octubre, 2007 en 19:26
    Es conmodevor cómo has llevado la historia, primero el miedo, luego el dolor… Mi única pega sería el uso excesivo de los puntos suspensivos. Por lo demás, me ha gustado mucho ^^

    Cris dijo:
    1 octubre, 2007 en 21:33
    Opino como Jara…jajaja

    Me ha gustado…en tu línea…y me ha recordado a Friends (ultimamente todo me recuerda….^^ a saber porque) cuando Raquel va a tener a su hija…sé que lo tuyo tiene mucho más trasfondo…y perdoname que te comento un poco con la cabeza hecha un bombo…

    un besito

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  2. Sandra dijo:
    2 octubre, 2007 en 5:13
    Ains… y me lo has dedicado y todo… Jo, que mona eres… ¡Ale! Que yo hoy ando medio tierna y me pongo a leer estás historias y no veas… Con las lagrimillas en los ojillos que estoy.Que me ha encantado, nena, que es preciosa, triste… pero preciosa.Un besazo enorme y gracias por escribir así de bien.

    Pedro dijo:
    3 octubre, 2007 en 11:19
    Pufff Tiene que ser terrible estar con alguien que no amas y amar a laguien con quien no puedes estar. Y más aún la situación del embarazo. Si que es un poco triste, pero tiene un toque encantador que lo compensa con creces.


    Un saludo,


    Pedro.

    RICARDO dijo:
    3 octubre, 2007 en 18:57
    Hola Galleguita: Como siempre, hacés del relato llevadero. Ergo, te metés al lector en el bolsillo y lo llevás de paseo por las emociones que se antojan.
    Sobre lo que le ocurre a la protagonista, prefiero no opinar. Es verosímil y, por tanto, me corro de ese lugar. Sé que en las cuestiones del amor solemos ser una hoja al viento. Aunque, tengo para mi, que el viento, además de arrastrarte a su antojo, también puede ayudarte a volar.
    Cada quien decide cómo enfrentarse ante él.

    Besos Niobe, desde este, mi sur.

    Yol dijo:
    4 octubre, 2007 en 19:48
    jos! :( tia, esto no se hace que, bueno, acabo de pasar por una cosa "parecida" y ha sido bastante jodido; todavía tengo la carne de gallina. Me ha gustado la narración y como has enfocado el tema, de una forma nada simplista: asi es como somos las mujeres.lo dicho nena que me ha encantado.mil besospd. en cuando coja carrerilla te haré una proposición que no podrás rechazar ;)

    Queralt. dijo:
    6 octubre, 2007 en 1:56
    Oye, esa frase de que, durante cinco días ha sido el padre de tu hijo… uffff, me ha gustado un montón, creo que ahí está realmente la esencia del relato…
    Bueno, estas cosas suelen pasar: los sentimientos humanos son muy, muy contradictorios y, casi siempre, dentro de la razón, anque nos parezca, desde "fuera" que na la tienen.

    Cerezas con chocolate.

    Queralt.

    Asiria dijo:
    6 octubre, 2007 en 21:43
    El mejor relato que te he leido. Escribir, describir la mente no es nada facil y consigues expresar muy bien la inquietud que vive en ese tiempo que se llega a hacer tan interminable. La tensión, el futuro que se le presenta en todas sus variables, los vaivenes que va experimentando en las decisiones que tomaría, y todo ello sola, sin más ayuda que su propia fuerza y determinación de no dejarse vencer por la situación. La paradoja de que algo tan trascendental llegue a pensar en ocultarlo le hace sufrir, lágrimas silenciosas que finalmente se transforman en aquel banco en respiro silencioso, en reflexión ante lo sucedido, en un momento que en silencio solo ella ha vivido.
    Enhorabuena! Un abrazo!

    Carol dijo:
    10 octubre, 2007 en 9:57
    preciosa historia nena…me ha encantado!!! hacía mucho que no leia ningun cuentacuentos y pff, me ha encantado leer el tuyo! un besote muy grande!!!!

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